Hasta hace unos meses, Daniel Lauretta era uno de los tantos científicos que trabajan en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, sin mayor presencia en los medios masivos de comunicación y las redes sociales. Pero todo cambió cuando participó de la expedición del Schmidt Ocean Institute en aguas profundas frente a Mar del Plata. Las transmisiones en vivo, las imágenes impactantes del fondo marino y la pasión con la que el equipo argentino explicaba cada hallazgo hicieron que miles de personas se conectaran para seguirlos.

Daniel tiene 44 años. Nació y creció en San Fernando, lugar ubicado en la zona Norte de Buenos Aires, donde elige también vivir actualmente con su esposa Paola y sus dos hijos, Leandro, de 16 años y Lisandro de 11. Y hoy, en diálogo con GENTE, cuenta su historia.
“Yo estudié en la Universidad de Buenos Aires, hice la licenciatura y el doctorado en biología. Siempre me interesó la diversidad: saber cuántas especies hay, cómo se llaman y cómo se distribuyen”, detalla sentado en su laboratorio de investigación para dar cuenta de la pasión que lo moviliza y que se vio reflejada en su forma de hablar y reaccionar ante los hallazgos a más de 3.000 metros de profundidad.
Su camino hacia la biología marina no fue lineal: “No era mi objetivo inicial, pero cursando una materia conocí a Pablo Penchaszadeh, que era docente y director del laboratorio. Me interesaron las anémonas de mar y empecé a trabajar ahí. Después, cuando tuvimos acceso a aguas profundas, sumé los corales”.
En ese sentido, remarca que hay múltiples posibilidades al momento de dedicarse a la ciencia y la investigación: “Uno entra a la carrera con una idea y después descubre un montón de opciones. Hay intereses que todavía uno no conoce, pero hay muchos caminos para recorrer”.

Hoy es investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) con lugar de trabajo en el Museo Argentino de Ciencias Naturales. “El museo es el instituto de investigación que depende del CONICET, entonces yo soy empleado del CONICET, con lugar de trabajo acá”, aclara respecto a cómo funciona el organismo estatal.
—¿Cómo se vive el alejarse de todo, la familia, afectos y rutina, por varias semanas o meses para ser parte de una expedición como la de Mar del Plata?
—Y... desde el punto de vista familiar, es un problema, porque altera mucho la dinámica familiar. En este caso, en mi esposa recae todas las actividades de la casa y de los niños y todo lo que se necesita. Es duro para uno que está lejos, pero es más duro para ella que se queda con todas las responsabilidades.
Al tener hijos ya adolescentes, cuenta que ellos llegaron a entender y experimentar el hecho de que su padre sea parte de un fenómeno viral en las redes, pero lo vivieron de formas distintas: “Al más grande mucho no le importa, no me dijo nada —dice sonriéndose— pero el chiquito sí cree que el padre es famoso. Veía la tele y decía: ‘Ah, mirá, papá está en la televisión’. Muy gracioso”, cuenta entre risas.
Cómo fue el embarcarse y las anécdotas a bordo
El proyecto comenzó mucho antes de zarpar: “Hubo un llamado internacional a propuestas para trabajar en esta zona del mar argentino. Nosotros en diciembre de 2023 hicimos la propuesta, hubo dos instancias de evaluación y en agosto de 2024 nos confirmaron el tiempo de barco. La campaña se hizo en julio de 2025”, detalla.
La preparación fue intensa: “Había dos niveles: la cuestión científica normal, con todos los objetivos, insumos y equipamientos, y otra capa vinculada a permisos, porque era un buque extranjero entrando a Argentina y navegando aguas nacionales. Eso requirió mucho tiempo y reuniones”.

“Creo que el mayor impacto lo tuvimos en la gente adentro del barco, porque de golpe se cruzaron con la idiosincrasia propia nuestra”, recuerda entre risas, para luego revelar algo totalmente inesperado para la organización interna del barco, perteneciente a una ONG de Estados Unidos: “Tuvieron que generarnos un lugar especial para tirar la yerba, porque la gente está todo el tiempo tomando mate. No podían creerlo”.
La interacción con el público y la cultura argentina sorprendió a todos: “Para la gente del Schmidt, no entendían bien qué pasó, por qué tanta gente estaba conectada a toda hora. Hubo cosas muy nuestras, como el mate o el truco".
Entre la gran variedad de formas, productos y expresiones artísticas que surgieron a partir de la expedición, esta 'argentinización' de los extranjeros a bordo del buque Falkor (too) se vio reflejado en una interacción con un cómic que comenzó a circular en redes sociales. Se trata de las aventuras de "Batatita y Culona", dos personajes creados a partir del hallazgo de una estrella y un pepino de mar, en las que en una ocasión juegan al truco, y desde la cuenta oficial en Instagram de Schmidt Ocean Institute consultaron "¿Que juego es este? ¡Gracias!".

La situación presupuestaria del CONICET hoy
En medio del entusiasmo por todo lo vivido en la expedición, Lauretta no esquiva la realidad: “La situación del CONICET está complicada. Los sueldos tienen el mismo retraso que el resto del Estado, y el número de becas e ingresos es mucho menor que antes. Eso complica la continuidad de los grupos de trabajo”.
Incluso, cuenta un caso concreto: “Tuvimos una persona que estuvo en el barco y su beca terminaba justo cuando terminaba la campaña. Estamos viendo cómo ella puede continuar con todo el trabajo que tiene que hacer, para avanzar con todas las muestras que tenía en sus objetivos de estudio".

En ese sentido, remarca el valor y dedicación que implica llevar adelante la carrera de investigador en el país y las consecuencias que tiene este tipo de recortes presupuestarios: "Formar a alguien en estas temáticas lleva años, y cuando se corta una carrera es muy difícil retomarla, y si se puede hacer toma muchísimo tiempo. Eso es un gran problema, no solo para nosotros, sino para todos los grupos de investigación", sostiene.
Y cierra: "Los becarios son fundamentales para que los grupos puedan seguir creciendo y generando conocimiento. Cuando los grupos de trabajo pueden incorporar menos becarios o directamente no pueden, hay muchas líneas de trabajo que quedan truncas. Y eso es un gran problema para el sistema científico en general".
Foto y video: Candela Petech
Mirá También



