“Mi mamá sabe que lo asesinaron. Hasta hace 10 días, se asomaba a la ventana para ver si Diego venía”, relató Javier, hermano de Diego Fernández Lima, el joven de 16 años que fue asesinado y enterrado en una casa de Coghlan hace más de cuatro décadas.
Sus palabras reflejan no solo el dolor de una familia marcada por la ausencia, sino también el presente de una madre que, a sus 87 años, aún convive con la esperanza rota.
En diálogo con Radio Con Vos, Javier contó que su madre atraviesa altibajos: “Ella sabe que lo asesinaron y lo enterraron en esa propiedad. Cuando ve la foto de su hijo, llora. Está confundida”. La mujer, pese al paso de los años, mantiene un ritual de amor intacto: “Hoy besa su foto y le habla”, describió el hombre sobre su madre, quien sigue aferrada al recuerdo del adolescente desaparecido en 1984.
El testimonio de Javier no solo se centra en el sufrimiento de su madre, sino también en su desconfianza hacia el principal sospechoso del crimen: “Yo no le creo a Cristian Graf”, dijo con firmeza. El hombre reconoció que nunca tuvo contacto con la familia del acusado hasta que se confirmó la identidad de los restos hallados en Congreso 3742, la propiedad donde se desenterraron los huesos de Diego.
“Asesinaron a mi hermano con 16 años, con toda una vida por delante. Nosotros queremos la verdad y que se haga justicia con todo el peso de la ley”, reclamó. Y agregó: “No vemos mucha tele porque no quiero que mi madre sepa lo que trasciende”.
Sobre Graf, Javier prefirió la cautela aunque dejó una frase contundente: “No quiero apresurarme ni sacar conjeturas, la Fiscalía se está encargando, aunque todo el mundo sabe que algo hay, es evidente”.
Los recuerdos familiares siguen vivos. “Éramos hermanos unidos”, rememoró con dolor sobre Diego, a quien recordó como un buen estudiante y apasionado jugador de fútbol. La casa donde se encontraron los restos quedaba a 20 cuadras de la vivienda familiar, pero nunca supieron de vínculos de Diego con ese lugar.
Qué dijo el portero del colegio al que asistía Diego Fernández Lima
En el programa Mujeres Argentinas, Juan Babenas, portero del colegio donde estudiaba Diego, recordó con cariño al joven: “Yo tenía contacto con él porque aparte era vecino mío. Teníamos algo prometido que nunca se llegó a cumplir porque desapareció”.
El hombre relató que Diego le había ofrecido venderle su bicicleta porque su padre le había regalado una nueva: “Un día me dijo ‘Juancito, te voy a vender la bici’. Después pasó lo que pasó”.
Babenas también evocó un recuerdo imborrable: “La madre vino ese día desesperada al colegio para ver si sabíamos algo, pero nunca supimos nada. En ese momento hicimos reuniones con el grupo de alumnos de la división, que tampoco sabían nada. Fue muy sorpresivo lo que ocurrió”.
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