“Corrientes submarinas, pozones y remolinos”: cómo es el peligroso mar donde desapareció un argentino de 17 años en Chile – GENTE Online
 

“Corrientes submarinas, pozones y remolinos”: cómo es el peligroso mar donde desapareció un argentino de 17 años en Chile

En el quinto día de búsqueda, miembros de la Capitanía de Puerto Coquimbo dieron detalles del lugar exacto donde se centró el operativo para dar con el cuerpo de Alejandro Cabrera Iturriaga.
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La postal de la bahía de Coquimbo, con su extensa franja de arena y un mar que parece calmo desde la orilla, esconde una cara mucho más peligrosa. Allí, en esa misma agua que muchos turistas eligen para sus vacaciones, desapareció el lunes pasado Alejandro Cabrera Iturriaga, el joven sanjuanino de 17 años que fue arrastrado por una fuerte corriente en la playa de Cuatro Esquinas, en La Serena.

Cinco días después, la búsqueda continúa sin resultados positivos, pero con un despliegue inédito de la Armada chilena, bomberos, equipos COSAR, salvavidas y pescadores locales. El foco del operativo se concentraba en un sector muy preciso de la bahía, definido por los especialistas como un verdadero laberinto natural de corrientes submarinas, “pozones” de gran profundidad y remolinos que complican cada inmersión.

Alejandro se había metido al mar junto a otros cuatro adolescentes, pese a que el balneario no estaba habilitado para bañistas. Una correntada los sorprendió y los arrastró mar adentro. Gracias a la intervención de un ciclista chileno que se lanzó al agua, cuatro de ellos fueron rescatados con vida. Él, en cambio, desapareció en cuestión de segundos.

Con el correr de los días, la Capitanía de Puerto de Coquimbo comenzó a aportar información técnica sobre el escenario donde se desarrollaba la búsqueda. Lejos de minimizar el riesgo, los oficiales insistieron en describir la bahía como un entorno engañoso.

El teniente Alessandro Bisso, subjefe de la Capitanía, lo explicó con precisión: “La bahía de Coquimbo tiene una configuración especial. Hay corrientes de superficie, producidas por el oleaje y el viento, y también corrientes submarinas, generadas por las mareas y la propia forma de la bahía entre Punta Teatinos y Punta Tortuga. Cuando el oleaje llega, genera una especie de rebote en ciertos sectores, creando remolinos tanto en la superficie como bajo el agua”, señaló.

Cuatro de los cinco jóvenes argentinos que fueron arrastrados por la corriente fueron rescatados. Alejandro sigue desaparecido.

Dentro de ese mapa complejo, la playa Cuatro Esquinas ocupa un lugar clave. Según Bisso, el punto exacto donde se perdió de vista a Alejandro funciona como una especie de nudo de fuerzas: un “punto concéntrico” donde las corrientes derivan tanto hacia el norte como hacia el sur. “Por eso tenemos nuestros medios, tanto marítimos como terrestres, desplegados en ambos sectores”, agregó. Esa dinámica obliga a los rescatistas a ampliar permanentemente el radio de búsqueda.

Pero el movimiento del agua no es el único enemigo. El lecho marino de esa zona está lejos de ser uniforme. Los especialistas identificaron al menos ocho “pozones”: depresiones profundas ubicadas a unos 250 metros de la orilla que funcionan como verdaderas trampas bajo el agua. Bisso lo describió así: “Efectivamente, la superficie submarina no es lisa; tiene sectores que son más profundos que otros. Esa es una dificultad que han presentado los buzos”.

La Armada de Chile, grupos de buzos tácticos y pescadores locales participan de la búsqueda de Alejandro.

Para revisar cada uno de esos pozos naturales se utilizaron buzos especializados, motos de agua, lanchas, un robot submarino y un avión de exploración aeromarítima. Los equipos operan desde ambos extremos de la bahía, entre Punta Teatinos y Punta Tortuga, en turnos que se extienden durante todo el día, siempre condicionados por el viento y el oleaje.

Mientras tanto, en la arena, la dimensión humana de la tragedia se hacía visible. La familia de Alejandro se instaló frente al mar. Sergio Órdenes, coordinador de playa y salvavidas de La Serena, contó que "las posibilidades son nulas (de encontrarlo con vida), pero sí es importante encontrarlo para cerrar el ciclo con la familia".

El mismo Órdenes explicó que se montó un espacio especial para acompañarlos: "les armamos un campamento en la playa, donde se les brindó apoyo psicológico con profesionales y se ha ido a visitar a otros familiares también para darles el apoyo debido", detalló. Entre carpas, mantas y termos de café, los allegados miraban una y otra vez hacia el mismo punto del horizonte, esperando noticias.

La familia del joven desaparecido sigue de cerca los operativos para dar con su cuerpo. Las posibilidades de encontrarlo con vida "son nulas" dijo un salvadidas local.

En tierra y en el agua, la coordinación incluía a la Armada, bomberos, municipios y voluntarios, además de pescadores que conocen la bahía como nadie. Pese a que todos coinciden en que el mar de Coquimbo puede ser letal, también subrayaban la necesidad de seguir buscando. Más allá de las estadísticas y de la dureza de las corrientes, el objetivo era darle a la familia la certeza de un hallazgo y transformar, al menos en parte, la angustia en despedida.

Así, el caso de Alejandro dejó al descubierto un aspecto poco visible de las postales turísticas de La Serena: detrás del cielo limpio y la playa interminable, la bahía es un ecosistema complejo, con corrientes, pozones y remolinos capaces de cambiar una tarde de vacaciones en cuestión de segundos. Y recordó, una vez más, la importancia de respetar las zonas habilitadas y las indicaciones de los salvavidas en mares que, aun cuando se ven tranquilos, pueden esconder un peligro silencioso.



 
 

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