En una noche de celebración para la televisión argentina, David Kavlin sorprendió al público con un mensaje que trascendió los premios. En pleno escenario de los el periodista rompió con las estructuras habituales del discurso -dejando de lado los agradecimientos y las menciones al mundo del espectáculo- para alzar la voz contra el antisemitismo y recordar la importancia de mantener viva la memoria. Su intervención, tan breve como contundente, se convirtió en uno de los momentos más comentados de la ceremonia.
A dos años del ataque del 7 de octubre, el premiado conversa con Revista GENTE sobre el poder de las palabras, el valor de la empatía y la necesidad de enfrentar el odio con compromiso y coraje. Un statement necesario sobre periodismo, identidad y humanidad.
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“Yo no identifico un momento en el que me haya decidido por hacer un discurso así, esto es una construcción que viene desde el 7 de octubre en adelante. Para mí esa fecha todavía no terminó. Vengo alzando mi voz desde hace dos años. Y no podía dejar de aprovechar la oportunidad de poder gritarle a quien quiera escuchar lo que lo que se está viviendo. Independientemente de las cuestiones y vicisitudes políticas de Medio Oriente, el auge del antisemitismo es tan grande y se ha amplificado de manera tan exponencial que no se puede desaprovechar esos momentos para poder alzar la voz”, apunta el actual conductor de Nuevediario (elnueve) e IP.
Y recalca: “Yo quería ganar ese premio para subirme y decir lo que dije. Incluso, te soy honesto, si después de decir eso yo me bajaba y me decían, 'nos equivocamos', y el premio era para el otro, lo entregaba, porque ya había dicho lo que quería decir. El mensaje era importante para mí”.
-¿Qué tipo de reacciones o críticas recibiste?
-No tomo la reacción de los que estaban en el salón porque en estos eventos cada uno anda en su mundo. Igualmente, cuando me bajé, hubo salutaciones y abrazos por la valentía de decirlo. En general la recepción del discurso fue buena, y, en términos comunitarios, fue muy importante. Llegó a todos lados: me saludaron desde Israel, Nueva York, Australia… se viralizó muchísimo.
-Tu discurso tuvo un fuerte tono de advertencia. ¿Cuál sería, en tu opinión, el “punto de no retorno” que debería alarmar a la sociedad antes de que sea demasiado tarde?
-La advertencia tiene que ver con lo que le está pasando al mundo, en donde lo que sucede en Medio Oriente es sólo la punta del iceberg. La advertencia de que el mundo debe despertarse porque no está viendo, porque no se ha dado cuenta, cuando le están señalando con el dedo lo que está pasando: mira el dedo y no a lo que el dedo señala. El problema es que la islamización del mundo es la conquista de una cultura, de una religión, basada en la no existencia de los demás, el no permitir la libertad de religión, las libertades religiosas, o de credo, la libertad de las mujeres, hacerse de los derechos, entonces a mí me preocupa eso. Y el punto de no retorno es que hay sociedades que están cooptadas por el islamismo. No tengo nada en contra de los musulmanes, no tengo nada en contra del cristianismo, soy una persona que levanta la bandera de la libertad de credo. El problema es que cuando tu base fundamental es la desaparición y la no aceptación del otro, estamos en problemas. Y no se han dado cuenta que Free Palestina es un gran eslogan en el cual subyace toda esta colonización mundial del islamismo.
-En esta fecha tan especial, ¿cuál es tu visión sobre cómo se ha transformado la narrativa internacional respecto de ese evento?
-Para los que tienen una narrativa negacionista, el 7 de octubre quedó lejos. Lo soslayan directamente porque ven un solo lado de la crisis humanitaria que genera una guerra, y el gran problema es que cuando uno saca a relucir o pone sobre la mesa el tema del 7 de octubre te dicen que no existió. Lo más grave de todo esto es la justificación de la masacre bajo el paraguas de la causa Palestina, la resistencia palestina, la revolución de Palestina. Es decir, el fin justifica los medios. No estamos hablando de violación, no estamos hablando de secuestro, pero contiene métodos bélicos, y ahí ya no está justificado. Es decir, ya es una masacre y un genocidio. Cuando hay una un doble estándar y una doble vara, es muy difícil, y eso es lo que impera en quienes defienden el relato pro Hamás.
-¿Hasta qué punto los medios de comunicación han dimensionado correctamente la gravedad de ese ataque en comparación con otros conflictos?
-En este conflicto, como en muchos otros, los medios tradicionales han ido demostrando dos papeles diferentes que jugaron. Los medios de comunicación tradicional han demostrado que abogan por la libertad de empresa. Y en general, muchos medios han sido cooptados por la narrativa del islamismo radical o del radicalismo islámico. En muchos casos hay mucha inversión, claro está, de parte de quienes sostienen el relato de lo que ocurre en Gaza con una sola fuente: es decir, la fuente de Hamás. Estoy hablando de las grandes cadenas internacionales, a las que poco le interesa preguntarse qué dicen las otras fuentes como Israel u otras totalmente independientes.
-¿Qué papel pueden jugar figuras públicas, intelectuales y periodistas en mantener viva la memoria de hechos como este sin caer en instrumentalizaciones ideológicas?
-Los medios están en desprestigio porque cayó su credibilidad. Lo que pasa es que no todo el mundo sabe la responsabilidad de lo que significa mantener la memoria viva de ciertas cuestiones. Es más, hay personajes importantísimos en materia de liderazgo mediático que hasta niegan lo sucedido el 7 de octubre o le bajan el precio porque sostienen que pudo haber sido, algo que aparte no está confirmado, una maniobra de autoflagelación por parte de Israel. Por lo general con el tema del conflicto en Palestina vos no vas a escuchar gente que te diga “yo condeno enérgicamente lo que hizo Hamás y también condeno las acciones bélicas que Israel lleva adelante”. También es cierto que hay mucho miedo por parte de los influencers y las figuras públicas de tomar posición cuando la misma puede ser cuestionada. Entonces, siempre es más fácil subirse a la manada, y como lo que también quieren es cosechar likes y aplausos, porque de eso viven, toman la posición más cómoda.
-¿Qué significa “justicia” en un contexto de guerras de esta escala?
-Creo que la justicia va muy de la mano con la interpretación que tiene la gente hoy de lo que es la verdad. La justicia es lo equitativo y lo que necesita cada uno. Para Israel, justo hubiese sido que no se ataque directamente al país. Para Israel, justo sería, en estos casos, la devolución de los secuestrados y los cadáveres, y la conformación de una región pacífica. Para Palestina, justo sería la desaparición de Hamás. Esa es mi visión de la justicia: la reconstrucción de sus ciudades, y la conformación de un estado que le permita crecer y vivir también en armonía con el resto. Pero la interpretación de muchos sobre la justicia -que va, insisto, en paralelo con la verdad- no sería eso, sino que sería la desaparición del pueblo de Israel. ¿Por qué? Porque les parece que es justo.

-Estás lanzando tu nuevo libro, Judíos de M13rda, el odio siempre arde de nuevo. ¿Qué nos podes adelantar?
-Viene con una mirada distinta sobre el antisemitismo. Tiene que ver con una novela ideológica que parte de seis historias de judíos que, alineados en contra de Israel o que reniegan de su judaísmo, reciben ataques antisemitas, y eso hace tambalear su posición, porque requieren de Israel, justamente de quien reniegan. Está marcado e impregnado por situaciones actuales. Vas a ver mucho de lo que ves en los medios hoy, en seis historias, que si bien no son historias reales, se basan en personajes de la realidad con situaciones de la realidad.