"Lo que pensaba que iba a ser un viaje súper interesante, terminó siendo una pesadilla. Porque la agenda que se había preparado para ir, más allá de lo que era la marcha del orgullo en Tel Aviv, era para conocer qué trabajo viene realizando Israel desde hace un tiempo en materia de inclusión LGBTIQ+.", comenta Diana Zurco con cierto pesar a revista GENTE tras haber regresado de su "surreal travesía" por el Medio Oriente.
La reconocida periodista y locutora llegó el jueves 12 de junio a la ciudad israelí ansiosa por las actividades que la misma embajada había programado para ella y un selecto grupo de activistas LGBT y diputados nacionales. Sin embargo, aquella ilusión se convirtió en una pesadilla y su comitiva debió escapar de los ataques entre Irán e Israel.
En ese sentido, Zurco relata en primera persona su odisea en Medio Oriente y lo divide en 3 capítulos: "Los días más oscuros de su vida"; "Su escape de Israel y el temor de ser una persona trans en países árabes" y "El regreso a la Argentina: reflexiones y motivaciones tras rozar la muerte".
Los días más oscuros en la vida de Diana Zurco: "Pensaba en la muerte"
-Teniendo en cuenta que no desconocías los dilemas bélicos que se vive en aquel lado del mundo ¿Nunca se te cruzó por la mente este panorama?
-No. Si bien, como es de público conocimiento aquel conflicto, uno tiene una idea de dónde va. Lo que pasa es que como no hubo ataques directos como los que se dieron después, entonces no te imaginás, o no nos imaginábamos de que podía suceder eso. Podía estar dentro de una probabilidad, pero por otra parte también vos vas protegida o fuimos protegidos precisamente por la embajada. O sea, no me imaginé que podía estallar o recrudecer de esa forma y realmente fue muy duro y grave. Porque empezó a haber ataques balísticos. Los misiles que provenían desde Irán, Israel los interceptaba a través de su domo de hierro y eso lo podíamos ver desde el hotel donde estábamos. Yo los podía ver desde la ventana de mi habitación.
-¿Cómo fueron esas primeras horas tras tu llegada?
-Llegué el jueves 12 de junio, cerca de las 2 y pico de la tarde al al aeropuerto de Tel Aviv y de ahí fuimos al hotel. Ese primer día, lo que quedaba de él fue todo tranquilo. Encima era un día muy lindo porque estaban entrando en verano. Caminamos cerca del hotel, fuimos a comer algo y realmente te puedo decir que se veía y se percibía un clima de tranquilidad en la sociedad israelí. Pensar que al día siguiente, el viernes 13, era la marcha.

-¿Cómo vivía la sociedad el día previo a la marcha del orgullo?
-Vos sabés que percibíamos en el ambiente ese clima de orgullo. Había en las calles gente del colectivo y eso a mí me me llenaba de orgullo.
-¿En qué momento del viernes se tornó todo oscuro?
-La madrugada del viernes. Sí, cerca de las 3 de la madrugada del jueves para el viernes. Estaba en mi habitación, en el piso 12, eran casi las 3 cuando empecé a escuchar una sirena, yo no entendía nada. "¿Qué está pasando?", decía. Salgo a la ventana y no veía nada. Pensé hasta que era como una especie de simulacro.
¿Vos estabas sola en tu habitación o compartías?
-Sí. Aunque todos los del grupo estábamos hospedados en el mismo piso. Igual te aclaro que luego de escuchar las sirenas, al minuto recibimos un mensaje que para mí era la primera vez que lo recibía. Recuerdo que mi celular empezó a transmitir una alarma extraña que nunca había escuchado antes, con una leyenda que decía algo así como "alerta extrema". A los segundos nos escribe una de las personas responsables de nosotros, por parte de la embajada, que estaba allí y nos dicen "vayan inmediatamente a la zona de las escaleras de ese mismo piso".
-¿Por qué a ese lugar?
-Por lo que yo pude aprender ahí, nos contaron que ante la inminencia de un ataque, si llega a pasar algo, aquella parte de la infraestructura, por el hormigón de las escaleras, quizás puede protegerte más que estando en una habitación. Por supuesto que eso es relativo porque depende de dónde caiga un misil. Entonces, lo primero que tenés que hacer estando en en un edificio es correr hacia ese sector.
-¿El hotel tenía un búnker?
-Sí, el hotel tenía búnkers. Tenía hasta 4 subsuelos. Los búnkers estaban en un piso -2, -3 y -4.
-¿Vos te acordás que estabas haciendo al momento que suena la alerta?
-Estaba organizando mi valija, además me colgué un poco con las redes y la televisión. Empecé a ver los canales de noticias y hacer zapping. Que te aclaro que como es otro idioma no entendía nada, y lo último que te ibas a poner a pensar era en ver las noticias por si lanzan un misil.
-¿Qué fue lo primero que pasó por tu mente cuando te dicen, "Bueno, vayan a las escaleras", porque ya ahí yo creo que vos estabas oliendo algo?
-Primero la incertidumbre. No sentí tanto temor. Sí sentí como esa incertidumbre fuerte de encontrarme en una situación inesperada de golpe, sin saber qué es lo que podía pasar. Todavía no entendía nada. Los primeros minutos yo no entendía nada.
-¿Saliste preparada como para no volver más a la habitación o sin nada?
-Salí con el con el camisón blanco. Tenías que ir siempre con el pasaporte, un bolsito, donde tener cosas a manos. La primera vez llegué a agarrar mi cartera nomás y después permanecimos todo el grupo junto con esta persona de le embajada que que nos cuidaba. Recuerdo que nos decía que no nos pongamos nerviosos, que estemos tranquilos. Es muy loco ver cómo esta gente, entre comillas, lamentablemente están como acostumbrados a esto. Porque capaz que pasan las alarmas y ellos hacen una vida normal, van a tomar un café o vuelven a sus casas. Eso es realmente llamativo porque siento que tienen derecho a vivir una vida normal.
-Luego de esa primera alerta, ¿cómo sigue tu madrugada/mañana de viernes?
-Estuvimos un ratito, no te puedo decir cuánto porque no lo recuerdo, ahí en la escalera y ya nos dijeron que había pasado la alarma, que podíamos volver a las habitaciones pero que estemos como atentos porque en cualquier momento se podía recibir una respuesta desde Irán y ahí estaba el peligro, pero Irán no respondió esa madrugada. Todo empezó hacia la noche del viernes. Por lo que ese mismo día nos autorizaron a poder caminar y salir de donde estábamos, pero monitoreado, por supuesto, por las personas que nos asistía.
-¿Ahí ya te habían cambiado la agenda que tenían planeado para el viernes?
-Se canceló todo. Esa mañana del viernes nos confirmaron que se cancelaba todo por seguridad, lógicamente, por supuesto. Se cancelaron todas las actividades: esto de ir a conocer refugios para jóvenes LGBT, los recorridos históricos de la comunidad LGBT en algunas ciudades que teníamos programado. Incluso íbamos a ir a Jerusalén, entre otras muchas cosas.

-¿Y cuál fue tu sensación luego del primer alerta que reciben? ¿Pudiste dormir algo?
-No, no, no. Esa madrugada cuando volví a mi habitación obviamente dormí, pero dormí mal. Hasta tratar de conciliar el sueño es todo un tema.
-¿Le escribiste o te comunicaste con alguien en Argentina?
-Mirá, como habían 6 horas de diferencia entre Israel y Argentina yo no quería asustar a nadie. Estuve primero como expectante a ver qué era lo que iba a pasar.
-¿Cómo fueron tus últimas horas de normalidad?
-La gente de la embajada nos autorizó salir a caminar bajo el sol, que para nosotros era como respirar, entre comillas, algo de normalidad para no volvernos locos dentro de un encierro. ¿Se comprende? No podíamos ir lejos, por supuesto. Pero era muy loco, se veía como que se vivía con total libertad y tranquilidad. Pero después a la tarde comenzaron las alertas y empezó el ataque de Irán. No recuerdo exactamente la hora, pero cuando empezaron los ataques se empezaron a ver las luces. Ya se venía, digamos, la parte más oscura de la historia.
-¿Cuando arrancan los misiles, tipo a impactar y demás, ¿vos estabas con el grupo o estabas sola en tu habitación?
-Siempre, siempre estuvimos juntos en grupo y por momentos cada uno en su habitación.
-¿Cuál fue tu sensación cuando empezaste a ver todo ese escenario en el cielo?
-Una sensación de algo nuevo y desconocido que no me había pasado nunca jamás en mi vida. No lo había vivido nunca de cerca. Y desde ese lugar hay como un estado incierto de inconsciencia que te tiene entre el temor, el no temor y la incertidumbre. Por momentos no tenía miedo, pero por momentos esa alerta que tenemos los seres humanos me decía: "Ojo que acá puede caer algo, ojo que puede impactar, ojo que podés morir". Ese era el diálogo que empezaba a generarse dentro de mi cabeza.
-En aquel momento incierto y complejo, ¿llegaste a pensar en alguna de las noches que morías?
-Contemplabas que puede haber un escenario así, de la mejor manera posible. Recuerdo que en un momento de esos días en el grupo hubo como una charla donde se tocó el tema. Si se sentía miedo o no. Algo que también se notó fue la ansiedad en los compañeros. Yo también tenía mucha ansiedad por un momento, pero lógico. Pero te digo que sí sentí temor en algunos momentos. Sentí miedo como en el tercer día. Imagínate que los ataques eran continuos y sobre todo a la noche y a la madrugada que íbamos a los búnkeres y ahí sí tenían pantallas de los noticieros y se podía ver en directo los ataques. Era tremendo estar ahí abajo.
-¿Cómo eran eso de los subsuelos? ¿Quiénes podían acceder a ellos o cómo los dividían?
-Por lo que yo vi, las personas encargadas de ese lugar, de ese hotel, eran los que organizaban. Al principio fuimos como a un segundo subsuelo. La primera vez que fuimos para abajo, era un lugar tranquilo que tenía como un comedorcito, una cocinita. Ahí creo que fui dos o tres veces y después en las siguientes ocasiones empezamos a ir al cuarto subsuelo, cuatro pisos bajo tierra donde había un sector de café, una bebidas, jugos, agua, eso para tomar, para hidratarse. Era un lugar chiquito pero era dentro de todo agradable.
-¿Algún momento que te haya marcado de aquellos días en el búnker?
-Cuando me tocó ir un día al último subsuelo, ahí sentí mucho temor porque estaba lleno de gente. Había gente con sus nenes, sus hijos, perros, gente mayor. Hablando todos en idiomas que yo no entendía porque eran de diferentes lugares. Había un clima más lóbrego. Esa fue la primera vez que pensé, "Acá si cae un misil, ¿cómo vamos a salir?". Ahí sí sentí miedo de que algo podía pasar y y que si pasaba o impactaba un misil en ese edificio ya estaba. Pensaba "¿Cuánto podés sobrevivir si acá pasa algo? ¿Cuánto podemos estar? ¿De qué manera terminábamos?".
-¿Era sílo gente del hotel la que se refugiaba ahí?
-Entre nosotros había sobrevivientes de otros lugares que perdieron todo, los derivaban. Ellos recibían unas cajas en el lobby del hotel con lo necesario: les daban ropa, elementos básicos para que puedan tener. Una por familia.
-Una imagen bastante cruda para vos siendo tu primera vez experimentando eso, ¿no?
-Absolutamente. Y después pensar y salir, salir de ahí y saber que vos seguís bajo riesgo.
-¿Tenían conexión de internet o hubo momentos en los que estuvieron incomunicados?
-Ahí en el edificio siempre tuve Wi-Fi, pero cuando ibas al subsuelo se te cortaba.
-¿Cómo se descansa en esa situación?
-No, no descansás. Dormís, dormís mal. A medida que pasaban las horas y los días, el estrés se iba acumulando. Todos estábamos así, muy estresados y muy desgastados. A mí me pasaba varias veces que por ahí me quedaba dormida y ya me despertaba con el sonido del teléfono de la alarma, y corrías entre dormida al subsuelo.
-¿Vos tenías preparado un bolsito con cosas? ¿Qué tenías armado?
-Sí, claro. Lo elemental, los documentos, pasaporte, la billetera, no sé, mis cosas. Y siempre las botellitas de agua, la mochila. Llevaba últimamente la mochila, ya en los últimos días más que la cartera, porque además de los documentos tenía algunas cosas para comer, unas barritas de cereal, algo para tener por las dudas.
-Hablando desde lo más vanidoso, supongo que el arreglarse o higienizarse en algún punto pasaba a segundo plano...
-Claro. Lo último que haces es agarrar el espejo y verte, o peinarte. Creo que una vez me lavé el pelo hasta después de dos días. Además, otra cosa, si te agarraba la alerta y vos te estabas bañando, ¿qué hacías? A mí casi me agarra una alerta en la ducha una vez, por suerte ya había salido y solo tuve que agarrar unas cosas y bajar.
-¿Tuviste miedo alguna vez de quedarte dormida y capaz no escuchar la alerta?
-No, a mí no me pasó. Pero a otros integrantes del grupo les pasó de haberse quedado dormido en algún momento. En esos casos nosotros igual golpeábamos la puerta, y despertábamos a quienes se dormían y les decíamos que teníamos que correr abajo. Que fuerte recordarlo, hoy te hablo desde otro lugar y puedo hacerlo, antes no.
¿Cuántos días fue que estuviste en esta situación?
-Entre cuatro y cinco días, en esa situación de tener que estar alerta, ir al subsuelo... En Tel Aviv estuvimos hasta el martes 17.
De huir de los ataques balísticos en Israel a la odisea de ser una mujer trans en el Medio Oriente
"Cuando tuvimos que escapar por países árabes, lo más duro fueron las migraciones, pero en el adentro yo noté gente cálida, en cuanto a la sociedad árabe", hace una salvedad la periodista trans, quien tuvo que escapar por Jordania y Dubái antes de volver a su Argentina natal, con los suyos.
En cuanto al siguiente capítulo de su trágica historia, Diana relata: "Estuvimos en Tel Aviv hasta el martes 17 de junio. Nos fuimos un ratito antes, tipo cerca de las 8 de la mañana emprendíamos viaje hacia Jordania".

-¿Cómo fue ese momento en el que finalmente salís de Israel?
-Recuerdo que cuando vamos hacia Jordania, al llegar al primer paso fronterizo, en un país de tránsito como iba a ser Jordania, cuando llegamos al área de migraciones tuve miedo porque en un momento a mí me separan. Primero nos retuvieron a todos los pasaportes, algo que no nos imaginábamos que iba a pasar, que el chofer del micro nos agarre todos y se lo lleve. Nos tuvimos que bajar después todos o agarrar las valijas y fuimos al acceso donde te escanean, y de repente me apartan y yo no entendía nada. Recuerdo que empecé a mirar a la persona de la embajada que nos estaba acompañando en todo momento.
¿Y qué sucedió?
-Bueno, en un momento esta persona encargada me dice, "Bueno, Diana, tenés que ir." Y yo fui al sector donde te revisaban, había dos mujeres policías con túnica y hijab. Estaban sentadas, ni siquiera una mesita había. Yo cuando veo esa imagen, digo, "¿Qué pasa si me revisan? Soy una mujer trans en un país árabe, ¿quién me va a proteger?". Por suerte parece que algo me protegió, no sé qué. Pero estas dos mujeres, una de ellas me habla, me mira y me pregunta mi nombre primero y de dónde era. Todo en inglés. Y en un momento me mira una de ellas, que es la única que me habló, nunca se pararon, siempre se quedaron sentadas y me mira de arriba a abajo nuevamente y me dice, no me voy a olvidar más: "you a beautiful girl, beautiful girl, go, go, go" (Tu una mujer bonita, vete, vete). Me hacía seña con la mano derecha como vete, vete. Cuando salgo de ahí, sentía que el peso de mi cuerpo era una pluma. Respiré y dije, "Dios mío, no puedo creer".
-¿Cuál era tu peor escenario?
-Que me revisen, que vean que soy una mujer trans y que me hagan algo, que me demoren y me hagan un problema por mi pasaporte.
-¿Y pasaste por otra situación así luego?
-Sí, pero no dentro de un cuarto como en esa oportunidad. Igualmente en inmigración estuvimos como 6 horas con los chicos. Una tortura.
-¿Había posibilidad de comunicarte con tu familia en ese transcurso?
-Sí, les envié un par de fotos y videos en algunos momentos para que estén tranquilos. A la primera de todos era a mi madre, le mandaba alguna foto o algún video de mí en la ciudad o recorriéndola para que se quede tranquila.
-¿Cuál fue tu sensación cuando por fin se instalaron en Jordania?
-Cuando fuimos a Jordania nos alojamos en un hotel y ese fue el primer momento que sentí alivio. Dijimos, "Acá no va a caer un misil." Pero yo estaba en guardia por la cuestión de que soy una mujer trans. Entonces yo al no conocer la sociedad, lo primero que pensaba, era si no me iban a agreder, a ver si me dicen algo, sobre todo los los hombres árabes pensaba. Pero eso no lo vi. Al contrario, percibí calidez de la gente del lugar.
-Te noto muy sorprendida.
-Te digo lo que a mí me pasaba. Sentía una simpatía por demás, incluso por parte de los varones. ¿Vos me entendés? Algunos chicos me cargaban en el grupo, me decían "pasa que sos atractiva Diana". No sé si soy atractiva o no soy atractiva, no lo sé. Lo único que sé es que en ese momento me sorprendió bastante lo que percibo de la gente y los varones. Parecía una película...
-Era como surreal, ¿no?
-Exactamente. Después de tanto sufrimiento, venir y experimentar situaciones como de flirteo o coqueteo era hasta cómico. En el momento yo sentía que estaba dentro de un capítulo de una película.
-¿Cómo sigue tu travesía por el Medio Oriente?
-Después de ahí, cuando pudimos conseguir un vuelo, nos fuimos hacia el aeropuerto de Amán. Cuando llegamos al aeropuerto de vuelta volvieron a revisarnos en la parte de migraciones. Me sacaron todo de la mochila, la cartera, todo. Me retuvieron un rato y bueno, hay cosas que me las sacaron simples, una crema, algunas cositas de esas, pero bueno, el momento es feo cuando lo pasás.
-¿Hubo algo que te llevaste de Israel para recordar?
-Sí, me pude comprar alguna que otra especia para mí y mi mamá.
-¿Cuál fue tu última escala?
-Tuvimos que ir a Dubái, nos tuvimos que quedar una noche. Yo no lo podía creer, decía Mirá qué circunstancia. Vengo a estar en Dubái. Con esos edificios tremendos, las luces, una cosa increíble. Y yo decía, "No puedo creer estar aquí." Aunque también tuve miedo en un momento. Porque cuando llegamos me demoraron dos mujeres policías . Una me miraba re mal con mala cara, me pidió el pasaporte y ahí uno de los chicos del grupo se acerca y habló por mí también y nada, le decía que yo venía con una delegación. Después me enteré, que me comentó una activista trans del grupo, que aparentemente en ese país suele haber mujeres trans que van a ejercer el trabajo sexual. Entonces hay como un prejuicio hacia las personas trans de que vos vas a ejercer un trabajo sexual a su país.
El post de los días más oscuros de Diana Zurco: "Los primeros días tuve pesadillas"
"Afortunadamente ya no tengo pesadillas, pero los primeros días en Buenos Aires, después de volver de Israel, tuve pesadillas y sentía como un nudo en el pecho", detalla crudamente la periodista.
Sobre su llegada al país, recuerda: "Me esperó mi mamá en mi departamento, me trajo comida casera, me abrazó, lloramos y al día siguiente cuando me desperté, mi cabeza era como que no estuviese acá. Sentía que mi cabeza se había quedado allá".

-Una vez que pisaste suelo argentino y que pudiste reunirte y abrazar a una persona de tu familia, de tu círculo más íntimo ¿Qué es lo primero que pensaste o qué reflexión podés hacer?
-Mi madre me estuvo esperando y para mí eso fue todo, verla a ella, por supuesto que lloró un montón, y yo también. Luego del abrazo que nos dimos cuando nos vimos, ahí entendí todo y entendí lo que significa el valor de la vida. Entendí el verdadero sentido de nuestras vidas, que son los seres queridos, la gente que te quiere y el por qué vivís. Cuando estás viendo la muerte de cerca, después se te abre la mente, se te expande la conciencia y empiezas a ver las cosas desde otro lugar.
-Mencionaste que sufriste de pesadillas los primeros días. Me imagino que esa alarma de las alertas se te ha de haber quedado grabada en la cabeza.
-Los sueños y pesadillas eran con aeropuertos, con hoteles y con las luces de estos misiles que eran impactados en el cielo. Y después tenía como una sensación de un nudo en el pecho, la tuve un par de días, con el tiempo se me fue yendo de a poco. Sentía algo duro en el pecho y creo que eso era de angustia.
-¿Viste a algún profesional? ¿Estás haciendo terapia o algún tipo de tratamiento para seguir adelante?
-Mirá, me han preguntando amigos y familiares si no debería hacer terapia, pero yo no necesito hacer o al menos hasta el momento no siento que lo necesite, pero no lo descarto. Si hay que hacer y acudir a una profesional o a un profesional, lo haré, pero hoy no lo siento.
-¿Cómo fue tu proceso de sanación?
-Bueno, cuando yo llego al país el viernes 20, descanso el sábado y domingo, y yo hasta el domingo en la tarde noche estaba por sentado que el lunes me reintegraba a mi trabajo, a Radio Ciudad, pero algo me hizo desistir de esa decisión, y es más, desde la radio me dijeron, "Diana, si necesitas tomarte un par de días más, tomátelos por una cuestión lógica de tu salud." Y sentí la necesidad de tomarme dos días más, porque sentía que no estaba del todo óptima para empezar a trabajar. Y siento que me hizo bien, sinceramente.
-¿Y esos días que te tomaste, estuviste con tu mamá o qué hiciste? ¿Cómo fueron?
-No, con mi mamá estuve el fin de semana, luego ella tuvo que volverse a su casa. Así que el lunes y martes estuve sola, pero muy contenida desde el celular con mi familia. Pero siento que esos dos días de tranquilidad eran necesarios, de poder dormir y bajar. Vos pensá que mi cabeza estaba todavía, yo no digo en shock porque sinceramente, tengo que ser honesta, no sentí un shock, pero sí ese post que te queda de una experiencia fuerte. Te aclaro que no llegó a ser un post trauma, como se le llama a veces, pero sí es cierto que me pasó lo que te decía, lo de ese nudo en el pecho, primero tuve unas pesadillas, quizás esos sean síntomas de un post trauma, pero te puedo decir que afortunadamente se me fue disipando, se me fue yendo, y sabés, lo mejor que pude hacer fue volver a trabajar, el reintegrarme al trabajo y ver la solidaridad de mis compañeros de trabajo. Eso también fue hermoso.
-Te emociona.
-Me emocionó porque me hizo dar cuenta del cariño de mis colegas, amigos, familiares, y de la gente que me sigue. Muchísima gente me escribió solidarizándose por redes. Era como sentir un gran abrazo de cierre cálido de mi país y de mi gente después de todo lo que me tocó vivir.

-Tras experimentar esta oscura experiencia en la que rozaste la muerte ¿Hay algo que te haya hecho replantearte en lo personal?
-Sí. Valorar más mi vida y en sacarme mochilas que no me correspondan, que ya me las venía sacando de antes, pero esto me hizo dar cuenta que no nos tenemos tampoco que agobiar tanto porque no le vayamos a caer bien al 100% de las personas. Entonces creo que lo mejor que podemos ser o hacer con nosotros mismos es ser honestos y sinceros con nosotros mismos, para desde ahí poder construir para los demás y poder ayudar a los demás.
-Diana, ¿cuántos años tenés vos?
-45.
-Con 45 años, bastante joven como para pensar "esta puede ser mi última noche", ¿no?
-¡Uf! Totalmente. Sí, totalmente. Vos sabes que acá te iba a decir algo que te lo digo desde el corazón. Sin caer en algo místico, pero sabes que yo siempre, y ojalá me creas esto porque lo digo de corazón y capaz que a mucha gente le pasa, supongo que debe ser la fe. Pero siempre sentí que algo me protegía.
-¿Vos sos creyente?
-Yo vengo de familia católica y estudié en un colegio católico, pero me alejé de la institución de la iglesia como institución, pero sí yo creo que hay una energía que remite a un Dios que está. Yo creo en eso y tengo una fe. No le pongo una etiqueta o un nombre institucional. Como puede ser una religión católica, judía o musulmana. Creo que hay algo universal que nos guía o que nos puede guiar si queremos verlo, escucharlo o sentirlo.
-En esos momentos de estrés, de angustia, de ansiedad ¿rezabas o te encomendabas a alguien o algo?
-Sí, le pedía como al cielo. Pedía que me proteja y que me cuide.
-¿Hay alguna promesa u objetivo que te hayas puesto estando allá, para cuando salgas de aquel episodio?
-Mirá, no en concreto. Lo que siento es seguir haciendo el trabajo que me gusta que es la radio, la televisión, comunicar, ser una una comunicadora, pero seguir dando lo mejor de mí. Lo que sí te puedo decir es que si antes tenía ganas o había un proyecto de escribir un libro mío, porque me lo vienen sugiriendo hace bastante, desde antes de este viaje, hoy creo que hay un nuevo capítulo de resiliencia en mi vida y seguramente vamos a hacer algo con esto.
-¿Contando tu historia?
-A mí me gustaría que sea algo que realmente pueda servirle a los demás. No quiero un libro autobiográfico por hacer una mera autobiografía. Me gustaría que pueda tener contenido, que pueda tener datos, que pueda tener información que le pueda servir a la gente, que quede para los demás. Eh, pero te puedo decir que esto puede abarcar distintos espectros, distintos aspectos. Vos pensá que esta mujer y periodista trans ya ha marcado como muchos hitos y paradigmas que ya quedaron para siempre y que forman parte de la historia. Eso todavía no se volcó en un libro, pero a mí me gustaría que todo lo que se pueda documentar, que todo a lo que se le pueda dar forma desde ahí, sea un testimonio que pueda ayudar y servir a las personas de mi colectivo LGBTQ+, estudiantes que hoy se están recibiendo, chicas trans y chicos trans, que están siendo locutores, periodistas, comunicadores, docentes, que digan "si Diana Zurco pudo, yo también". Ese es el mensaje, eso es lo que va a quedar. Para contestar tu pregunta, sí, quizás esta experiencia sirvió para terminar de fomentar las ganas de escribir un libro que pueda servirle o ayudar a alguien y que perdure como una especia de legado.
-Yo creo que esta este viaje te marcó te marcó de por vida, ¿no? Supongo que hay un antes y un después.
-Vos lo dijiste. Así es. Hay una marca que va a quedar para siempre. La moraleja de esto hoy en día, ya viéndolo desde este lugar: Siendo una mujer trans, me tocó vivir en carne propia lo que me sucedía en Israel y después en países árabes, lo contrario en lo que refiere a la cuestión de de derechos LGBT y más que no existen en los países árabes, pero sí en Israel. Entonces, a mí me tocó vivir esos dos escenarios, vivirlos en carne propia, en el mes, pleno mes del orgullo. Entonces digo, ¿Qué más? ¿Qué otra cuestión puedo yo me imaginarme, no? Después de todo esto, digo, qué gran aprendizaje, ¿no? Porque cuando hablamos de orgullo LGBTQ+, ¿a qué nos referimos? ¿Qué contempla sentir orgullo LGBTIQ? ¿Cuál es el espectro que abarca el orgullo? Entonces ahí tomo más dimensión de esa transversalidad cuando hablamos de orgullo.


