La conmoción por el triple crimen de Florencio Varela, que estremeció al país, sumó un nuevo capítulo con la aparición de imágenes que podrían convertirse en pruebas clave. Luego del arresto en Perú de Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, se conocieron fotografías de Lázaro Víctor Sotacuro, detenido en Bolivia, que mostraban heridas visibles en sus manos.
El sospechoso, de 41 años, fue capturado el viernes pasado en un hotel de Villazón, en la frontera con La Quiaca, Jujuy. La policía boliviana detectó inmediatamente las marcas en su piel, especialmente en la mano derecha.
Los uniformados interpretaron que podrían corresponder a mordeduras defensivas. La imagen resultó estremecedora: las tres jóvenes asesinadas —Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez— habrían intentado resistirse antes de ser brutalmente atacadas.

El propio ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, fue categórico: “Las interpretamos como una mordedura”. Sin embargo, fuentes judiciales aclararon a Infobae que los peritos que analizaron de forma preliminar las lesiones no pudieron confirmar aún que se trate de impresiones dentales. Aun así, no descartaron que las heridas se hayan producido en el contexto de los homicidios.

Sotacuro, de doble nacionalidad peruana y argentina, está acusado de haber manejado la Chevrolet Tracker blanca en la que trasladaron a las tres víctimas. Ese vehículo, registrado a su nombre, fue una de las pruebas centrales que permitió orientar la investigación.
EL hombre también apareció vinculado a un VW Fox que habría funcionado como apoyo logístico en la misma operación. Aunque él negó haber participado de los hechos, los investigadores sospecharon que también estuvo presente en la propiedad donde Brenda, Morena y Lara fueron torturadas y asesinadas.

Qué se sabe hasta ahora del triple crimen narco
La trama narco que rodea el crimen tiene como figura principal a “Pequeño J”, de apenas 20 años. Apodado también como el “sospechoso estrella” de la causa, quien fue arrestado en Perú tras permanecer prófugo varios días. Según los investigadores, es el cabecilla del grupo y el encargado de coordinar el secuestro y la posterior ejecución de las jóvenes, oriundas de Ciudad Evita.
El hallazgo de los cuerpos descuartizados en bolsas negras, enterradas en un pozo cavado al fondo de una casa en Florencio Varela, expuso la brutalidad del caso. La escena habló por sí sola: planificación, frialdad y un mensaje mafioso detrás del crimen.

Las heridas en las manos de Sotacuro, ahora registradas en las imágenes difundidas, se convirtieron en un nuevo indicio. Para los especialistas, si se confirma que fueron mordidas, la prueba podría reforzar el vínculo directo del acusado con la ejecución del triple asesinato.
Mientras tanto, los investigadores no descartan que otro de los hombres del círculo de “Pequeño J”, Matías Agustín Ozorio, haya sido trasladado al lugar en el VW Fox. Cada pieza encaja en un rompecabezas siniestro que sigue sumando detalles macabros.
Hoy, la Justicia espera los resultados de los peritajes definitivos sobre las lesiones de Sotacuro. Pero más allá de la cautela oficial, las imágenes generaron un fuerte impacto público. Porque, a diferencia de otros elementos de la causa, mostraron de manera cruda las posibles marcas de resistencia que las tres chicas dejaron en el cuerpo de uno de sus verdugos.
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