El caso que conmocionó al fútbol barrial y que durante cuatro décadas se mantuvo envuelto en un manto de misterio tuvo, en las últimas horas, un giro inesperado. Diego Fernández Lima, el joven futbolista de Excursionistas que en 1984 desapareció a los 15 años, fue hallado en mayo pasado enterrado en una fosa clandestina en la medianera de una vivienda de Coghlan. Un dato perturbador: esa casa estaba justo al lado de donde vivió, durante dos años, Gustavo Cerati.
En la propiedad lindera residía, en aquel entonces y aún hoy, la familia Graf. Allí creció Cristian Graf, ex compañero de Diego en la ENET N°36 y principal sospechoso del homicidio. Este lunes, Graf —ahora de 58 años— se presentó en la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N° 61, a cargo del fiscal Martín López Perrando, para “ponerse a disposición de la Justicia”.
Según confirmaron fuentes del caso, Graf y Fernández Lima no eran amigos cercanos, pero compartían la pasión por las motos. Coincidieron en las aulas hasta segundo año, cuando Diego —que jugaba en las divisiones juveniles de Excursionistas— repitió y cambió de curso. Pese a eso, seguían en contacto.
El 26 de julio de 1984, el adolescente le pidió a su madre dinero para el colectivo después de almorzar. Dijo que iría a lo de un compañero y luego a la escuela, donde tenía taller. Nunca volvió. La última persona que lo vio fue un conocido, en la esquina de Monroe y Naón, a solo cinco cuadras de la casa de los Graf.
En diálogo con el diario La Nación, un detective judicial reveló: “Por los indicios que tenemos, creemos que el 26 de julio de 1984, Fernández Lima fue por su propia voluntad a la casa de la familia Graf. Pasó algo que terminó con el homicidio del joven futbolista. Se busca determinar quién fue el asesino y, además, el móvil del crimen”.
Consultado sobre si Graf es el único sospechoso, un informante de la causa fue tajante: “Está claro que la víctima fue asesinada y enterrada en la casa de la familia Graf. Ahora debemos determinar quién fue el asesino o los asesinos. En el momento de la desaparición de Diego, en el chalet vivía el matrimonio Graf con sus hijos, Cristian y una adolescente”.
Para reconstruir el vínculo entre la víctima y el principal acusado, el fiscal López Perrando citó a declarar a más ex compañeros de ambos. También escuchará a los obreros que, durante una obra de demolición y excavación, encontraron los restos de Diego de manera fortuita.
La expectativa es alta: las testimoniales se tomarán entre hoy y mañana. Mientras tanto, la familia Fernández Lima espera que, después de 41 años, la Justicia pueda ponerle nombre y motivo al crimen que les arrebató a Diego para siempre.
