Julieta Prandi se plantó en tribunales y lo dijo sin anestesia desde 2019, cuando hizo la denuncia por primera vez: vivió un infierno en la tierra, atrapada en una relación de control absoluto, aislamiento, humillación y violencia sexual reiterada mientras dormía. Su marido Claudio Contardi la violó “infinitas veces”, la hizo sentir “una cosa” que solo quería morirse, y le confiscó redes, dinero, afectos y hasta sus ganas de existir.
Hoy al mediodía, sin la presencia de la modelo y conductora –que llegó luego de conocerse el veredicto–, el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de Zárate-Campana leyó la sentencia: la justicia condenó a Contardi a 19 años de prisión por abuso sexual reiterado, violencia psicológica y amenazas.

En diálogo con GENTE, Melisa García, abogada feminista fundadora de Abofem Argentina, explicó las claves del veredicto y por qué este es un caso ejemplificador y sienta un precedente.
"Más allá de lo que haya solicitado la querella y de las penas máximas, hay una cuestión importante que es que la condena que termina recibiendo (Contardi) es la más cercana en términos de lo que prevé la ley, lo que prevé el Código Penal. Y que, de esos 20 años que solicitaba la fiscalía, 19 fueron efectivamente la condena en la sentencia. Después habrá que ver obviamente cómo el tribunal compone esa pena específicamente en base al desarrollo de esos argumentos que vienen a posteriori del dictado de la sentencia", plantea la especialista en derecho.
Al consultarle a la docente y activista, egresada de la Universidad de Buenos Aires, en qué sentido el fallo es ejemplificador, responde: "Creo que lo es en tanto hay una presión social debido a que ella es una persona muy conocida que contó su historia y puso de manifiesto lo que viven decenas y decenas de mujeres en este país". Además, García destaca que Prandi, al relatar la violencia que sufrió en carne propia "termina generando que la conmueva a la sociedad y, en algún punto, poner estos temas en debate".
Según señala García, el fallo que se dio a seis años de la primera denuncia de Prandi "pone de manifiesto la lentitud de la justicia", a la par de que el caso en sí "expuso cómo se victimiza a las víctimas y se descree de las mujeres". Ya lo había expuesto Prandi: “Es una pesadilla tener que transitar tantos años de pericias, entrevistas, denuncias, confirmación de denuncias, mientras que a la otra parte no les exigen absolutamente nada”.

El infierno de Julieta Prandi en primera persona
Prandi y Contardi se conocieron en el año 2000, cuando Julieta trabajaba como promotora en Pinamar. Luego se reencontraron en 2007. En enero de 2011 dio a luz a su primer hijo, y nueve meses después se casaron. En ese momento “era una relación que prosperaba y que creía iba a funcionar. Formamos una familia, compartíamos sueños y proyectos y teníamos una relación de mucho compañerismo y, yo creía, de mucho amor… Hoy con el diario del lunes puedo decir que no. Eso no era amor. Siento que nunca hubo amor y que todo fue “violencia psicológica, amenazas, estafas, maltratos y sometimientos”.
Así hablaba Prandi en diálogo con GENTE en 2020 acerca de su exmarido, Claudio Contardi, padre de sus hijos Mateo y Roco. “Siento que no tuve otra opción, hice lo que pude cuando pude. Quizas me costó mas por el solo hecho de tener dos hijos, y eso hizo que mis decisiones fueran distintas: las tuve que pensar más y preparar el terreno para irme. No fue fácil”, aseguraba por entonces quien el 9 de octubre de 2019 denunciara a su ex marido por violencia familiar luego de enterarse de la pesadilla que estaban viviendo sus hijos.
Los pequeños, a los que el padre les pedía que se refirieran a su mama con descalificativos (“la yegua”, “la putita” o “la tilinga”), convivían con la nueva pareja de Contardi, una mujer llamada Cynthia, de quien les hacían decir que era la niñera. Tras perder el control de sus cuentas, sufrir violencia psicológica y planear durante un año el escape de la casa familiar junto a sus hijos, Prandi relataba en diálogo con este medio: “Siempre fue una persona celosa, controladora y posesiva. No me dejaba actuar, y me llevaba y me traía a todos lados. Tampoco me dejaba manejar, y controlaba mis tiempos y mis horarios”.
Eso que podía revelar por entonces acerca de su "carcelero" apenas era un porcentaje del infierno que sufriría. Prandi relató un calvario metódico y brutal: abusos sexuales que la acosaban mientras dormía –“era parte de su modus operandi” contó entre lágrimas–, con el hijo en la cuna al lado de la cama. La arrastraba a un control total: le cortaba el módem, escondía su celular en el freezer, aislaba sus contactos, la vigilaba por intermedio de personas que contrataba (“Lorena era mi carcelera, pasaba informes de todo lo que hacía”).
Tal como contó Prandi, la violencia psicológica era despiadada: incluyeron chantajes sobre su salud y expectativas (“No vas a cumplir más años, vas a recibir una corona”, “Si fueses hombre no tendrías los huesos sanos”) y burlas humillantes (“yo era una cosa, y esa cosa quería estar muerta”). "Aunque hay heridas que me duraran años", hoy el mundo es un poco más justo para Julieta.
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