Mientras los ojos del mundo se posan sobre Gaza, Israel y Hamás avanzaron exitosamente sobre la parte esencial del acuerdo que cambia el tablero del conflicto: la "fase 1" del plan impulsado por Donald Trump para lograr una convivencia pacífica. Entre la entrada en vigor del alto el fuego, la retirada parcial de tropas israelíes, la emotiva liberación de rehenes y la llegada de ayuda humanitaria urgente, se abre un escenario cargado tanto de optimismo cauteloso y alivio como de incertidumbre.
Mediado por Estados Unidos, Egipto y Qatar, el acuerdo inicial de paz prevé la entrega de 48 cautivos israelíes a cambio de 1.950 prisioneros palestinos, incluidos 250 con cadena perpetua. Trump fue testigo en situ del intercambio que comenzó a primera hora del lunes e integra su “plan de 20 puntos para Gaza”, centrado en la reconstrucción y la cooperación regional.
En Israel, miles de personas se reunieron en la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv mientras el primer ministro Benjamin Netanyahu celebró el entendimiento pese a las divisiones internas de su gobierno. "Comienza el camino de la sanación", expresó este último.

En Gaza, el anuncio provocó manifestaciones de alivio entre una población exhausta tras dos años de guerra. Mientras los habitantes siguieron las noticias desde los escombros y las carpas de desplazados temiendo bombardeos tras el intercambio, las autoridades palestinas celebraron la tregua. "El pueblo palestino necesita paz y reconstrucción, no más guerra”, afirmó Mahmoud Abbas. Este domingo Trump fue quien tuvo la voz cantante: "La guerra terminó".
Pero detrás de los anuncios y titulares, surgen preguntas incómodas: ¿Qué pasará una vez que los primeros presos sean liberados? ¿Se podrá mantener la paz más allá de este primer paso de alto el fuego e intercambio masivo de rehenes? ¿Realmente Hamás aceptará un desarme completo? El analista internacional Andrés Repetto lo explica con crudeza y claridad en diálogo con GENTE.

La verdad tras el acuerdo: qué será lo más difícil de conciliar y qué es lo urgente
La "fase 1" del plan de 20 puntos que impulsó Trump y se anunció el miércoles pasado ya se ejecutó. Las medidas incipientes permitieron establecer el alto el fuego temporal. Y si hay algo claro, según el análisis de Repetto, es que "todo comienza con una retirada estratégica de las tropas israelíes hasta una zona determinada".
"Esta maniobra inicial no es un gesto simbólico: es lo que va a permitir avanzar con la liberación de los rehenes y de los presos palestinos que permanecen en cárceles israelíes, muchos condenados a cadena perpetua. Eso sí: Israel no va a liberar a uno de sus máximos dirigentes, dejando claro que hay límites incluso en la negociación", plantea el periodista especializado en política internacional.

“La liberación de los rehenes y la entrada de ayuda humanitaria son el primer gran paso”, explica Repetto. Y la urgencia es brutal: al principio se hablaba de 600 camiones de ayuda por día, cuando hace apenas unas semanas se necesitaban 900. “Imaginate la velocidad con la que tiene que entrar la comida”, insiste al referirse sobre lo fundamental que es el ingreso de la ayuda humanitaria. Este dato refleja la gravedad de la situación y cómo la fase inicial del plan busca aliviar, aunque sea parcialmente, el hambre que hoy golpea a Gaza.
Otro punto clave que destaca Repetto es el manejo de la liberación. “Vamos a ver imágenes que se van a replicar en todo el mundo. Pero lo que se busca es que no haya propaganda, como pasó en procesos anteriores, donde ves a miembros de Hamás vestidos con uniformes aprovechando la presencia de prensa internacional”, apunta. La intención ahora es clara: los rehenes serán entregados directamente a organismos como la Media Luna Roja o la Cruz Roja, y a partir de ahí trasladados a hospitales y lugares seguros. Todo diseñado para minimizar la exposición política y la utilización mediática del proceso.

Lo que sigue a esta primera fase de negociación de paz: ¿se podrá sostener el resto del plan?
Pero Repetto advierte que la gran incógnita está en lo que viene después. “Hay que hacerse una pregunta incómoda pero real: ¿qué va a pasar el día después de que los rehenes hayan sido liberados?”, plantea. Según dice, Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, ya dejó en claro en sus últimos discursos que las operaciones israelíes continuarán, lo que abre un escenario complejo.
Porque las siguientes fases del plan no son sólo simbólicas: incluyen, por ejemplo, el desarme de Hamás, un punto que genera escepticismo. “Jamás van a querer desarmarse. Van a confiar en la posibilidad de un exilio fuera de Gaza, o que, una vez en Gaza, si dejan las armas, no van a ser buscados por las fuerzas israelíes”, sostiene Repetto.
Según el analista, hasta ahora, muchos de los 20 puntos son apenas títulos: ideas que todavía no se han desarrollado. Por eso, "la liberación de los rehenes no es el fin", sino el inicio de un proceso donde la pregunta de fondo es si el resto del plan se podrá sostener. “Ahí entra mucho la presión de Estados Unidos”, analiza el experto. Y lanza la duda que todos los observadores se hacen: ¿Va a mantener EE.UU. la presión diplomática y militar para garantizar que los próximos puntos se cumplan, o Trump va a considerar que, con la liberación de los rehenes, ya logró lo que buscaba?.

En suma, la "fase 1" del plan de Trump es la más tangible hasta ahora: retirada de tropas, liberación de presos y ayuda humanitaria masiva. Todo lo demás, desde el desarme de Hamás hasta la implementación de fases posteriores, sigue siendo una incógnita. Lo que sí es seguro, según Repetto, es que los ojos del mundo estarán puestos en Gaza en las próximas semanas, no sólo por las imágenes de liberación, sino por la tensión que implican los pasos siguientes y el verdadero desafío de sostener un acuerdo que hasta ahora vive más de títulos que de acciones concretas.
Cuáles son 20 puntos que propuso el gobierno de Trump y se pusieron en juego en las negociaciones por la paz
Hoy, con el alto el fuego activado y las liberaciones de rehenes en marcha, el ideal estructurador de Trump y su plan de 20 puntos cobran vida. Aunque, claro, su éxito dependerá de si las partes cumplen los plazos, aceptan la supervisión externa y concertan los pasos siguientes para el desarme y la gobernanza apolítica y compartida.
A continuación, todas las cláusulas que se pusieron en juego en el plan original propuesto por el mandatario norteamericano.
1. Gaza será una zona desradicalizada, libre de terror y que no represente una amenaza para sus vecinos. La meta es eliminar capacidades ofensivas y cambiar el entorno ideológico, y supone desarme verificado y garantías regionales para sostener la seguridad.
2. Gaza se redesarrollará en beneficio de su población, tras años de destrucción. El plan prioriza reconstrucción económica e infraestructura para crear empleos y condiciones que desincentiven el extremismo.
3. Si ambas partes aceptan, la guerra terminará de inmediato y las fuerzas israelíes se replegarán a líneas acordadas para preparar la liberación de rehenes. Mientras se acuerda el repliegue, se suspenderán todas las operaciones militares y se congelarán las líneas de batalla hasta completar la retirada escalonada.
4. Dentro de las 72 horas siguientes a la aceptación pública israelí del acuerdo, todos los rehenes (vivos y fallecidos) serán devueltos. Este plazo inmediato busca crear un impulso humanitario y de confianza que haga avanzar las fases posteriores del acuerdo.
5. Tras la entrega de rehenes, Israel liberará 250 presos con cadena perpetua y 1.700 detenidos desde el 7 de octubre de 2023. Además, por cada resto entregado israelí, se entregarán los restos de 15 gazatíes. El intercambio masivo pretende equilibrar demandas de justicia y catapultar la desescalada, aunque su ejecución es compleja y políticamente sensible.
6. Miembros de Hamás que se comprometan a la convivencia pacífica y desarmen recibirán amnistía; los que deseen salir de Gaza tendrán pasaje seguro. Esa cláusula busca dividir a la organización entre moderados dispuestos a integrarse y quienes opten por el exilio, un enfoque controvertido en términos de rendición de cuentas.
7. Aceptado el acuerdo, se enviará ayuda completa a Gaza (incluyendo rehabilitación de agua, electricidad, hospitales y equipos para remover escombros), conforme al acuerdo del 19 de enero de 2025. Garantizar el flujo humanitario inmediato es clave para sanear la hambruna y generar legitimidad internacional al proceso.

8. La distribución de ayuda se realizará sin interferencias a través de la ONU, la Media Luna Roja y otras instituciones internacionales independientes; la apertura de Rafah seguirá mecanismos previos. Ese mecanismo busca aumentar transparencia y disminuir la dependencia de actores locales sospechados de politizar la ayuda.
9. Gaza será gobernada temporalmente por un comité tecnocrático palestino, apolítico y supervisado por un nuevo organismo internacional (Board of Peace) presidido por el propio Trump y otros líderes. Se propone una autoridad transitoria para servicios públicos y reconstrucción, con supervisión internacional hasta que la gobernabilidad local se reorganice.
10. Se creará un plan económico de Trump para reconstruir y energizar Gaza, convocando a expertos que hayan desarrollado ciudades modernas en la región. El objetivo es atraer inversión extranjera y proyectos de desarrollo que ofrezcan alternativas económicas a la violencia.

11. Se establecerá una zona económica especial con aranceles y accesos preferentes negociados con países participantes. La ZE pretende impulsar exportaciones, inversión y empleo mediante incentivos comerciales y acuerdos bilaterales.
12. Nadie será forzado a salir de Gaza; quienes quieran marcharse podrán hacerlo y regresar si así lo desean; la iniciativa incentivará a los habitantes a quedarse y reconstruir. La cláusula intenta contrarrestar temores a desplazamientos masivos y legitimar la reconstrucción in situ.
13. Hamás y otras facciones no tendrán ningún rol en la gobernanza; todas las infraestructuras militares (túneles, fábricas de armas) serán destruidas y no reconstruidas. El plan exige una desmilitarización verificada -incluyendo compra de armas y reintegración- como condición para la normalización.
14. Los socios regionales garantizarán que Hamás y las facciones cumplan sus obligaciones y que el “Nuevo Gaza” no represente una amenaza. El respaldo de países vecinos busca crear un entramado de garantías externas frente a la re-emergencia de la violencia.

15. EE.UU. y sus socios desarrollarán una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) para desplegarse en Gaza, entrenar fuerzas policiales palestinas y coordinar seguridad con Egipto e Israel. La ISF actuaría como solución de seguridad interina para prevenir la entrada de municiones y asegurar corredores humanitarios.
16. Israel no ocupará ni anexará Gaza; el IDF se retirará progresivamente a medida que la ISF establezca control, bajo estándares y hitos vinculados a la desmilitarización. La salida israelí estaría condicionada a milestones verificables que reduzcan el riesgo de un resurgimiento militar.
17. Si Hamás retrasa o rechaza la propuesta, las medidas previstas (incluida la ayuda ampliada) se aplicarán en las zonas “libres de terror” que el IDF entregue a la ISF. Es una cláusula de presión: seguir adelante parcial o selectivamente para crear hechos sobre el terreno aún sin la plena aceptación de Hamás.
18. Se instaurará un proceso de diálogo interreligioso basado en tolerancia y coexistencia para cambiar narrativas entre palestinos e israelíes. Esta pieza blanda busca trabajar con sociedades civiles para consolidar cambios culturales que acompañen la paz institucional.
19. Conforme avance la reconstrucción y el programa de reforma de la Autoridad Palestina (PA), podría abrirse un camino creíble hacia la autodeterminación y eventual estado palestino. El plan condiciona la vía hacia el Estado palestino a reformas internas y seguridad sostenida, dejando el calendario a negociaciones posteriores.
20. Estados Unidos facilitará un diálogo entre Israel y los palestinos para acordar un horizonte político de coexistencia pacífica y prosperidad compartida. El punto final busca institucionalizar la diplomacia bilateral y regional como marco para consolidar los logros del acuerdo.

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