“El gran amor de su vida fue Zulema”, expresó Carlos Ruckauf en una revelación inesperada. Según contó el exvicepresidente y compañero de ruta del caudillo riojano, Carlos Saúl Menem (1930-2021) se lo habría confesado dos años antes de morir. La declaración generó una gran sorpresa ya que la historia entre el expresidente que gobernó durante dos mandatos y Zulema Fátima Yoma no fue lo que se diría una perfecta historia de amor.
En pleno fulgor de la "pizza con champagne", no solo la echó de Olivos. La por entonces primera dama enfrentó al poder, se permitió dudar y buscar justicia por su hijo Carlitos Menem Jr por su sospechosa muerte, además de denunciar las incontables infidelidades del "Turco" (desde la admitida relación con Graciela Alfano a un comentado romance bajo las sombras con María Julia Alsogaray) y sus "acciones machistas".

Mientras Menem, la serie de Prime Video sobre la vida del fallecido mandatario argentino (protagonizada por Leo Sbaragia, como Carlos, y Griselda Siciliani, como Zulema) arrasa en reproducciones y vuelve a poner sobre la mesa la escandalosa figura del abogado, todos los focos vuelven hacía su primera esposa.
De hecho fue la madre de Carlitos y Zulemita quien se le animó a hacerle frente. Es que Zulema pasó de ser la amada a la desterrada: en 1990, la incondicional dejó su antiguo traje de dama de hierro a ser echada de Olivos sin parpadear y con la policía como testigo. Claro que las declaraciones de Ruckauf parecen contradictorias a la luz de los hechos, aunque tiempo después, Zulema volvería a acercarse a quien se convirtió en su marido en 1966.
La historia de poder, amor y desamor de Carlos y Zulema
Se conocieron en La Rioja, entre festejos familiares y promesas de poder. Carlos Menem ya era un joven abogado carismático y ambicioso, con aura de seductor serial. Zulema Yoma era la hija de un poderoso empresario sirio, bella y de carácter fuerte. También, con una determinación que pocos hombres de la época podían tolerar. Una desobediencia que tiempo después le saldría demasiado cara.
La atracción fue inmediata y la química, explosiva. A los 20 años, ella dejó todo y se casó con él. Durante los años más duros de la militancia peronista y la prisión política de Menem en Magdalena, Zulema fue su sostén. Lo visitaba en la cárcel, criaba a sus hijos, tejía la red de afectos y negocios que luego impulsaría su carrera presidencial.
Cuando el líder nacido en Anillaco llegó a la presidencia y asumió el 8 de julio de 1989, también llegaron la fama, las visitas de Xuxa, las fotos con los Rolling Stones y opíparas cenas en Olivos donde recibía a figuras de la farándula como Yuyito González y Moria Casán, entre muchas otras.

El matrimonio entre Carlos y Zulema fue tóxico y sobrevivió a todo. Desde el romance que el político tuvo en Formosa desde 1981 con la maestra Martha Meza, de cuya relación nació Carlos Nahir (hijo extramatrimonial que reconocería legalmente un cuarto de siglo después) hasta supuestas agresiones físicas y el escandaloso episodio en el que en 1990 la expulsó de la Quinta de Olivos con sus hijos.
El día en que Menem echó de Olivos a Zulema y a sus hijos
Uno de los mayores escándalos presidenciales de la historia fue cuando por orden de su esposo, Zulema fue expulsada de la quinta presidencial. En la tarde del 12 de junio de 1990, la primera dama intentó reingresar a la residencia de Olivos, rodeada de fotógrafos, cronistas con micrófonos y cámaras de televisión.
Sin embargo, su intento fue en vano, ya que el jefe de la Casa Militar, el brigadier Andrés Antonietti, siguiendo órdenes de Menem, le impidió el acceso. Antonietti había desplegado fuerzas policiales en la quinta y se había armado con un aerosol paralizante, preparado para neutralizar cualquier resistencia física de la primera dama.

Ella intentó resistirse a la expulsión, pero su hijo, Carlos Junior, la convenció de lo contrario al notar una ambulancia estacionada en la entrada. Le advirtió que su padre podría haber dado instrucciones para internarla en un psiquiátrico si causaba algún alboroto. La advertencia no era descabellada, ya que la amenaza había sido mencionada en más de una discusión matrimonial. Además, en un intento de crear una imagen de inestabilidad emocional, se le llegó a atribuir la afirmación de que su esposo había colocado un cocodrilo en la piscina con la intención de matarla.
Carlos Menem defendió públicamente la expulsión con una frase que buscó imprimirle épica institucional: “Entre la Patria y la familia, elijo la Patria”. Pero en privado, el motivo era más personal y político. Zulema había empezado a incomodar. Opinaba, denunciaba y no aceptaba el rol ornamental que se esperaba de ella. En pleno escándalo por el contrabando de armas, declaró sin filtros: “Hay muchos delincuentes en este gobierno”. El comentario generó un temblor interno y fue la gota que rebalsó la copa. Menem se lo reprochó formalmente en un telegrama: “Resulta inaceptable tu pertinaz interferencia”.
La expulsión fue un punto de quiebre definitivo. No solo marcó el final de su rol como primera dama: dejó al descubierto la tensión feroz entre el relato triunfalista del poder y una mujer que se negaba a callar.

Los escándalos de Carlos Menem y Zulema Yoma: de la "violencia física" al divorcio, con un aborto incluido
La relación entre Zulema Yoma y Carlos Menem estuvo marcada por episodios de violencia física, según relatan los libros El Jefe, de Gabriela Cerrutti, y Junior, de Alejandro Margulis. Ambos documentos incluyen testimonios de allegados que dan cuenta de agresiones sufridas por Zulema desde el inicio del matrimonio. En una conversación con su secretario, Jorge Mazzucheli, cuarenta días antes de ser desalojada de Olivos, ella le confesó: “Estoy muy mal, me pegó toda la noche”. Le mostró marcas en el pecho y los brazos. Cerró con una frase que aún hoy resuena: “Está loco, me va a matar”.
Margulis, por su parte, cita al obstetra Gustavo Brizuela, quien atendió a Zulema tras la pérdida de un embarazo a los tres meses de casada. En una visita, la encontró con el rostro amoratado por los golpes. Cuando lo confrontó, Menem intentó justificarse preguntando si los médicos no recomendaban “dar un chirlo a los chicos”. Brizuela lo frenó: “Eso no son chirlos, son puñetazos. No es de hombres pegarle a una mujer”. Zulema pidió el divorcio en 1991 por “injurias graves e infidelidad” y lo obtuvo recién en 1995. Pero ni la separación ni el paso del tiempo lograron cerrar una historia atravesada por política, violencia y rencor.

Otro escándalo emergió con el aborto que ambos decidieron realizar entre los nacimientos de sus hijos, Carlos Facundo (1968) y Zulema Eva (1970). Años más tarde, cuando Menem se declaró públicamente antiabortista y estableció el Día del Niño Por Nacer en 1998, Zulema reveló que él había apoyado la interrupción de ese embarazo. La confesión dejó en evidencia las contradicciones entre sus decisiones privadas y sus posturas públicas. Menem nunca confirmó ni desmintió el hecho, y el tema volvió a circular cuando se aprobó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en 2020, días antes de su muerte.
A pesar del historial de enfrentamientos, Zulema acompañó a Menem en sus últimos días. Volvieron a convivir en su departamento de Belgrano y hasta circularon rumores sobre un posible nuevo casamiento, que nunca se concretó. El 14 de febrero de 2021, Menem murió a los 90 años. Ella estuvo ahí, cerca, como una figura inevitable de su vida: la mujer que incomodó al poder, la madre de sus hijos, su compañera en las sombras y, según confesó él mismo, el gran amor de su vida.

Fotos: archivo Grupo Atlántida
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