El caso que dejó a decenas de estudiantes de Eldorado, en Misiones, sin su fiesta de egresados sigue revelando nuevos matices. Romina Enríquez, la madre señalada por la desaparición de más de 17 millones de pesos recaudados durante meses por las familias de la Escuela de Comercio N.º 19, ahora aparece vinculada a una hipótesis distinta a la que ella misma había planteado en un primer momento.
De acuerdo con información que surgió en el marco de la investigación, el dinero no habría sido destinado exclusivamente al juego en casinos, como aseguró inicialmente la mujer, sino que habría sido utilizado para financiar un evento nocturno que terminó en un fuerte fracaso económico.
Fuentes cercanas a la causa indicaron que se trató de una fiesta o recital privado, con bandas, barra y una estética inspirada en los años ’90, organizada por la propia Enríquez, quien habría actuado como productora.

Esta nueva línea investigativa pone en duda la versión que sostuvo la acusada cuando estalló el escándalo, y sugiere que el relato del casino pudo haber funcionado como una explicación inicial para justificar el faltante. Aunque existen registros que muestran su vínculo con el juego, los investigadores creen que esa no habría sido la principal vía por la que se evaporó el dinero.
La fuerte declaración de una de las madres que lleva adelante la denuncia
El impacto entre las familias fue inmediato. Mónica Biczyk, docente de Lengua y Literatura en la misma institución y una de las madres que encabezó la denuncia, expresó sus dudas sobre la nueva hipótesis.
“Pienso que no es verdad. Esto nunca se mencionó y aparece ahora de golpe. Para mí es una estrategia de defensa para tratar de salir de esta situación. La conocemos y no es así”, sostuvo.
En declaraciones a Infobae, Biczyk contó que, tras la presentación judicial, comenzaron a surgir otros testimonios en la ciudad. “Personas que trabajan con ella o la conocen nos dijeron que ya había tenido problemas similares. Organizaba eventos y, según comentan, no sería la primera vez que pasaba algo así, pero como eran montos menores nadie denunciaba”, explicó.
La mujer había sido elegida como responsable del fondo común por su perfil activo y por presentarse como alguien con experiencia en la organización de eventos. Durante meses, las familias realizaron aportes mensuales con la confianza de que los servicios estaban siendo contratados. Sin embargo, cuando solicitaron comprobantes de pago, las respuestas siempre fueron evasivas.

La estafa salió a la luz el mismo día previsto para la fiesta, cuando los dueños del salón advirtieron que solo se había abonado una seña mínima. A partir de ese llamado, el esposo de Biczyk realizó la denuncia policial y el resto de los padres presentó transferencias y recibos como prueba del dinero entregado.
Mientras la Justicia analiza el alcance de la maniobra y si existieron otros engaños previos, el daño emocional sigue siendo profundo. “Los chicos confiaban mucho en ella. Les organizaba campamentos, actividades y hasta una serenata para los profesores. Para ellos fue un golpe durísimo, una traición”, lamentó la docente.
La causa continúa en etapa de investigación y no se descarta que aparezcan nuevos damnificados. Para las familias, el objetivo ahora es doble: saber con exactitud qué pasó con el dinero y evitar que una situación similar vuelva a repetirse. La fiesta pudo realizarse de manera improvisada, pero la confianza perdida dejó una marca mucho más difícil de borrar.

