Se siente solo y un poco ermitaño en Las Grutas, a mil kilómetros de Buenos Aires. Este martes cumplió 78 años. Está feliz porque todas las noches, de martes a domingos, en el teatro de la Casa de la Historia y la Cultura, donde protagoniza el vodevil Trampa para tramposos, cuelga el más ansiado cartel del show business: localidades agotadas. Y explica que “acá, la vida no es como la de Mar del Plata, donde hay más opciones para ver y hacer cosas. Pero por suerte estamos lejos de los programas de chimentos, y no los necesitamos para que nos vaya bien. En el elenco todos me toman como el consejero, quizá por la edad, o porque tengo más de medio siglo de profesión”. Se aloja en la suite del hotel Casino, a dos cuadras del teatro, desde donde domina toda la bahía: tiempo de serenidad...
–¿Cómo le llegó la propuesta para hacer temporada acá?
–Por vía de Gabriela Mandato y Gaby Figueroa, las dos productoras de la obra. Al principio me pareció raro ir a Río Negro para hacer teatro, pero después me sorprendió lo hermoso que es el lugar. En Buenos Aires alquilo un departamento en Recoleta, y esta propuesta me permite vivir tranquilo todo el invierno.
–¿Cómo es un día suyo acá?
–Demasiado tranquilo... Paso muchas horas solo, encerrado en la habitación del hotel, porque todo el elenco está desparramado por la ciudad. Quizá por estar un poco viejo soy rutinario. No bajo a desayunar: me preparo uno o dos tés, compro tostadas en el súper, y me quedo leyendo El año del Compañero Papa, de Alejandro Borensztein. No almuerzo desde hace cuarenta años: a esa hora camino por la rambla hasta la tarde, vuelvo para dormir una siestita, me afeito, me baño y miro el noticiero de El Trece. Evito los programas de chimentos, porque no me interesan las cosas que inventan, y mucho menos los escándalos. Después nos reunimos con el elenco, y como tenemos función recién a las once de la noche, cenamos, hacemos la función... ¡y de vuelta a la cama!
–¿Solo?
–Sí, estoy muy solo.
–¿Dónde quedó el Isidoro Cañones de los años setenta?
–No sé, tal vez me estoy volviendo viejo. Siempre me gustaron las mujeres, pero me siento algo retirado de la conquista. Por otra parte, en el elenco no hay nadie suelto: todas las chicas tienen pareja. Ya no estoy para enamorarme. Mi último gran amor fue Carmen. La amo profundamente. Pero es imposible que olvidemos todo lo que sucedió entre nosotros en los últimos tres años.
–¿Cómo están las cosas entre ustedes?
–Más o menos. Ultimamente, ella está muy cambiante. El otro día, cuando Federico debutó en Brillantísima, me mandó fotos y me habló muy bien de él. Pero ahora se volvió a atacar conmigo por el video de Ayelén Paleo que dice tener Luis Ventura.
–¿Alguna vez se filmó un video con esa chica?
–Nunca estuve con ella ni me filmé teniendo relaciones sexuales. Con ella ni con nadie. A Carmen le llevaron ese cuento, y se enfureció.
–¡¿Tiraron venticinco años de matrimonio por un rumor?! Cuesta creerlo...
–Lo único que deseo es tener una buena relación con Carmen. Tenemos un hijo en común, y quiero llevarme bien. Extraño salir a comer y compartir las cosas que teníamos de familia. A veces, en Buenos Aires me deprimo mucho, porque extraño esa vida. Estar solo todos los días es muy feo. Añoro nuestras charlas, los asados en la quinta, todo... No quiero morir sin compartir un buen momento con Carmen y Fede.
–Pero algo pasó... ¿Cómo era su relación de pareja con Carmen?
–Buena. Nunca discutíamos. Sólo había diferencias respecto del trabajo. Podíamos hacerlo porque los dos tenemos muchos años en esto. Es más: creo que hoy ella tiene una mirada más clara que la mía a la hora de montar una revista. La admiro como mujer y como profesional.
–Al oírlo, parece que su amor por ella no murió.
–Fueron veinticinco años juntos... Pero creo que nunca me perdonará, y menos volver a ser la familia que fuimos.
–Federico publicó en su cuenta de Twitter una foto donde escribía con porros el número 2014. ¿Qué sintió?
–Fue una humorada más de mi hijo. No me parece tan tremendo como dice su madre. El siempre dice lo que piensa. Una vez, de gira, Carmen y yo descubrimos que unas personas del elenco fumaban en el micro. Hablé con Federico. Le dije que quería echarlos. Y me contestó: “Papá, si hacés eso vas a tener que echar a todos”. Me callé la boca. Me di cuenta de que tenía razón. Por otra parte, Federico no está haciendo apología de la droga, ni nada de eso. Fue algo personal...
–¿Alguna vez compartió un porro con su hijo?
–¡No, jamás! Soy de otra generación. Cuando le pregunté por qué lo hacía, me dijo que la marihuana le pega un viaje increíble. Yo nunca necesité droga para vivir ni para actuar. Creo que Fede está bien, y que gracias a Carmen tiene la cabeza ocupada.
–¿Le molesta que, después de tres años, los programas de chimentos sigan hablando de su infidelidad y su separación?
–Sí. Por eso decidí no ver nada más que noticieros. Sólo me entero de las cosas por las páginas de Internet... y a veces ni eso. Pero no la paso bien. Me quedé sin familia, y eso me pone muy triste. No puedo ser feliz, aunque subir al escenario me ayuda y me hace la vida menos pesada.
Lejos de los programas de chimentos y del ruido de los escándalos, recaló en estas playas para vivir una temporada atípica: un espectáculo en el único teatro del lugar.
Su vida en Las Grutas es muy rutinaria. Desayuna en su cuarto, no almuerza, camina, y de martes a domingo sube al escenario para desplegar Trampa para tramposos, con Gabriela Mandato, Gaby Figueroa, Claudia Segura y elenco.
“Jamás compartí un faso con Federico. Cuando le pregunté, me dijo que la marihuana le pega un viaje increíble. Pero yo pude vivir y actuar sin eso”