La vida de Juan Cruz Zanaboni siempre estuvo ligada al mar. A los 36 años, este argentino nacido en Temperley y formado como buzo en Puerto Madryn, Chubut, acumuló más de una década de experiencia en aguas profundas, perfeccionándose como profesional en distintas partes del mundo. Pero el último fin de semana, mientras practicaba apnea en una pileta de Bahamas, un episodio inesperado lo dejó entre la vida y la muerte, sumergiéndolo a él y a toda su familia en un verdadero drama.
Cómo fue el accidente que sufrió Juan Cruz
El sábado 30 de agosto, Juan Cruz realizaba ejercicios de apnea en el marco de un curso de capacitación cuando, por motivos que aún no están del todo claros, no pudo salir a la superficie.
Fue encontrado flotando, inconsciente y con las pulsaciones débiles. Su pareja, Cecilia Bacella, que lo acompañaba en ese momento, relató en Instagram cómo vivió esos instantes desesperantes: “Lo encontraron desvanecido, con los pulsos bajos, y tuvieron que hacerle maniobras de RCP. Gracias a eso volvió, pero estaba muy complicado”.

Tras ser estabilizado, el joven fue trasladado a un hospital de baja complejidad en Freeport, la famosa isla de Grand Bahama. Allí quedó internado en estado crítico, intubado y con los pulmones llenos de agua. La preocupación de su entorno se multiplicó de inmediato y las redes sociales se llenaron de pedidos de ayuda para sostener el costoso tratamiento.
Es que, tal como explicó su novia en las redes, donde se lleva adelante una importante colecta solidaria: "Gracias al RCP lograron salvarlo, pero ahora está en estado crítico y necesita un tratamiento avanzado con ECMO para sobrevivir. Necesita traslado a un lugar cercano, como Miami, y luego que se estabilice traslado a Argentina".
Quién es Juan Cruz Zanaboni
La hermana de Juan Cruz, Ximena Zanaboni, aportó más detalles en diálogo con el diario La Unión: “Él trabaja en República Dominicana hace un tiempo y estaba en Bahamas haciendo un curso, fue a estudiar, a capacitarse, pero cuando sucedió esto no estaba en horario laboral, estaba en la pileta y no sabemos qué pasó que no pudo salir. Sus pulmones están muy complicados, por eso necesitamos esa máquina y el traslado urgente”.
El esfuerzo de la familia, que no paró un segundo desde que se conoció el hecho, permitió concretar este martes un primer paso clave: trasladar a Juan en un avión sanitario hasta Cancún, México. Allí continúa su internación, con pronóstico reservado. Sin embargo, el alivio es parcial. Los gastos médicos en el exterior son altísimos y cada día implica una cifra que resulta imposible de afrontar sin la colaboración de la comunidad.
Por eso la colecta solidaria sigue en pie. Su sobrino, Luca Cristino, lo explicó a revista GENTE con crudeza: “El traslado finalmente se consiguió pero ahí no termina la colecta. Los costos médicos son muy altos y corren por cuenta nuestra”.

La cadena de solidaridad que se generó alrededor de Juan Cruz traspasó fronteras. Colegas, amigos y hasta desconocidos difundieron su historia, conmovidos por la dimensión del accidente y por su trayectoria como buzo. Luna, instructora de buceo y amiga personal, lo describió en redes sociales con palabras llenas de afecto: “Es un gran amigo, un ser amoroso y lleno de luz. Tiene 36 años y toda una vida por delante”.

Quienes lo conocen destacan su entrega y profesionalismo. Desde muy joven, Juan Cruz soñaba con explorar las profundidades y con formar parte del reducido grupo de buzos argentinos que se desempeñan a nivel internacional.
Su recorrido lo llevó a trabajar en distintos proyectos, desde tareas de buceo recreativo hasta capacitaciones especializadas en técnicas de inmersión. En República Dominicana había encontrado su lugar de residencia laboral en los últimos años, siempre con el mar como escenario.

El caso de Juan Cruz Zanaboni es un recordatorio de cómo, en cuestión de segundos, la vida puede cambiar por completo. Hoy, el buzo argentino enfrenta el desafío más difícil de su carrera: sobrevivir. Y para lograrlo, necesita del acompañamiento y la solidaridad de todos.
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