A menos de una semana de recuperar la libertad, Christian Brueckner, el alemán señalado como principal sospechoso por la desaparición de Madeleine McCann, volvió a quedar en el foco mediático.
Vinculado desde 2020 a la causa que investiga qué pasó con la nena británica desaparecida en Praia da Luz, Portugal, en 2007, Brueckner siempre se negó a declarar ante la Policía. Sin embargo, apenas salió de prisión, sorprendió con un inesperado relato en una local de venta de celulares.
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Según reconstruyó el diario británico The Sun, Brueckner, que acaba de cumplir condena por la violación de una mujer de 72 años en la misma región portuguesa donde vacacionaba la familia McCann, pasó más de una hora y media en un comercio de telefonía móvil.
Allí compró un teléfono marca china, una tarjeta SIM y trató de configurar su cuenta de WhatsApp mientras hablaba con el empleado del comercio, Farouk Salah-Brahmin. Todo quedó registrado por las cámaras de seguridad.

En esa charla, que Salah-Brahmin describió luego como “perturbadora”, el sospechoso de 49 años se jactó de tener información capaz de “poner fin al escándalo del siglo”. Aunque no mencionó explícitamente a Madeleine, insinuó que podía “aportar su propia solución” y hasta habló de unos pendrives. “Por la forma en que lo dijo, no podía estar hablando de otra cosa”, aseguró el comerciante.
Brueckner también mostró su tobillera electrónica y se rió: “Mirá, estoy bajo control”. Según el empleado, fue la primera conversación extensa que mantuvo desde que recuperó la libertad. “Me dio miedo. Es un tipo peligroso y tuve que mantener la distancia”, confesó al citado medio.

En ese intercambio, el alemán insistió en su inocencia, dijo ser víctima de “una injusticia” y negó los delitos por los que fue condenado. Incluso cuestionó las pruebas de ADN en su contra y deslizó que su vida corre peligro por la “información especial” que maneja sobre “algunas personas”.
La aparición de Brueckner en ese comercio de telefonía y sus frases ambiguas reavivaron la atención sobre un caso que lleva 18 años sin resolverse. Madeleine McCann desapareció en mayo de 2007 del departamento turístico donde dormía junto a sus hermanos mientras sus padres cenaban en un restaurante cercano. Desde entonces, la investigación –con ramificaciones en varios países– no logró cerrar con pruebas concluyentes.
Hoy, Brueckner está en libertad pero bajo vigilancia. Sus recientes comentarios, cargados de insinuaciones y secretos no revelados, alimentan nuevamente el interés y la expectativa en torno a un misterio que sigue conmocionando a la opinión pública mundial.

