Caminando por la avenida Dorrego, en el cruce de la calle Báez, se puede apreciar parte de la estructura del Pabellón del Centenario con los andamios que marcan su restauración. Desde hace un tiempo, la pintura derruida volvió a tomar su clásico color beige. Sin embargo hoy, luego de la subasta que la Agencia de Administración de Bienes del Estado hizo del predio de 42 mil metros y se terminó quedando Eduardo Costantini por 127 millones de dólares, existe un temor entre sus vecinos.
Como -de acuerdo a lo que pudo saber Revista GENTE- ese polígono de tierra quedó exceptuado de la venta y permanecerá bajo el cuidado del Ejército Argentino, el miedo de los vecinos radica en que las tareas de restauración que vienen realizándose (el Grupo Cencosud fue obligado a hacerlas por un fallo de la Corte Suprema de Justicia) se encuentran a cargo del supermercado que va a ser desalojado en poco más de un año. No obstante, por ahora los trabajos parecen a seguir en pie hasta su finalización.

Se trata de una de las joyas que está buscando volver a su esplendor. La idea es que cuando los trabajos queden completos, el lugar se transforme en un museo del Ejército. La Comisión Nacional de Monumentos de Lugares y de Bienes Históricos estableció medidas concretas para protegerlo, en medio del plan de venta que había lanzado en los últimos meses.

“Este edificio, considerado en su tiempo un símbolo de la potencia y el esplendor nacional, fue utilizado por el histórico Regimiento de Patricios como sede para las revisaciones médicas de su personal hasta bien entrada la década de 1980. Con el paso de los años, el abandono, el deterioro estructural y los actos de vandalismo fueron desfigurando su fisonomía original. Finalmente, la construcción perdió su coronamiento decorativo: allí se alzaban cuatro esculturas femeninas en actitud triunfal, sosteniendo un globo terráqueo que representaba la proyección universal de la Argentina de comienzos del siglo XX”, cuenta Mariela Blanco, especialista en patrimonio porteño, a Revista GENTE.


"Este edificio como emblema del poder y la confianza nacional de principios del siglo pasado” -agrega-. Se creo con motivo de los fastuosos festejos por el centenario de la conformación de la Primera Junta de Gobierno, en 1910, cuando Argentina organizó cinco exposiciones internacionales que buscaban exhibir el progreso material y cultural del país ante el mundo”, recuerda.

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Y amplía, mientras promociona su próximo libro Tan Buenos Aires, sobre esa época: “En aquellas muestras se ofrecían espectáculos de gran escala, desde un majestuoso circo con animales exóticos amaestrados hasta ascensos regulares en globos aerostáticos. Todo enmarcado en un clima de entusiasmo nacionalista y modernidad que pretendía mostrar a Buenos Aires como una metrópoli al nivel de las capitales europeas”.
“También sirvió como espacio para las revisaciones médicas del Regimiento de Patricios hasta la década de 1980. Su autor fue el reconocido arquitecto italiano Virginio Colombo, figura clave del Art Nouveau porteño, cuya impronta se distingue en la ornamentación exuberante y los motivos alegóricos que decoran la fachada. Colombo, también creador de la célebre Casa Calise, en el barrio de Balvanera, dejó en esta obra una de las expresiones más notables de la arquitectura ecléctica que caracterizó a Buenos Aires durante la llamada Belle Époque argentina”, comenta.
Cómo está hoy el Pabellón del Centenario
En 1994, el Ejército Argentino firmó un convenio con chilena Cencosud otorgándole la concesión de un predio en Palermo donde funcionan las sucursales de Easy, Jumbo y el shopping Portal Palermo. A cambio, la empresa chilena asumió el compromiso de restaurar el Pabellón del Centenario.
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Como no cumplieron el acuerdo, el Ejército inició acciones legales en 2014 y recién en 2022 la Corte Suprema desestimó un recurso de queja presentado por la empresa y ratificó la obligación de restaurar el edificio hasta lograr un grado de terminación similar al que poseía originalmente, incluyendo el mantenimiento de sus fachadas, ornamentos y dispositivos conexos.

El fallo subrayó la importancia de preservar el patrimonio cultural como factor fundamental para consolidar la identidad nacional, tal como lo establece el artículo 41 de la Constitución Nacional.
Hasta ahora se han trasladado piezas fundamentales que estaban ausentes al menos desde 1967: las esculturas femeninas que coronan la torre principal -representaciones de las cinco regiones del mundo sobre un globo terráqueo- fueron reproducidas por el escultor Julio Ricciardi y reconstruidas con materiales modernos (como, por ejemplo, polietileno expandido reforzado, hierro y resinas) para luego ser reinstaladas en su lugar original.

Al mismo tiempo, se realizaron prospecciones arqueológicas bajo la supervisión de especialistas, relevamientos estructurales, limpieza de fachadas, mapeo de patologías, desmontaje de elementos deteriorados y la construcción de andamios para acceder a sectores inaccesibles. Todo ello acompañado de tareas de restauración interna, que incluyen limpieza, desinfección, retirada de grafitis, reparación de mampostería y reconstrucción de partes ornamentales para recuperar su valor patrimonial.
Aunque los avances son notables y se pueden apreciar caminando por el cruce de la avenida Dorrego con Báez, todavía restan los tramos críticos: consolidar la estructura, completar el acabado exterior con materiales compatibles al original y restaurar los interiores afectados por la humedad y el vandalismo.


