“Personalmente considero que falta mucha información: la mayoría de la gente no conoce qué especies nativas de aves están en peligro de extinción”, lanza el naturalista y guardaparque Hernán Víctor Ibáñez (50) a Revista GENTE. Y pronto alimenta su aseveración con una alarma aún más sonora: datos puntuales. “¿Sabemos que de las más de mil especies silvestre que habitan nuestro país, 40 se encuentran en peligro de extinción y 18 en peligro crítico de extinción?”, pregunta sin aguardar respuestas, aunque sí remitiéndose a las pruebas…
“LA EXTINCIÓN DE UNA ESPECIE DE NUESTRA FAUNA SILVESTRE NO SÓLO ES UNA CATÁSTROFE PARA EL ECOSISTEMA, SINO QUE EN MUCHOS CASOS IMPLICA UNA IRREMEDIABLE PÉRDIDA CULTURAL”

Pronto, puntilloso como es y con pruebas siempre a mano, el porteño cuenta que entre las principales especies nacionales en peligro crítico de extinción se encuentran el cauquén colorado (Chloephaga rubidiceps), el macá tobiano (Podiceps gallardoi) y el pato serrucho (Mergus octosetaceus). Para continuar con las quince restantes de la lista:
El ganso de monte (Oressochen jubatus), el albatros cabeza gris (Thalassarche chrysostoma), el guanay (Phalacrocorax bougainvillii), el águila monera (Morphnus guianensis), la harpía (Harpia harpyja), el playero rojizo (Calidris canutus), la palomita morada (Claravis geoffroyi), el carpinterito ocráceo (Picumnus nebulosus), el charao (Amazona pretrei), el loro vinoso (Amazona vinacea), el maracaná lomo rojo (Primolius maracana), el guacamayo verde (Ara militaris), el huet-huet castaño (Pteroptochos castaneus), el bailarín castaño (Piprites pileata) y el tordo amarillo (Xanthopsar flavus).
Actualmente -amplía Ibáñez- Argentina tiene registradas más de mil especies de aves silvestres, categorizadas en la Resolución N.º 795/2017 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, según su estado de conservación:
1) En peligro crítico: 18
2) En peligro: 40
3) Amenazadas: 49
4) Vulnerables: 93
5) Insuficientemente conocidas: 23
6) No amenazadas: 806
Y agrega que otras 15 especies no han sido categorizadas ya que fueron introducidas: no son nativas de nuestro país.

–¿Hablar de una especie en extinción significa que ver alguna de ellas en vivo y en directo es casi como ganarse la lotería?
–No todos los casos son iguales. Algunas especies son más fáciles de observar debido a su comportamiento, como, por ejemplo, el cauquén colorado, que migra en grupo. Igual, el tema excede a las aves… Más allá de su relación con el ecosistema, la pérdida de cualquier especie para un país significa que estamos haciendo mal los deberes y fracasando en materia de gestión. Es un semáforo rojo que nos indica que debemos tomar medidas de manera urgente a fin de evitar que esto vuelva a suceder.

–¿Por qué sostiene que “excede” a las aves?
–Porque la extinción de una especie no es sólo una catástrofe para el ecosistema que habitaba, sino que en muchos casos implica una irremediable pérdida cultural. Muchos pueblos originarios veneraban a especies de la fauna silvestre, como, por ejemplo, al cóndor o al yaguareté. Podemos encontrar creencias y tradiciones íntimamente ligadas a la fauna silvestre. Dejar en el camino a estas especies en gran medida es dejar en el camino a parte de nuestra historia como pueblo, de nuestra identidad, tan necesaria en estos tiempos.
–¿Y cuáles son entonces las causas de la extinción de animales en la actualidad?
–Principalmente la pérdida y modificación de los ambientes naturales, las especies exóticas invasoras y el tráfico de fauna.
“AUNQUE SOMOS UN PUEBLO PREOCUPADO POR LA NATURALEZA, NOS FALTAN POLÍTICAS AMBIENTALES QUE TRASCIENDAN LOS GOBIERNOS”
–¿Cómo nos llevamos los argentinos con el cuidado de la naturaleza? -le consultamos a Hernán Ibáñez en términos generales.
–A los argentinos nos preocupa la naturaleza, su fauna y su flora y somos un pueblo responsable con el tema, pero no modificamos cuestiones estructurales claves como sociedad. Necesitamos cambiar ciertos modelos de producción y de consumo. No podemos seguir reemplazando ambientes naturales por monocultivos, por ejemplo.

Y redondea el concepto quien en la actualidad es naturalista de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, entidad civil sin fines de lucro creada en 2000 en Argentina y dedicada a la investigación científica, la conservación de la biodiversidad y la educación ambiental, con proyectos en varias regiones del país y de Latinoamérica:
–Por otro lado, debemos bajar los niveles de consumo. En el mundo no se habla solo de reciclar, sino de que cada habitante debe consumir menos, dejar de adquirir bienes no necesarios o que no resulten imprescindibles de reemplazar, como ciertos artículos de tecnología: por ejemplo, los teléfonos celulares.

–¿Cómo se puede concientizar sobre la cuestión?
–Faltan políticas a largo plazo que trasciendan los cuatro años de gestión de un gobierno. Debemos comprender que los temas ambientales deben ser políticas de Estado. Es necesario que sean realmente federales, que la información llegue a los pobladores en los territorios y que no quede atomizada en las grandes ciudades.

–¿Esas políticas deben apuntar también a la necesidad de corredores biológicos?
–Claro. Los corredores biológicos revisten gran importancia para la conservación de la biodiversidad, ya que conectan áreas naturales, facilitando el intercambio de ejemplares y, en consecuencia, el flujo genético que mantiene la viabilidad de las poblaciones. En contraposición, la fragmentación del hábitat impide el intercambio de ejemplares de la misma especie y, por lo tanto, el flujo genético, generando aislamiento de las poblaciones y disminución de la variabilidad, lo que aumenta el riesgo de extinción.

De izquierda a derecha: Pablo Petracci, María Ángeles Speake y Hernán.
–¿Qué hay de la sobreexplotación de recursos naturales y cómo puede conducir a la extinción de la fauna?
–La sobreexplotación es el uso indebido de un recurso natural, es decir, su extracción a una tasa superior a la de su regeneración. Como ejemplo emblemático en lo que respecta a un ave, podemos mencionar la captura ilegal del guacamayo de Spix (Cyanopsitta spixii), que habita sólo en Brasil, donde, para abastecer el mercado de aves de jaula, se extrajo un número mayor de ejemplares de los que nacían en la naturaleza. Se considera que, en la actualidad, esa especie se encuentra extinta en estado silvestre.
“EL SER HUMANO TIENE UNA EXTRAORDINARIA CAPACIDAD PARA CREAR, PERO TAMBIÉN PARA PROVOCARLE DAÑO AL PLANETA”
Entonces Hernán Ibáñez, representante de la Fundación Azara y la Universidad Maimónides, actualmente a cargo del Programa de Conservación de Cauquenes Migratorios y del Centro de Rescate y Conservación de Fauna Silvestre Güira Oga, baja su mirada del cielo habitado por las aves que tanto lo apasionan desde chico, para ampliar su mensaje:
–Tenemos que comprender que todos los organismos cumplen un rol clave y único en el ecosistema. La ausencia de cualquiera de estas especies conlleva perturbaciones en el hábitat en el que se encuentran, siendo difícil evaluar el impacto que esto provoca en el corto, mediano y largo plazo.

–¿Qué medida tomaría usted para que esto dejara de suceder? ¿Que la problemática sea difundida en las escuelas, penalizaciones? ¿Cuál es la solución para que la palabra “extinción” de acá a un tiempo quede en desuso? ¿O eso es imposible?
–La respuesta es compleja, ya que cada caso merece un análisis particular. Basándome en lo que te vengo diciendo, como primera medida y en términos generales, deberíamos replantearnos nuestra matriz productiva, modificando modelos de extracción y producción, hábitos de consumo y políticas públicas en materia ambiental. Continuando con tu pregunta, personalmente considero que, si bien nada es imposible, las cuestiones ambientales deben ser transversales al resto de las decisiones que toman los gobiernos y a largo plazo. Es la única manera de abordarlas con seriedad.

–¿Cómo pueden las personas, la sociedad, contribuir en su existencia diaria a prevenir la extinción de animales?
–Teniendo conocimiento sobre las cuestiones ambientales en general, siendo conscientes del impacto de nuestras acciones diarias y exigiendo a las autoridades que estén a la altura de los desafíos que se deben afrontar para corregir el rumbo, tornándolo amigable con el ambiente.

–¿Qué siente usted en lo personal, más allá de las consecuencias ecológicas, cuando se extingue una especie?
–Siento que, así como el ser humano tiene la extraordinaria capacidad de crear avances que son increíbles, muchas veces muestra una real incapacidad para tomar conciencia del daño que está provocando en el planeta.
Fotos: Cortesía de Hernán Ibáñez, Pablo Petracci y Kaspar Delhey
Mirá También




