“El vínculo con mamá es uno de los más profundos e influyentes de nuestra vida. Por eso, este mes lo dedicaremos para mirarlo desde la sistémica, honrar y sanar, esa trama esencial”, afirma Gabriela Arias Uriburu, con la serenidad y la convicción de quien viene explorando hace años los caminos de la reparación interior.
A través de su trabajo, la autora plantea que nada se pierde y que todo lo vivido en la historia familiar se transmite de una generación a otra.

“La experiencia vive en ti. Cada generación transmite lo que vivió a la siguiente. Desde la mirada sistémica, el niño recibe toda la información de su familia: desde el principio del principio hasta el día de su concepción. Todo está en sus células. Al mirar este vínculo, también vemos a la mamá de mamá… tres generaciones enlazadas”, dice.
Su mensaje es claro: las palabras pueden abrir caminos, pero la verdadera transformación sucede en la experiencia compartida.
“Cuando una mujer encuentra una frase sanadora y la transmite a su hija, se produce un acto reparador: palabra, vibración y cuerpo se encuentran en un movimiento de vida”.
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En ese recorrido, el encuentro entre madre e hija se convierte en un espacio sagrado, donde el amor y la memoria se entretejen con nuevas posibilidades.
“La palabra es importante, pero lo es aún más vivir la experiencia. Ese encuentro de madre e hija es un espacio profundo de reparación, amor y transmisión”.
Con estas reflexiones, Arias Uriburu invita a abrir la mirada y abrazar el linaje femenino con gratitud, reconociendo la huella que deja en cada vida y en cada historia.
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Si uno se pone a pensar, la coincidencia entre la fecha en la que su exmarido se llevó a sus hijos y el nacimiento de su nieta puede ser una casualidad, y punto. Pero acá se le suma que Jena tendría que haber nacido después y que el parto se adelantó. La respuesta surgió desde las constelaciones y todos esos conocimientos que la escritora fue adquiriendo a lo largo del tiempo y puso a disposición del momento.
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“Todas las frases que me decían estaban en consonancia con el trauma de su infancia. Lo que fue maravilloso es que cuando me cuenta de la situación, yo empecé a hacer mi propia tarea como abuela con constelaciones. Apenas llegué a Londres comprendí que toda la historia vivida fue para ese instante”, relata Arias Uriburu en diálogo con GENTE.
“Yo me di cuenta de una cosa importante: si en el encuentro con un hijo uno retorna al pasado, no hay forma de vivir todo lo que nos invita el presente. Eso agota el vínculo y te desvincula. Si vos te sentás y te la pasas hablando de lo que sucedió, el vínculo se ahoga. Después de lo que viví con mi ex, ver a mi hija en total concordancia con el marido me pareció realmente maravilloso. Pura vida. Un regalo a todo lo trabajado, a las noches no entendidas, a esos momentos difíciles. Es el regalo a haber puesto a mis hijos como prioridad”, destaca como experiencia y mensaje en el cmienzo del mes de la Madre.

