Días atrás, Javier Fernández Lima publicó un mensaje estremecedor en su cuenta de Facebook que refleja el dolor y la incertidumbre sostenidas durante más de cuatro décadas. Fue apenas horas antes del último adiós a su hermano, Diego Fernández Lima.
En el posteo, recordó cómo el 26 de julio de 1984, su hermano Diego salió de casa con una mandarina en la mano; 41 años después, Javier debió ir a buscarlo en la morgue, donde se lo entregaron “en una caja de plástico”. “No se dan una idea de lo que recorrió por mi cuerpo, por mi cabeza, por mi alma, por mi corazón”, confesó, con una sinceridad brutal que desnuda tanto la herida familiar –que logró despedir sus restos tanto tiempo después– como el sostenido reclamo por justicia.

Los Fernández Lima, del último adiós al sostenido pedido de justicia: "Les dejo la cara para que no olviden"
En su descargo, Javier repitió una y otra vez la cifra de espera: “41 años”. "De tristeza, de incertidumbre, de dolor, de angustia, de esperanza…" 41 años creciendo sin Diego. Al preguntarse porqué ocurrió, la respuesta es demoledora: “Porque tuvo la mala suerte de cruzarse con esa familia llena de hdp, el clan Graf de Coghlan, que le arrebató la vida a él y nos arruinó la vida a nosotros”. En sus palabras, éste no es solo un reclamo personal, sino una exigencia pública: “Tienen que pagar tanto dolor, no pueden seguir como si nada en la sociedad, son un peligro”.

Javier también pidió apoyo: “Esto no tiene que quedar así … No me dejen solo… todos juntos somos la voz de Diego … Diego está más vivo que nunca”. Y cerró con un abrazo metafórico para todos los que lo acompañan y un hashtag que se volvió bandera: #LeyDiego (en la lucha porque los homicidios no prescriban).
Más tarde, en los comentarios, Javier volvió a reforzar: “Les dejo la cara para que no se olviden”. En el carrusel de Facebook, el hermano de la víctima incluyó imágenes de la morgue judicial y una placa del rostro de Cristian Graf.

Qué pasó en el caso hasta hoy: la búsqueda por la verdad
Desde la desaparición de Diego en 1984 hasta el impacto de su muerte recién reconocida en 2025, la historia de los Fernández Lima se convirtió en un símbolo de lucha contra la impunidad. Diego tenía apenas 16 años cuando desapareció, y durante más de cuatro décadas su familia vivió en la espera, convencida de que algo no encajaba en la versión oficial de una “fuga de hogar”.
Todo cambió el 20 de mayo de este año, cuando obreros que levantaban una pared medianera en la casa de avenida Congreso 3748 (Coghlan), lindera a la vivienda del acusado, encontraron restos humanos. Tras análisis del Equipo Argentino de Antropología Forense, se confirmó que pertenecían a Diego: 151 fragmentos óseos, junto con objetos personales, permitieron reconstruir parte de lo sucedido.

Las pruebas forenses indicaron que sufrió una herida punzante en la costilla, y que su cuerpo fue manipulado después de la muerte. El principal sospechoso es Cristian Graf, quien vivía en la vivienda donde fueron hallados los restos y era compañero de colegio de Diego en la escuela ENET N°36. Javier, su familia y el fiscal Martín López Perrando han acusado a Graf de encubrimiento agravado y supresión de evidencia.
“Hay una verdad pudriéndose en el alma de los participantes de este homicidio y estamos a la puerta de escucharla de boca de quienes la saben. Clausurar esta investigación no puede ser la respuesta a este suceso“, advirtió López Perrando.
"No soy culpable, estoy tranquilo", dijo Graf hace un mes tras ser sobreseido por el presunto encubrimiento del crimen. Su defensa había argumentado “inexistencia del delito” y prescripción, alegando que no hay pruebas claras que lo vinculen al homicidio.
Para la familia Fernández Lima, la resolución es inaceptable y ya apelaron a la medida. Por su parte, el fiscal solicitó que se revoque el sobreseimiento y se continúe con la investigación. “Contamos con elementos suficientes para continuar con el proceso”, dijo, y sugirió que ante la complejidad del caso, se debería “avanzar al estadio del juicio oral”.

Del último adiós al reclamo por la Ley Diego
Este fin de semana, luego de la justicia les restituyera los restos del adolescente, la familia finalmente pudo despedirse de Diego. Mientras el viernes decidieron velarlo en una casa de sepelios en Villa Urquiza, el sábado fue la jornada del último adiós, en la que familiares, amigos y "vecinos juntos buscando la verdad" –como indicaba el flyer de la convocatoria a la ciudadanía– acompañaron el sepelio en el Cementerio de la Chacarita. "Vamos a despedirte como te merecés", había anunciado Javier en las redes.
Uno de los ejes más potentes del mensaje de Javier en Facebook es su alusión a la Ley Diego, un reclamo legislativo que viene cobrando visibilidad con este caso. ¿Cuál es la lógica detrás de esta demanda? Actualmente, la legislación penal argentina establece que el plazo para la acción penal comienza desde el momento en que ocurrió el hecho. Eso significa que, si durante décadas no se encuentra un cuerpo, los responsables pueden quedar impunes.
El diputado Gerardo Milman presentó un proyecto para modificar esto: propone que la prescripción no comience a correr hasta que se encuentre el cuerpo de la víctima. Según sus palabras, “en los homicidios donde se oculta el cuerpo… la ley termina beneficiando al victimario, vulnerando el derecho de la sociedad a obtener justicia”.
Con el sobreseimiento apelado por la fiscalía, la audiencia para tratarla está pautada para este miércoles 26 de noviembre. Todo indica que la familia podría tener noticias antes de que termine 2025.
