Tiempo nuevo, amor nuevo – GENTE Online
 

Tiempo nuevo, amor nuevo

Actualidad
Actualidad

-¿Chichi, qué pescaste? -preguntó ella con alegría después de observar cómo hacía girar velozmente la manivela del reel de su caña. 
-Otra corvina, mi amor -contestó él orgulloso, sabiendo que tanto trabajo no había sido en vano. 

El diálogo podría pertenecer a cualquier matrimonio feliz que se acercó a la costa del mar para despuntar el vicio de un deporte que apasiona. Y volando un poco más con la imaginación, hasta se los podría representar subiendo a una chatita con el pescado fresco, con la ferviente idea de asar el producto de toda una tarde de esfuerzo en la parrilla del fondo de su casa. 

Pero no será posible. Porque la pareja en cuestión se alojó en la suite presidencial del lujoso hotel Algeciras de Pinamar. Y allí prefirieron degustar exquisiteces preparadas por el chef en el coqueto restaurante Agua: Lenguado al limón con endibias glaseadas, trucha con salsa de rúcula, mollejas crocantes sobre zócalo de berenjenas fritas, o lomo a la manteca ciboulette, fueron algunos de sus platos preferidos. La corvina recién sacada del mar por Chichi no pasó por ninguna parrilla. Y, obviamente, tampoco hubo ninguna chatita. Los enamorados se movieron en dos 4x4 último modelo: una
Ford Ranger azul y una Grand Cherokee Limited negra, ambas -como no podría ser de otra manera- con vidrios polarizados.

A esta altura convendría develar que los pescadores furtivos son nada menos que Claudia Cordero Biedma (46) -la mujer que compartió diez años junto a Bernardo Neustadt y obtuvo, al divorciarse del periodista, unos 12 millones de dólares-, y su novio, John Malcolm Greyling (34), un ingeniero educado en los mejores colegios de la zona norte del gran Buenos Aires, y amante de la naturaleza. Este joven, pese al origen de su nombre y apellido, hizo una contundente demostración de que habla perfectamente el español: "¿Qué hacen acá? Si me siguen jodiendo, los voy a c… a
trompadas
", amenazó a los fotógrafos que lo retrataron. 

EN UNA PLAYA JUNTO AL MAR. La pareja llegó el lunes por la noche a Pinamar. Claudia, como buena ecónoma y ama de casa, se ocupó en persona de averiguar el precio de la suite presidencial donde finalmente se alojaron:
"290 pesos por noche", le contestaron. "Está bien, nos quedamos hasta el día
13
", dijo ella. Y caminó apresurada hacia el ascensor como para no ser descubierta. Ambos habían elegido el bajo perfil en un intento por mantener en reserva su relación, aunque habían decidido ocultarla más desde el mismo instante en que eligieron veranear juntos en Pinamar. Hasta hoy sólo se habían mostrado juntos en el cumpleaños del decorador Esteban Dantiaq, que se realizó hace un par de meses en un petit hotel de la zona de Palermo. Esa noche, de todas formas, se habían cuidado de hacer demostraciones de afecto que pudieran levantar sospechas sobre su amor. A pesar de esto, todo Buenos Aires comentaba que John pasaba gran parte de los días -y las noches- en la mansión que Claudia Cordero Biedma compró en el barrio cerrado
Altos de La Horqueta no bien se separó de Nesutadt, por la que habría pagado cerca de 800.000 dólares (sin contar las refacciones que le realizó, y que fueron muchas, según los vecinos del lujoso barrio de la zona norte). 

En las arenas pinamarenses ocurrió todo lo contrario. Si bien Claudia y John estuvieron siempre acompañados por una familia que se hospeda sobre la calle Fragata La Victoria -muy cerca del centro comercial del golf-, aprovecharon alguna que otra ocasión para prodigarse mimos. El jueves por la tarde, cuando él, exhausto, dejó la caña de pescar para beber un sorbo de agua bajo un sol impiadoso, Claudia se acercó con picardía y estiró por la parte de atrás el elástico de los shorts de su pareja. Se detuvo un instante a observar esa parte oculta de su anatomía, y luego sonrió. Sucede que John tiene la piel blanca y, quizás a causa de la alta temperatura, su cuerpo estaba rojizo.

No fue todo. Porque él se mostró muy servicial y le pasó protector para la piel por todo el cuerpo apenas ella se lo pidió. También hubo lugar para un persistente y duradero piquito que terminó de confirmar la relación, pese a que Claudia hasta este verano siempre intentó mantenerla en el secreto más absoluto.

Cordero Biedma se vio espléndida luciendo pareos transparentes, conjuntos de Versace y bikinis diminutos e hipersensuales que permitían lucir sus curvas (se hizo cirugía de lolas hace unos años y sus espléndidos escotes generaron más de un comentario en las playas de Pinamar). A media tarde, lejos de toda dieta, aceptó probar alguna que otra factura. Greyling siempre mantuvo un look canchero con bermudas y pañuelos tipo bandana en la cabeza. Y no se mostró preocupado por su incipiente pancita mientras encarnaba los anzuelos o jugaba a la pelota con los más pequeños de la familia.

ESCANDALO Y DESPEDIDA.
Luego de vivir un 2001 en el que trató de mostrarse lo menos posible, Claudia decidió recluirse unos días en El Pinar. Algunos dicen que dejó para otra oportunidad los encantos de Miami o Punta del Este a causa del corralito financiero que implantó el Gobierno. Pero ella personalmente no quiso explicar por qué esta vez decidió pasar sus vacaciones en la Argentina. Cuando
GENTE intentó entrevistarla, fue más que escueta: "Ni piensen que voy a hablar de mi vida privada. No sé por qué me siguen. Si simplemente soy la ex de Neustadt. Déjenme disfrutar este tiempo en
paz
", contestó bastante más amable que su novio. 

En el hotel donde se alojó, se mostraron más que ahorrativos. John, su pareja, era quien abría sigilosamente la puerta del cuarto envuelto en una robe de chambre cada vez que le acercaron las exquisiteces del restó. Y daba dos pesos de propina, lejos de lo que allí se acostumbra. Se asegura que todas las personas que eligen pasar sus vacaciones en esa suite suelen dejar por los menos diez o quince pesos. Dicen que la pareja no había sido
"generosa" con las propinas ya que -según algunos rumores veraniegos- Claudia nunca se habría llevado del todo bien con el personal que los atendió. Dentro del hotel buscó no ser vista y en los últimos dos días -afirman algunos testigos- habría incluso prohibido que las mucamas ingresaran a limpiar la habitación. Ni siquiera habría permitido que le cambiaran las toallas, por lo que tuvo que secarse con las que ya había usado.

Pero la situación más inesperada e insólita que envolvió a la pareja se vivió el domingo, cuando se retiraron. Claudia, enojada, se acercó a la conserjería del hotel y acusó a los empleados de brindar detalles a la prensa sobre su vida privada. Y se habría ido sin pagar una suma que orilló los 1.500 pesos, según afirman los testigos directos.
"Mis abogados les van a enviar una carta documento por violar mi intimidad", habría gritado ofuscada la ex mujer de Neustadt. Afuera, un cuidacoches que presenció la escena, apeló al ingenio popular y despidió a la rubia y a su acompañante con una humorada:
"Estos deben ser discípulos de Rodríguez Saá: no quieren pagar la
deuda"
.

Claudia Cordero Biedma, junto a su 4x4, y John, montado en su moto todo terreno. Eligieron una playa alejada del centro para poder mimarse libremente.

Claudia Cordero Biedma, junto a su 4x4, y John, montado en su moto todo terreno. Eligieron una playa alejada del centro para poder mimarse libremente.

Claudia y John no se despegaron ni un momento. Ella siguió tomando sol mientras él intentaba pescar un cazón y luego le pasó protector solar por la espalda. Al atardecer, con un pañuelo tipo bandana en la cabeza, recorrieron los médanos.

Claudia y John no se despegaron ni un momento. Ella siguió tomando sol mientras él intentaba pescar un cazón y luego le pasó protector solar por la espalda. Al atardecer, con un pañuelo tipo bandana en la cabeza, recorrieron los médanos.



 
 

Más Revista Gente

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig