El caso del triple crimen de Florencio Varela sumó un capítulo clave tras la detención en Perú de Pequeño Jota, el joven de 20 años cuyo verdadero nombre es Tony Janzen Valverde Victoriano y que fue señalado como el principal sospechoso del macabro asesinato de tres chicas de Ciudad Evita. Los cuerpos, descuartizados y enterrados en bolsas negras en un pozo cavado en el fondo de una vivienda, habían conmocionado a todo el país.
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La captura del fugitivo ocurrió el martes por la tarde en Pucusana, una localidad de pescadores y balnearios a 70 kilómetros de Lima. Allí, Pequeño J fue reducido mientras viajaba escondido en la caja de un camión que transportaba cajones de pescado provenientes de Bolivia.
Cuando los agentes lo bajaron del vehículo y le preguntaron su identidad, el joven respondió sin dudar: “Tony Janzen Valverde Victoriano”, repitió esposado mientras lo trasladaban.

Según la investigación, Valverde Victoriano tenía previsto dirigirse a Lima para encontrarse con su lugarteniente, Matías Ozorio, un argentino de 28 años que también fue arrestado en las últimas horas, tras ser encontrado durmiendo en la calle por la Policía Nacional de Perú. Sin embargo, en lugar de la reunión planeada, ambos terminaron bajo custodia.

En ese contexto, el jefe de la división antinarcóticos de Lima, Zenón Santos Loayza Díaz, ofreció una conferencia que aportó datos reveladores. “Ya teníamos seguimiento de Ozorio a través de Interpol y la Bonaerense. Y sobre Pequeño J sabíamos desde el domingo que venía al Perú”, explicó. Según detalló, el acusado ingresó desde Bolivia por Desaguadero y atravesó Arequipa y Chala en dirección a Lima, con destino final en Trujillo.
La declaración más impactante llegó cuando Loayza Díaz señaló el posible móvil del crimen: “La información que manejamos es que una de las jóvenes robó tres kilos de cocaína a la organización. Ese sería el móvil de los asesinatos”. Con esa frase, el jefe policial abrió un panorama escalofriante que vincula directamente la tragedia con un ajuste narco.

Loayza Díaz también describió a Valverde Victoriano como parte de una dinastía criminal: “Pequeño J es la tercera generación. Su abuelo y su padre, asesinado en 2018 en Trujillo, estaban ligados al narcotráfico y al sicariato”. La afirmación reforzó la idea de un linaje marcado por la violencia y los negocios ilícitos.
En cuanto a Ozorio, las autoridades confirmaron que será expulsado de inmediato de Perú, dado que no se registró su ingreso legal al país. Distinto será el destino de Pequeño J, quien permanecerá detenido en territorio peruano hasta que prospere el pedido de extradición solicitado por la Justicia argentina.
La hipótesis que refuerza la primera pista del caso
La hipótesis presentada por la división antidrogas del Perú refuerza lo que ya creían los investigadores argentinos y la percepción pública del caso dentro de la lógica brutal de las disputas narco: la pérdida de mercancía como detonante de la violencia extrema.
Mientras las familias de las víctimas reclaman justicia y la opinión pública sigue conmocionada, las palabras del jefe policial de Lima parecen acercar la respuesta a la pregunta que persiguió a todos desde el inicio: ¿por qué mataron a las chicas de Ciudad Evita?

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