El mar de La Serena, en la costa de Chile, específicamente en la región de Coquimbo, que suele ser una postal de verano para los turistas argentinos, se convirtió este lunes en escenario de una tragedia impensada. Es que en el sector conocido como Cuatro Esquinas, un grupo de cinco jóvenes sanjuaninos ingresó al agua en una zona no habilitada para el baño, justo cuando un fuerte temporal de viento y olas complicaba cualquier intento de nado. En cuestión de minutos, una corriente los arrastró mar adentro y el paseo familiar se transformó en desesperación.
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Los chicos eran todos miembros de una misma familia de San Juan que había viajado a Chile para pasar unos días de descanso, de acuerdo a los testigos. Y pese a las advertencias sobre el mal estado del mar, se metieron al agua y quedaron atrapados por la fuerza de las olas. Desde la arena, familiares y vecinos empezaron a escuchar los pedidos de auxilio que rompieron el ruido del viento.
Uno de los primeros en reaccionar fue Josué Farías, un trabajador chileno que estaba en la zona. En diálogo con La Nación explicó cómo había vivido ese momento límite. “Los gritos se escuchaban hasta la calle. El chico pedía ayuda con todas sus fuerzas. Me tiré sin pensar. Adentro era un caos: oleaje fuerte, viento, espuma”, recordó.
Al lanzarse al mar, Farías se encontró con otro hombre que también se había arrojado para ayudar. Era Francisco Boldo, un ciclista chileno que pasaba por el lugar y se metió al agua al escuchar a una madre gritar desesperada por sus hijos. Juntos intentaron organizarse en medio de un escenario prácticamente ciego por el oleaje.
Farías contó que, ya en el agua, Boldo le marcó cuál de los chicos estaba en mayor riesgo. “Me pidió que fuera por el más pequeño, pero la corriente te hundía. El chico se me aferraba de la desesperación. Me dijo que no sabía nadar”, relató sobre esos segundos en los que cada ola podía ser la última.
Entre ambos lograron acercar a varios de los jóvenes hasta la orilla, donde otras personas también los ayudaron. Sin embargo, no pudieron llegar a todos. Uno de los chicos, Alejandro Cabrera, de 17 años, desapareció entre las olas y desde entonces nada se sabe de él.
Boldo, todavía conmovido, resumió su papel con una frase que lo persigue desde ese día. “Rescaté a cuatro; me faltó uno. Estaba solo y no pude hacer más”, dijo a la prensa local.
Con la voz quebrada, el hombre también habló de los últimos segundos en los que vio al adolescente de 17 años: “Uno no olvida esos gritos. Se te quedan acá —dijo, tocándose el pecho—. Era desesperación pura. El chico estaba peleando por su vida. Eso no se borra”.
Boldo explicó que al otro día del hecho volvió a la zona del operativo porque no quería que la familia de los chicos sintiera que el caso quedaba en el olvido ni que los chilenos se desentendían de lo que había pasado. “No pude sacarlo. Eso es lo que más me duele. Rescaté a cuatro, pero faltó uno. No quería que pensaran que acá la gente se desentendió. Por eso volví, por eso me quedé”, señaló apenado.
Desde el mismo lunes, las autoridades chilenas desplegaron un amplio operativo de búsqueda en la costa de La Serena. Participaron equipos de rescate marítimo, personal de emergencia y efectivos que barrieron la zona por aire, agua y tierra. Hasta el momento, pese al esfuerzo y a las recorridas constantes, no se registraron hallazgos.
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