El auto que quiso inventar el futuro, pero se quedó sin tiempo… – GENTE Online
 

El auto que quiso inventar el futuro, pero se quedó sin tiempo...

Renault Avantime
De promesa de lujo a rareza de culto en apenas dos años, la efímera vida del Renault Avantime.
Autos y Motos
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En el Salón de Ginebra de 1999, Renault desplegó un experimento que, en retrospectiva, parecía un guiño a un futuro que el mercado aún no quería ver. El prototipo Avantime, un híbrido conceptual que mezclaba la practicidad del monovolumen con la elegancia -y la pretensión- de una coupé de lujo, rompía cualquier manual de marketing conservador de la época. No era ni un SUV ni un sedán, ni siquiera un MPV tradicional. Era algo más… o tal vez demasiado.

Renault Avantime
El Avantime combinaba el espíritu del monovolumen con la elegancia de una coupé.

Dos años después, en el mismo escenario suizo, Renault lo presentó oficialmente, listo para llegar a las calles. En papel, la propuesta era irresistible: diseño bicolor, techo panorámico, puertas sin marco y un aire futurista que parecía adelantar la era de los crossovers. En la práctica, fue un caso de “demasiado, demasiado pronto”.

El Avantime no escatimaba en impacto visual. Sus dimensiones imponían respeto: 4,64 metros de largo, 1,83 de ancho y 1,63 de alto. En un tiempo en que las marcas aún no se atrevían a fusionar segmentos, Renault apostó a una estética disruptiva. El parabrisas adelantado y la amplia primera ventanilla lateral recordaban al Espace, mientras que la luneta trasera convexa y vertical anticipaba rasgos que luego aparecerían en el Vel Satis y el Mégane II. Las luces traseras, con su corte inusual, eran un detalle más en un conjunto pensado para incomodar al ojo acostumbrado.

Por dentro, la audacia continuaba: tablero digital central, una pantalla controlada por mando a distancia, plancha minimalista con muy pocos botones y un espacio interior generoso para cinco pasajeros. Era un salón rodante, pero con aspiraciones deportivas. El target estaba claro: aquel conductor que había sido pionero con un Espace, pero que ahora buscaba algo más personal y exclusivo.

Renault Avantime
El interior ofrecía un estilo minimalista y espacio para cinco ocupantes.

El Avantime tenía un talón de Aquiles evidente: algunas de sus soluciones eran tan originales como imprácticas. Las puertas, por ejemplo, eran tan largas como un día de verano. Para sortear la dificultad de abrirlas en espacios reducidos, Renault ideó una bisagra especial que las separaba de la carrocería antes de girar. Ingenioso en teoría, incómodo en el día a día. Lo mismo pasaba con el portón trasero: monumental, pesado y poco amigable en maniobras.

La calidad interior, pese a las ambiciones de lujo, no estaba a la altura de su precio. La producción estaba a cargo de Matra, que venía de un éxito rotundo con el Espace, pero el cambio de concepto y los ajustes de costos le jugaron en contra. El resultado: un producto que se veía premium, pero que no siempre se sentía así.

En su lanzamiento, el Avantime equipaba un motor V6 de 3.0 litros y 210 caballos, desarrollado junto a PSA y Volvo. Potente, sí, pero sediento: su consumo era alto incluso para estándares de principios de los 2000. Renault reaccionó con un 2.0 turbo de 165 CV y, sobre todo, con un 2.2 diésel de 150 CV, alineándose con la fiebre gasolera de la época. Sin embargo, ni la ampliación de la oferta mecánica logró revertir la tendencia: el público no estaba listo para un monovolumen coupé, y mucho menos a precio de lujo.

Renault Avantime
Las puertas largas y complejas fueron una de sus soluciones más controvertidas.

El fracaso comercial del Avantime se combinó con otro golpe: Matra, encargada de fabricarlo, enfrentaba problemas financieros severos. En 2003 cerró su planta y Renault decidió no trasladar la producción a otra fábrica. Así, el modelo que debía inaugurar un nuevo nicho desapareció tras apenas dos años de vida comercial, con poco más de 8.500 unidades vendidas.

En ese breve lapso, el Avantime pasó de ser “la gran apuesta” a un caso de estudio en las aulas de diseño e ingeniería. Hoy, para muchos entusiastas, es un ejemplo de cómo un coche puede ser simultáneamente un fracaso rotundo y un adelantado a su tiempo.

Dos décadas después, el mercado está plagado de crossovers y SUVs que mezclan estilos y categorías, exactamente lo que el Avantime intentó hacer antes de que fuera tendencia.

Renault Avantime
Hoy, el Avantime es una rareza muy apreciada por coleccionistas.

Si hubiera aparecido una década más tarde, quizá hoy estaríamos hablando de un éxito. Pero en 2001, la osadía fue interpretada como rareza y extravagancia. El cliente promedio no quiso arriesgar su dinero en un concepto que no encajaba en ninguna etiqueta conocida.

Hoy, cuando Renault mira hacia la electrificación y la reinvención de sus modelos icónicos, el Avantime sigue apareciendo en conversaciones sobre la audacia de la marca en sus mejores (y más peligrosos) momentos creativos. Es un recordatorio de que innovar implica apostar… y a veces perder.



 
 

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