El icónico auto británico que convirtió el vuelco en una experiencia cotidiana – GENTE Online
 

El icónico auto británico que convirtió el vuelco en una experiencia cotidiana

Reliant
El Reliant Robin fue un experimento urbano de tres ruedas que pasó a la historia más por la dificultad para conducirlo que por su funcionalidad.
Autos y Motos
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El Reliant Robin ocupa un lugar muy particular en la historia del automóvil. No por su éxito técnico, ni por su utilidad práctica, sino por todo lo contrario. Es un ícono británico recordado por su peligrosidad, su extraña configuración y una reputación que lo convirtió en leyenda… y en meme, mucho antes de que existieran los memes.

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La rueda delantera concentraba la dirección, pero aportaba muy poca estabilidad.

Nacido en 1973, el Robin fue pensado como un pequeño utilitario urbano, pero terminó siendo un experimento que desafió cualquier lógica automotriz. Tenía carrocería de auto, tres ruedas (una adelante y dos atrás) y un motor de cuatro cilindros en línea de 850 cc, asociado a una caja manual de cuatro marchas. En sus primeras versiones, incluso, el motor era de 750 cc, aunque pronto se aumentó la cilindrada para mejorar la aceleración eso no lo ayudó demasiado...

El concepto era, en teoría, razonable: un vehículo liviano, barato, de bajo consumo y fácil de mantener. En la práctica, el Reliant Robin se transformó en una odisea sobre ruedas.

El balance de pesos era tan delicado que parecía diseñado para poner a prueba a cualquier conductor. Con menos de 450 kilos, suspensiones blandas y una única rueda delantera encargada de dirigir todo el conjunto, mantenerlo recto era un arte. O una cuestión de fe.

Hablar de subviraje en el Reliant Robin es quedarse corto. No había una “entrada complicada” a las curvas: directamente volcaba con solo insinuar doblar el volante. Girar un poco de más equivalía a iniciar un ritual de rodar por el asfalto, generalmente ante la mirada atónita de peatones y otros conductores.

La tracción era casi simbólica, la suspensión acompañaba con entusiasmo cada transferencia de peso y la rueda delantera parecía cumplir una función más decorativa que efectiva. Aun así, el Robin declaraba una velocidad máxima de 136 km/h, una cifra tan optimista como innecesaria. Llegar a ella requería una mezcla peligrosa de valentía, inconsciencia y desconocimiento del amor propio.

Y sin embargo, el Reliant Robin se vendió. Y bastante. Especialmente en el norte del Reino Unido, una región golpeada durante décadas por la crisis industrial y minera. ¿El motivo? Cuestiones legales y sociales.

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El Reliant Robin utilizaba una insólita configuración de tres ruedas: una delante y dos atrás.

Al tener tres ruedas y un peso reducido, las autoridades lo clasificaron como vehículo apto para conducirse con licencia B1, la misma que permitía manejar motocicletas. Además, los impuestos anuales eran mucho más bajos que los de un automóvil convencional. Para muchas familias, el Robin representaba una oportunidad real de tener “un coche” con costos mínimos.

Era pequeño, consumía poco y ofrecía techo, puertas y calefacción. Detalles no menores cuando el clima británico hace de las suyas.

Con el paso del tiempo, el Reliant Robin dejó de ser una solución económica para convertirse en una curiosidad automotriz. Su fama creció gracias a programas de televisión, bromas, accidentes grabados y entusiastas que lo adoptaron como símbolo del absurdo mecánico.

Hoy es considerado un unicornio: raro, reconocible y completamente inútil para el uso cotidiano moderno. Un auto que se admira más por lo que representa que por lo que puede hacer. Un ícono, sí. Un peligro rodante, también. Y justamente por eso, inolvidable.



 
 

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