Hay nombres que no necesitan presentación. Testarossa es uno de ellos. En los años ochenta fue póster de habitación, sinónimo de lujo, velocidad y exceso. Ahora, casi cuatro décadas después, Ferrari vuelve a pronunciarlo en voz alta para bautizar a su nueva creación: el Ferrari 849 Testarossa, un superdeportivo híbrido enchufable con 1.050 caballos de potencia. Una máquina que busca mantener viva la leyenda en un mundo que cambia a toda velocidad.

El 849 Testarossa combina lo más avanzado de la tecnología híbrida con el pulso visceral de un motor V8 biturbo, capaz de alcanzar los 830 caballos por sí solo. El resto lo ponen tres motores eléctricos que elevan la cifra hasta lo impensado.
La idea es clara: ofrecer lo máximo sin renunciar al ADN Ferrari. Ese rugido metálico que todavía eriza la piel está intacto. El escape fue rediseñado para conservar la melodía que convirtió a Maranello en sinónimo de deseo.
El nuevo Testarossa no es un homenaje vacío. Su diseño recupera guiños de los prototipos de los setenta y de aquel icónico modelo de 1984, pero los combina con líneas angulosas y aerodinámica de última generación. El resultado es un coche que parece salido de un futuro cercano, pero con raíces bien profundas en la tradición Ferrari.

Es un auto que no pide permiso: 415 kilos de carga aerodinámica lo pegan al suelo como si fuera un Fórmula 1 de calle. Y cada pliegue de su carrocería tiene un propósito, un recordatorio de que belleza y función pueden ir de la mano.
Abrir la puerta del 849 Testarossa es entrar en otro mundo. El habitáculo está diseñado para envolver al conductor: una gran pantalla digital, el volante con el clásico botón de encendido y el eManettino que permite elegir entre modos eléctricos o híbridos. En el más extremo, llamado Qualify, la potencia completa queda liberada.

Todo está pensado para que quien se siente al volante se sienta protagonista de una película. Hasta el sonido del motor en cada cambio de marcha fue afinado como si fuese parte de una banda sonora.
Para los más fanáticos, Ferrari ofrece el paquete Assetto Fiorano, una configuración especial con materiales ultraligeros y aerodinámica de competición. Es el equivalente a vestir al Testarossa con smoking para una gala… en un circuito. Menos peso, más carga aerodinámica y la promesa de sensaciones aún más extremas.

¿Por qué recuperar el nombre Testarossa justo ahora? Porque Ferrari sabe que un mito no se hereda: se mantiene vivo. “Testa Rossa” apareció por primera vez en 1956 para describir las tapas rojas de los motores más salvajes de la marca. En 1984 se convirtió en ícono de los años dorados del diseño italiano. Y hoy vuelve para recordarle al mundo que la electrificación no tiene por qué apagar la pasión.
El Ferrari 849 Testarossa es, en definitiva, un puente entre generaciones. Para quienes crecieron con el póster en la pared, es un golpe de nostalgia. Para quienes recién descubren el universo Ferrari, es la prueba de que todavía existen autos capaces de acelerar el pulso con solo verlos.


