Un ícono del espectáculo. De esos tiempos en donde los nombres de figuras como ella transitaban de programa a programa de espectáculos. Pero no pasó tanto tiempo, pero sí el suficiente para que determinara un nuevo comienzo. Es Celina Rucci, la mujer que decidió dejar todo por amor y luchó contra una enfermedad que le terminó cambiando la vida para siempre.
“Desde los seis años amo el teatro. Amé el medio, hice revista, ficción, luché contra la violencia hacia la mujer en Maltratadas. Fui rebelde en mi generación. Pero no es mi momento. Me gustan los desafíos. Y hoy, hacer lo que ya hace todo el mundo no me interesa”, dice a Revista GENTE.

“Si volviera, me planteé, sería para hacer algo distinto. Y acá estoy, volviendo con una novela que habla de esperanza, de amor, de donar vida. En tiempos en los que mucha gente vive pendiente de las redes, imaginate recibir un llamado diciendo: ‘Podés salvarle la vida a alguien’. Eso vale más que un millón de likes”, afirma.
La artista insiste, con una crítica a lo que se ve actualmente: “Siento que la agenda es siempre la misma, todo el año. Me aburre. Al principio era divertido; después ya no. Hay demasiado morbo con los divorcios, las peleas… hace tres años que hablamos de los mismos temas. Como espectadora, me cansa. Prefiero ver documentales de animales”.
El momento en el que Ceclina Rucci decidió alejarse del medio
Antes de la pandemia decidió jugársela por amor, viajó a Estados Unidos y el confinamiento la atrapó. Luego, recibió el diagnosticó de leucemia meloide aguda en mayo de 2020.
“Yo lo conté públicamente recién cuando salí del riesgo. Porque tuve dos recaídas: una al principio, cuando me diagnosticaron a los 42, y otra al año y medio de estar en remisión, cuando en un control mensual volvieron a aparecer células cancerígenas. Ahí empezó el camino al trasplante. Es durísimo”, recuerda.

“Mientras estaba internada veía en la tele a Silvina Luna con muchos de los diagnósticos que yo también tenía: atrofia muscular, bajé 15 kilos y llegué a pesar 40, cualquier bacteria podía afectarme... Ver eso afuera era terrible. Y cuando falleció, sentí que la próxima podía ser yo. No le tengo miedo a la muerte, pero vivir tan cerca de ella es inevitablemente angustiante”, lamenta.

Cuando habla de sus sostenes, le dedica un capítulo especial a Pamela David en su libro: “Es mi amiga del alma. Está relatado en tercera persona, pero hay frases que son exactamente lo que pasó. Cuando supe que tenía que hacerme el trasplante, ella dejó todo: trabajo, hijos, familia, y se tomó un avión para estar conmigo. A Pamela no le gusta viajar ni faltar a su trabajo, pero vino igual. Es muy creyente. Yo creo, pero estoy un poco peleada con la institución religiosa. Lo primero que le dije cuando entré a internarme fue: “Vos que sos creyente, rezá por mí”. Eso es totalmente real”.
Fotos: Diego García
Retoque digital: Darío Alvarellos
