“Con Fabián nos hemos escrito alguna que otra carta o un mail romántico”. En tiempo de redes, en donde lo inmediato es primordial, Paula Morales refleja que en su historia de amor con Fabián Vena a veces -parafraseando al lema de El Eternauta- “lo viejo funciona”-
“Cuando cumplimos los primeros diez años de relación, le hice un video lleno de fotos que abarcaban desde que nos conocimos, la presencia de los hijos, todo. Una especie de carta moderna que resume nuestra historia”, detalla la actriz haciendo un paralelismo con el papel que le toca interpretar en la obra Cartas de un amor inolvidable (Multiescena), que la llave a ponerse en la piel de una enamorada que intercambia cartas de amor para un ida y vuelta con una relación que nunca logra concretar.


Consultada por Revista GENTE por cómo se transforma el amor, ella dice que es algo que ocurre “indefectiblemente” con el paso del tiempo.
“Yo creo que si uno está bien con la otra persona, tiene que poder disfrutar de esa transformación que se va dando con la pareja, en lugar de añorar lo que era. Uno no puede comparar lo que siente cuando empieza a salir con una persona con el momento en el que ya convive, tiene hijos y atraviesa el día a día. Pero la clave está en hacer que eso sea placentero y feliz”, explica.
-¿Y cómo se sale de la rutina para no entrar en un vínculo chato?
-A la relación hay que alimentarla, porque es difícil que la pareja perdure en el tiempo con felicidad si no trabajás en ella. A veces se puede más, a veces menos y otras uno se olvida… hasta que llegan las alertas que te dicen que debés poner más dedicación y esmero. En nuestro caso, siempre tratamos de tener una salida, comer juntos o nos quedamos charlando hasta tarde cuando los chicos se durmieron.

-¿Qué sigue intacto en él como en el primer día?
-Su manera de ver la vida, de pensarse a él mismo, su autocrítica. Es alguien apasionado en todo. Siempre tiene ganas de crecer y modificarse. Y también es de los que piensan primero en los demás, aunque le decimos que no queremos que se relegue tanto.
-En el caso de ustedes, ¿la profesión y el hecho de no cruzarse tanto en casa por los horarios del teatro es un beneficio?
-Sí. Y también hacer siempre cosas distintas en el plano laboral. Nuestros días, individualmente, son diferentes y podemos charlar sobre eso. Compartir esta pasión es un plus importante. Que me llegue un guion y lo podamos ver juntos es maravilloso. Se dio una conexión muy fuerte a través del arte. Todo el tiempo hablamos del trabajo y nos pedimos consejos. Conversamos sobre qué proyectos elegir y las cosas que pasan en el escenario.

-¿Se ponen de acuerdo a la hora de elegirlos?
-Sí. Por ejemplo este verano cerré hacer temporada tres veces por semana en Buenos Aires y él se fue a Carlos Paz a hacer Inmaduros. Le costó, pero le dije que vaya, que yo viajaba los fines de semana. Nino se instaló en Córdoba. Al final para mí era como un corte, esos cuatro días estaba como de vacaciones.
La historia de amor que protagoniza Paula Morales en el teatro
“Interpreto a una persona en sesenta años de vida. La historia arranca cuando tiene 16 años y empieza a intercambiarse cartas con el protagonista masculino. Ahí comienzan un ida y vuelta. Se ponen de novios. La literatura es la única forma que tienen para conectarse. Tienen una relación de cinco años, pero a ella le sale una beca en París y se va. Convertida en una escritora exitosa, él se queda en Buenos Aires ahogando sus penas en el alcohol”, cuenta sobre la obra.
“Esta historia empieza en 1960 y termina en 2017. Ellos podrían haberse comunicado de otra manera, pero eligen mandarse cartas a lo largo de toda la vida. La obra termina cuando ella tiene 80 años y está por morir enferma”, agrega sobre el texto escrito por Marcelo Galliano, quien también se pone en la piel de Jorge Amalfi, el coprotagonista.

Se puede decir que se trata de una pieza que rompe con lo que venía haciendo arriba de las tablas: "El trabajo actoral es muy grande. No solamente por las distintas edades que debo interpretar, desde una adolescente a una señora de 80 años a la que le suceden cosas muy duras y se le va notando la amargura a lo largo del tiempo, sino por cada uno de los detalles que tuvimos que trabajar. El lenguaje es muy poético y no queríamos hacer algo recitado, sino actuarlo para que no quede lejano para el espectador. Ése es uno de los desafíos cumplidos".
Fotos: Diego García
Peinado: Damián de Hair Malambo (@hairmalambo)
Agradecemos a Fernanda Caride, directora del Teatro Ñaca (@teatroniaca) por la locación, y al agente de prensa Pablo Tomaselli (@pablotomaselli)

