"Lo hice de nuevo: me he ventilado todo", dice entre risas Flor Jazmín Peña luego de la una larga producción en los estudios de GENTE, casi que anticipando lo que será la entrevista. Es que, con la misma frescura y sinceridad con la que conquista al público en el streaming, la bailarina, actriz e influencer se muestra dispuesta a repasar su historia, sus inicios y esos momentos clave que moldearon su camino hasta llegar a este presente de ensueño que la encuentra entre Luzu TV y el teatro, con la exitosa obra La llamada.
Entre sonrisas y también varias lágrimas, la joven de 31 años revela las intuiciones que la guiaron sin explicación hasta este momento brillante que transita. Es por eso que a lo largo de esta entrevista, recorrerá sus inicios artísticos, contará la influencia de su familia, y repasará los años de duda y el famoso “volantazo” que la llevó a cambiarlo todo.

También se meterá en un terreno donde su vida personal y laboral se cruzan: su relación con Nico Occhiato, quien al nombrarlo por primera vez en esta charla se emocionará hasta las lágrimas. Y, sin entrar en detalles de su intimidad, explicará cómo manejan el equilibrio entre el amor y el trabajo. Además, revelará cómo fue tomar decisiones difíciles dentro de Luzu TV y qué admira de su pareja en su rol de líder.
Por último, Flor detallará su regreso al escenario y el desafío de mostrarse como actriz, cantante y bailarina en La Llamada. Un proyecto que la reconectó con su vocación inicial, los miedos que atravesó en su juventud al plantearse su sexualidad y que, según ella, deja un mensaje necesario en este contexto. La obra, que tendrá su última función en el Teatro Astros el próximo martes 25 de noviembre, ya confirmó su presencia en la temporada veraniega de Mar del Plata durante enero.

Su abuelo artista, las dudas familiares y la intuición que no falló
Antes de que su nombre resonara en redes, streaming o teatro, Flor Jazmín atravesó un largo camino lleno de preguntas y decisiones que sorprendieron tanto a toda su familia como a ella misma. Si bien, actualmente cuenta con más de 2 millones y medio de seguidores, noviazgos resonantes y casi una década en los medios, se permite recordar cómo empezó a descubrir quién era y cómo llegó hasta su presente.
—Tenías un abuelo artista, ¿creés que de ahí viene tu vocación?
—Mi abuelo materno… falleció joven. Lo llegué a conocer, aunque no compartí tanto. Era un abuelo cantor y le costó mucho su carrera musical (risas). Para mí puede venir por ahí… No hay otra rama artística. Cuando yo tomé la decisión de dedicarme a esto, llamó la atención en la familia y generaba mucha duda… Ellos iban más por la de que hay que elegir algo seguro… ¡Como si existiera algo seguro! Creo que también el miedo que tenían mi mamá y mi papá podría venir por este abuelo, su carrera y la falta de estabilidad económica. En su caso fue ir tras un sueño que nunca llegó a suceder.
—¿Tus papás no tienen nada artístico?
—A mi mamá la veo muy productora por momentos. A mí me gusta mucho pensar las cosas que hago y con ella armamos muchas cosas. Me trae ideas… Cuando hacía redes sola, de más chica, me ayudaba a pensarlas. Eso sí siento que lo heredé de ella.
—¿Ella siempre fue ama de casa?
—Sí, ella es ama de casa y súper tímida. Recién ahora se está animando a tomar clases de zumba. Hace poco se subió con sus compañeras e hicieron una función. Está buenísimo.
—Años atrás ellos dudaban de que siguieras un camino artístico, ¿hoy lo ven diferente?
—Creo que llegaron al punto en el que están muy contentos y orgullosos. Entendieron que me tenían que dejar ser porque no había otra. Siempre tuve un carácter en el que sostuve mucho lo que yo quería y lo que tenía ganas de hacer. Ahora me pasa en La Llamada que siento que el personaje que hago, Susana Romero, tiene mucho de Flor Jazmín.

—¿En qué cosas encontrás similitudes con tu personaje de La Llamada?
—En eso de ir adelante con los sueños y con lo que vos quieras hacer. Es confiar en una idea que tiene que ver con una intuición propia e íntima que vos sola estás escuchando y el resto no ve. Hoy siento que tiene sentido. Escuché mi voz interna en el pasado y las cosas han salido bien. Me agradezco haberlo hecho cuando nada era un hecho… Cuando decidís dar un volantazo es porque estás en una gran crisis y no te ves contento. Hoy por hoy me valoro un montón por haber escuchado esa voz interna.
Flor Jazmín revela el momento en el que dejó todo y apostó por su carrera artística
A sus 31 años analiza el momento clave en el que se dio cuenta que debía cambiar por completo el rumbo de su vida. Sin certezas y con una fe ciega en que la vida era mucho más que lo se le estaba presentando, Flor decidió dejar su carrera y siguió de lleno su intuición.
—¿En qué momento das ese “volantazo”?
—Cuando termino el colegio había que elegir una carrera. Básicamente, es lo que le pasa a la mayoría de los pibes de 18 años. Ahí sentís que el tiempo te corre porque tenés que decidir una carrera y tu futuro para no estar perdido.
—Y en el medio te comparás con tus compañeros…
—¡Claro! De repente hay uno que, desde quinto grado, sabía qué quería hacer…
—¿No tenías ni idea qué hacer?
—No sabía, pero me daba cuenta de que me gustaban muchas cosas. Me gustaba la gente, lo social, el ejercicio físico… Lo que no sabía era cómo encausar todo eso en una carrera que me llenara. De hecho, encontré un diario íntimo en el que decía que creía que quería ser peluquera, esto y lo otro… Siento que las generaciones actuales no tienen ese problema de encasillarse, pero en la nuestra había que hacer una sola cosa… Y bueno, no quise ser una sola cosa porque me gustan varias.

—¿Qué hiciste frente a ese panorama?
—Terminé el colegio, me anoté en el CBC de la UBA para ver si seguía Trabajo Social o Psicología. Al mismo tiempo, me anoté en el profesorado de Educación Física y seguí eso. Hice dos años de carrera, me iba re bien sin demasiado esfuerzo, me hice amigos que sostengo hasta el día de hoy, pero me sentía muy infeliz. Yo sentía que la vida tenía que ser algo más que lo que se supone que había que hacer…
—¿Ahí hiciste el cambio del que hablabas antes?
—¡Ahí di el volantazo! Por lo menos lo quería intentar dos años, aunque es muy poco para un proceso, pero si fallaba… qué sé yo… Al fin y al cabo, la vida es de uno. Viste que cuando sos chico y tenés esa edad, todos te dicen lo que tenés que hacer y parece que tu vida es de todos menos propia.
—¿Por qué te sentías tan mal?
—Me sentía triste a otro nivel. Soy una persona muy intensa. Necesito estar bien con lo que hago porque no la puedo caretear. Se me nota mucho todo. Inclusive, hace poco me pasaba que estaba en un programa en el que soy re feliz, es el más visto del streaming, pero necesitaba hacer otra cosa porque ya no me iba a empezar a sentir feliz.
—¿Cómo hiciste el cambio?
—Siempre trabajé. En la adolescencia había hecho casting para comerciales y laburé un tiempo de eso. Después ya no quedaba. Trabajé de moza, entregué panfletos en esquinas…
—¿Odiabas esa vida?
—(Duda) Sí, pero cuando tuve el foco sobre qué me quería dedicar, aunque tuviera que laburar 10 horas parada para ganar 300 pesos, yo estaba feliz. En ese momento mi foco y mi energía estaban dedicadas a un objetivo. El punto era la infelicidad de sentir que estoy haciendo algo porque lo tengo que hacer. Si estoy convencida con eso, voy y lo hago. No se me caen los anillos por laburar y esforzarme. He laburado 22 horas seguidas para ganar 2 mil pesos, por sostener un laburo de bailarina en un lugar donde no ganaba nada, y de ahí me fui para otro lado porque me había comprometido con otro trabajo. Cuando empecé a dedicarme a lo que yo quería y a poner la energía ahí, el agotamiento es otro, porque te hace feliz. Cuando uno se alinea con lo que quiere, aunque suene cliché, todo parece que empieza a conspirar a tu favor.

—¿Ya estabas ganando tu propio sueldo y te mantenías?
—No tenía una tranquilidad económica en lo que ganaba. Como promotora, si vas sumando horas, podés ganar un buen dinero. El tema es que es pan para hoy y hambre para mañana. Imaginate que una vez me llamaron para un show y yo estaba en una expo de promotora. Como ya tenía el laburo este, dije que no. Soy muy correcta. Hoy aprendí que se pueden conversar esas cosas con un jefe. Esa oportunidad que rechacé era para bailar con Tini en el programa de Susana Giménez… ¡Me quise matar!
—¿Y qué hiciste cuando te enteraste de eso?
—Ahí mi mamá me dijo que tenía que empezar a priorizar menos el dinero. En mi familia nunca me faltó nada, pero yo me pagaba todas mis clases. Siento que un poco me pusieron a prueba. No creían que yo estaba convencida. Sin embargo, yo tenía una fe ciega y loca. Los entiendo a mis padres y valoro mucho que hayan sido así conmigo. Mientras estudiaba me daban una mensualidad, pero cuando me quise dedicar a lo que yo quería me la dejaron de dar. Tuve que “vivir la vida real”, aunque siempre la viví. Somos una familia de Lanús, mi vieja es ama de casa y mi papá es el único que laburaba. Hoy es jubilado… Nunca nos sobró, pero había mucha cultura de trabajo. Está bueno no perderse en la ambición del dinero, porque hoy me va mucho mejor que si hubiera hecho una carrera como promotora…
Las cosas simples que cambiaron con su salto a la fama
En pocos años Flor logró pasar de ser promotora a una de las figuras más potentes y con mayor proyección del mundo del streaming. Junto a sus destrezas artísticas y su rol como comunicadora, pudo acceder a algunos beneficios que jamás había imaginado. Lejos de hablar de marcas deluxe, Peña destaca que lo que más la emociona son los pequeños lujos que se permite en el día a día.
—¿Qué cosas cambiaron cuando empezaste a laburar de lo tuyo?
—Es una locura. Tengo otra vida. Para que te des una idea, jamás pensé que iba a dejar el bondi (risas). Hoy por hoy se me abrieron unas posibilidades que eran inimaginables. Sí te puedo decir que, aunque no tuviera nada de lo que hoy tengo, cuando me tomaba el bondi y viajaba dos horas porque vivía en Lanús, lo hacía con entusiasmo y felicidad. Creo que uno tiene que buscar algo que te encienda eso propio. Es el día de hoy que no puedo creer que tengo la posibilidad de pedirme un auto de aplicación, si quiero, para ir a cualquier lugar…

—Notás el cambio desde cosas súper simples…
—Y sí, es algo básico. Me parece un montón que, si tengo ganas de merendar algo rico, poder ir y hacerlo. Es muy simple. Creo que es increíble no haberlo tenido, porque sino no lo estaría valorando.
Su relación con Nico Occhiato: cómo lo ve como jefe y qué cosas tienen en común
Hace siete años Flor Jazmín Peña y Nico Occhiato se conocieron y desde entonces la vida de ambos cambió por completo. Lo que nació como una dupla de baile para la competencia de El Bailando, se convirtió en una de las parejas más queridas en redes sociales. A casi dos años del blanqueo de su noviazgo, las figuras que comparten gran parte de su relación de forma pública lograron mantener también al resguardo su intimidad.
—Con Nico Occhiato tenés muchas cosas en común, ¿se dan cuenta de eso?
—Ay, qué melosa… Lo lindo de compartir con Nico es que venimos de lugares muy parecidos (se emociona). Cuando de repente estamos de vacaciones en un lugar que nunca hubiéramos pensado en conocer, nos miramos y lo valoramos.

—¿Frenan en ese momento a reflexionar?
—Sí, re. Es que, si no existe ese momento, no hay disfrute. Mi primer click sobre esto se me da ante la falta de salud o la salud especial que tiene mi hermana. Todos somos muy privilegiados en cuanto a la salud que tenemos y poder tomar decisiones con independencia. Cuando no tenés consciencia sobre lo que pasa es cuando no agradecés lo que tenés. Lo que me pasó a mí cuando decidí dar ese volantazo con la vida que tenía fue porque me di cuenta de que soy una persona independiente que puede tomar decisiones. Soy la única responsable de generarme la felicidad. Tomé decisiones para que algunas cosas sucedieran y es mucho más simple cuando tenés salud y podés hacerlo.
—¿Cómo hacen con Nico para tomarse ese tiempo de reflexión en medio de tantas responsabilidades?
—Creo que la vorágine de la vida te lleva de una cosa a la otra y, a veces, hace que uno se queje por cosas. Ahí uno trata de frenar… Cuando surgen noticias o algún título que te hace quedar mal, hay que darse cuenta de qué es importante y qué cosas no son importantes. También hay que ver qué es uno y qué forma de esa parte pública.

—¿Cuándo aparecen cosas de tu vida privada lo hablás con Nico?
—Sí, él es bárbaro. Es genial. Los dos somos muy parecidos, venimos de lugares parecidos y pensamos parecido, pero desde perspectivas muy diferentes. Hay una parte desde lo emocional que yo sumo mucho y él, desde lo racional, me hace entender algunas cosas de otra manera. Hablar con él me hace crecer un montón.
—¿Fue charlado con él tu baja en los días de LUZU TV?
—Sí, obvio. Él también lo sabía hacía tiempo. Un día se lo dije y me costó un montón. Ojo, por más que sea mi pareja, las cosas laborales las respeto. La reunión para decirle que me bajaba fue en su oficina. Estaba muy nerviosa…
—¿Es raro ponerse en rol jefe-empleada?
—No, porque él es increíble como líder. Pasé de no pedirme un día en un trabajo que no me interesaba para bailar con Tini a poder conversar la posibilidad de ir menos días. Obvio que en un momento pensé que directamente tenía que renunciar. Amo el proyecto con mi vida y pudimos conversarlo.

—¿Encontraron la vuelta entre los dos?
—Sí. Él es un líder que, ante las necesidades de sus trabajadores que empiezan a tener otros trabajos o viajes, trata de encontrarle la vuelta para que todo siga funcionando.
—Más allá de lo laboral, ¿qué te gustaría a futuro con él?
—¡Unas vacaciones! (risas). Además, vamos a tener un veranazo en Luzu. Además, voy a estar haciendo temporada con La Llamada en Mar del Plata.
"Lo hago por las dos": Flor Jazmín habla de su hermana y la responsabilidad que le cambió la forma de ver la vida
Al momento de hablar de privilegios, Flor no se frena en cosas materiales. Para ella el privilegio de tener salud y ser independiente está por encima de cualquier otra cosa. Lo cierto es que esta gran enseñanza la atravesó de muy chica con la llegada de su hermana menor Rocío. La joven tiene síndrome de Rubinstein Taybi, una enfermedad genética rara que afecta el desarrollo físico y cognitivo. Es por eso que, desde su adolescencia la bailarina se planteó cómo iba a poder hacerse cargo de ella una vez que sus papás no estén.
—¿Te marcó mucho el síndrome de tu hermana?
—¡Claro! Le agradezco y le debo. En la final del Mundial 2022 estábamos cubriendo en Qatar, antes de ser campeones del mundo, y se me vino a la mente mi hermana. Yo estoy viviendo eso por ella. Además, a ella le encanta subirse a los escenarios, bailar y que la aplaudan. Creo que lo hago por las dos…
—Es un esfuerzo por ambas…
—Total. Es la posibilidad que ella no tiene (se emociona). Yo sí la tengo y tengo que hacer algo con eso. Tengo que hacer algo con mi vida.

—En el pasado habías contado que tu objetivo era poder estar bien económicamente para poder hacerte cargo de ella a futuro, ¿sigue esa presión?
—Estoy un poco más relajada con eso, por suerte. A mis 14 años fui a terapia porque me preguntaba cómo iba a hacer el día de mañana, a mis 30… No era algo impuesto. Muchos me pueden ver muy volada, pero también soy muy de tener los pies en la tierra. Me preocupaba un montón y creo que la estabilidad económica que tengo hoy se la debo un montón a esa preocupación. Trabajé mucho para tener la tranquilidad que hoy tengo por si llega a pasar algo (llora). Hoy ya tengo cierta seguridad y sé que vamos a estar bien. Es por eso que no sé si me hubiera hecho tanto cargo de mi vida si no hubiera sentido la responsabilidad. Ojo, algunos pueden pensar que es un re peso, pero yo tengo una vida re feliz y estoy re orgullosa porque, si pasa algo, estoy yo.
—Con eso te debés sentir muy fuerte, ¿no?
—Sin darme cuenta que a los 14 tenía una preocupación, que a mis 31 generé algo que me dispersó esas dudas y que generé ser la persona que quería ser a esta edad por si mis viejos o mi hermana me necesitan. Vengo de una familia en la que, por ejemplo, mi vieja se tuvo que hacer cargo de su madre. Hay mucha responsabilidad. Yo hoy tengo los pies en la tierra y puedo estar para ellos como ellos estuvieron para mí. No podría haber logrado nada de lo que logré si mi vieja no se hubiera roto el lomo cuando era chica y me tuvo que criar. Esa fuerza de empuje se la agradezco a ellos.

Su vuelta a los escenarios y su debut como cantante
Este año Peña tuvo el valor de reflexionar sobre su gran presente laboral y poner un freno. Así fue que pudo analizar nuevas propuestas y se animó a volver a los escenarios con Susana Romero, el divertido y desafiante personaje que personifica en La Llamada. Luego de una exitosa temporada en el Teatro Astros, la obra escrita por los españoles Javier Ambrossi y Javier Calvo, llegará a Mar del Plata en enero. En medio de este gran desafío laboral, la bailarina, quien sorprendió en su rol como actriz y cantante, analiza el mensaje de esta gran producción.
—¿Cómo fue volver al teatro después de tanto tiempo fuera de los escenarios?
—Así como cuando estudiaba el profesorado y era infeliz, hay algo de alimentar a mi lado de bailarina que, cuando lo hago, conecto con eso como no me pasa de ninguna otra forma.

—Y en La Llamada apareció Flor bailarina, cantante y actriz…
—Una cosa trajo a la otra. Por eso yo quería bajar unos días en Luzu. Las cosas aparecen cuando hay espacio. La vuelta al escenario fue muy feliz. Me encantan los desafíos y La Llamada me representaba algo muy desafiante.
—Además, actuás de una chica que se enamora de una monja… ¿Sentís que te siguen juzgando con algo respecto a tu orientación sexual?
—Cuando hablo de cosas muy personales, hasta cuando hablo de mi hermana que toca una fibra muy personal, lo hago exponiéndome porque siento que le puede llegar a servir a un otro y porque lo que te cuento me llevó mucho dolor y mucho proceso. Estas cosas las cuento porque a otro le pueden servir, como a mí me han servido cosas que he escuchado de otros artistas o comunicadores. A lo que quiero ir es que lo que expongo le puede chocar a otro. O sea, le ha chocado hasta a mi propia familia procesar y entender. Cuando una persona me juzga porque no puede entender mi sexualidad… ¡Ay, parece que no existe la bisexualidad! Porque antes salí con una mujer y ahora un hombre, son sus propias creencias. Me pueden atacar a mí, pero el propósito es que con el tiempo sea menos juzgable. En el Bailando nunca había pasado que otra chica saliera con otra, se hablara de eso y no para sexualizarlo… Soy consciente de que hay gente que lo puede tomar a mal, pero me hago cargo de quién soy y de lo que me pasa. Esos mismos prejuicios los viví yo.

—¿En qué sentido?
—Cuando me empecé a sentir atraída por una mujer tenía el prejuicio de que seguro me gustaba para boludear y después me enamoré al taco. Es la vida la que te hace dar cuenta de que nada es seguro y estable. Es por eso que hoy me encanta interpretar a Susana Romero y me recuerda a mí misma.
—¿En qué cosas?
—Tengo un monólogo en la obra en la que soy yo defendiendo mis sueños, mis metas y mis ganas de vivir la vida a mi manera, y que tengo todo el derecho de hacerlo. Hay mucho de Susana Romero en Flor Jazmín y mucho de Flor Jazmín en Susana Romero. Insisto, por eso, en que la gente venga a ver la obra, porque es realmente hermosa y hecha con mucho amor. Es por eso que creo que es muy necesaria esa cuota de amor en estos contextos.
Fotos: Candela Petech.
Video: Candela Casares.
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