“Siempre luché por lo que quise, pero nunca me victimicé”, lanza Cristina Pérez cuando, casi llegando al final de la charla sobre su nueva reinvención, el estudio queda en silencio un martes a última hora. Venimos hablando de la necesidad de ser piadosos con el otro y con uno mismo y, aún después de haberse construido a sí misma durante 35 años –y de sostenerse en una industria a veces hostil–, asegura que jamás ha sentido lástima de sí misma. “Siempre va a haber una injusticia, una persona que no hace lo que vos esperabas, pero es parte de la vida y de todo se aprende”, explica.
Nos despojamos de ideas previas, abandonamos eso que se llama suponer y hacemos realidad la entrevista vaya a saber qué número. Y hay cosas que no cambiaron, por ejemplo su marca registrada, su personalidad: nada menos. Sabe que es mejor morir en la suya, jamás titubea al decir sus verdades ("Nunca cambié mis posiciones, pero tampoco las guardé") y, le guste a quien le guste, a ella mucho no le importa lo que opine el resto. "Siempre fui liberal en todas las dimensiones", sentenciará.
En una charla sin anestesia, filtros ni IA, la conductora de Camino a casa (una producción de Telefe y Onza Américas basada en un formato original creado por Albert Espinosa) y periodista de LN+ habla de todo. Por qué se casó en secreto con Luis Petri, qué piensa de Javier Milei, cómo hizo para seguir siempre la flecha del deseo sin traicionarse "y sin escuchar a los demás", del contrapunto del periodismo político y de espectáculos, y hasta de aquel "desnudo cuidado" que improvisó para una producción de GENTE en la que estaba "vestida" literalmente con frases de su primera novela.

La vuelta a Telefe y el poder sanador de Camino a casa
–¿Cómo te reencontrás con Telefe en este nuevo programa donde volvés con figuras consagradas a los lugares donde empezó todo –sus ciudades y hogares natales– y, a la vez, qué parangón hacés con tus orígenes?
–Vuelvo a casa en todo el sentido de la palabra. La verdad, este proyecto es puro amor. Y aparte es transformador porque todas las personas invitadas a Camino a casa sintieron que se cerró un círculo, que se sanó una herida, que se regresó a momentos fundamentales. Eso me impresionó, porque yo le tenía fe al formato, pero cuando el formato sale a rodar, la persona no se encuentra con un guion: se encuentra con sus recuerdos, con sus emociones y con sus memorias. Así que todo es más de lo que esperaba.
–Hasta te fuiste a Arequito con la Sole. ¿Qué claves descubriste desandando ese camino con ella?
–Fue hermoso. Y creo que ahí pude conocer lo profundo del fenómeno de la Sole en la música argentina. Ese fenómeno sólo se explica cuando vas con ella a su pueblo, recorrés sus calles y te das cuenta de que es la misma chica que se fue, que revoleó el poncho, que hoy cría sus hijas en su pueblo y tiene todo el éxito que tiene. Pero lo entendés ahí, lo entendés ahí…
–Si te encontraras con la Cristina que arranca en San Miguel de Tucumán, ¿cómo describirías a esa periodista deseante que soñaba adueñarse de los micrófonos?
–Y, yo tengo la suerte de que de nena ya jugaba a ser periodista. ¿Cuántas veces te lo habré contado? A los 7 ya jugaba con el cepillo de brushing como si fuera un micrófono, y para mí siempre va a ser que estoy cumpliendo mi sueño de la infancia. Eso no te lo saca nadie.
De Tucumán al prime time: la niña que jugaba al noticiero y nunca dejó de soñar
–¿Te acordás qué noticia dabas cuando jugabas? ¿Qué contabas?
–Tanto no, pero me acuerdo del espejo ovalado de metal que tenía como arandelitas. Yo me sentaba al frente: era mi pantalla de televisión, el público, era todo. Y por ahí alguien entraba y me decía: "¿Qué decís? ¿A quién le hablás?" Y yo estaba haciendo "mi noticiero". En ese momento en Tucumán había uno muy famoso y yo veía a una periodista que se llamaba Silvia Rolandi. Falleció hace poco (en 2023), pero tuve la suerte de decirle: “Silvia, yo jugaba a ser vos”... El otro día le llevé de regalo a Mirtha Legrand una foto mía a los 7. Yo pedía que me sacaran fotos con ella en el televisor (risas). Aparte era un chiste la foto porque yo aparezco toda negra por el contraluz de la tele y Mirtha se ve divina con su pelo rubio. A uno le parece que aquella infancia fue hace media hora…
–No sé si creés que vivimos manifestando o estabas convencida de que te esperaba un destino más grande en Buenos Aires…
–A mí me dan ganas de decirle siempre a los más chicos: "Sueñen, porque puede ocurrir". Por ahí estos son los sueños que se cumplieron, pero a veces te pasa que vos perseguís algún sueño y no se da…. pero en el camino te encontrás algo muy importante.
–Bueno, dicen que en realidad lo más importante es lo que el caminante aprende en el camino.
–Totalmente.

Exposición, críticas y libertad: su filosofía para vivir sin victimizarse
–¿Y qué aprendiste vos de tanta exposición?
–De la exposición, que no me importa. Yo siempre digo: "El poder de los demás es el poder que vos les das”. Entonces yo elijo a la gente con buena energía que da el corazón, a ésa le abro los brazos. A la gente tiene miradas destructivas de la vida no le dejo nada mío, porque no merecen mi rencor… no merecen esos sentimientos. Yo no quiero ser eso.
–¿Y hoy te sentís más observada que lo usual?
–Siempre me sentí observada, siempre. Bueno, yo vivo del rating, quiero que me vean, así que sigan observando. Acá estamos y siguen mirando. A veces uno es juzgado por las expectativas del resto: siempre alguien va a decir algo. Sin ser conocido... preguntale a cualquier chico que va al colegio y tiene un compañero que no le pone like en las redes o le dice algo que no le gusta. Es parte de la vida: no se le puede gustar a todo el mundo.
–¿Pero es más difícil ser Cristina hoy?
–Nunca fue difícil. Yo soy muy feliz. Y prefiero ser así, porque soy yo.
–Siempre has defendido tu autenticidad; eso es algo que demostrás más allá de cualquier situación.
–Y todos tenemos que defenderla. Yo aprendí que los que están diciéndote qué tenés qué hacer, cuando tomás una decisión y vienen los resultados, si te llegás a frustrar no van a estar el día que vos te sentís una idiota. Con lo cual, mejor que cada uno haga su vida. Yo hago la mía, ¿viste? Además, aparte me parece que cuando uno toma decisiones en libertad inspira a los demás a tomar decisiones en libertad.
–Pero pareciera que podés tener más presiones, ¿cómo hacés para que no te afecten las redes?
–La verdad es que no estoy conectada con eso. Es muy simple: hay que conectarse con lo constructivo. Porque lo otro se consume en su propia hoguera... ¿Cómo decírtelo? La envidia o el prejuicio son copas de un veneno que el otro cree que te da, pero se lo está bebiendo.
–Como metáfora funciona...
–Así que hablar siempre van a hablar. Y yo prefiero el vino. El buen vino, obvio.

–Recién nos estábamos acordando de una escena de una post nota en tu departamento de Puerto Madero, ¿pidiendo pizza y qué más?
–Ahí pedimos pizza y fainá, pero no fue con vino, nos pedimos Coca Light. Presentaba mi primer libro y me acuerdo que hice un desnudo. ¿Te acordás? Un desnudo "cuidado".
–(Risas) También te habíamos hecho algunos tatuajes en la piel en referencia a ese primer libro de cuentos.
–¡Y cómo nos reímos! Me encantó esa nota; las fotos las hicimos con Maxi Vernazza, a quien el otro día invité a la televisión para hablar de fotos de Maradona, y me lo recordó ahí. Juan Pablo Varsky se ponía colorado y todo.
–¿Tuviste que asumir que te habías desnudado en la revista?
–¡Sí! Pero no me costó. Un poco hay que quererse para mantenerse ante las cámaras y ser vista. Bueno, hay que quererse mucho siempre. Tita Merello ya lo decía... y lo del Papanicolaou también (Nota de la Redacción: decía que quererse también es hacerse los controles para prevenir el cáncer de útero).

–Crecer ante las cámaras no es fácil, imagino. A los 17 empezaste haciendo móviles en la calle y pasaste a triunfar en un noticiero del prime time (Telenueve), siendo la elegida de Alejandro Romay...
–Pero yo sigo siendo esa niña, y creo que eso me permite que las cosas me duelan menos. Porque soy muy trabajadora y lo hago como si hubiera empezado hoy. Me dedico al trabajo con entrega, con meticulosidad, con amor. Y todos los días digo: "¡Qué bendición que hago esto!". La verdad es que eso hace que no esté preocupada ni por las poses ni por los comentarios. Yo me concentro en mi vida y mi trabajo, no me distrae la mirada de los otros.
La crueldad en redes y el bullying: "El que no está acostumbrado a la exposición, lo sufre porque se siente herido"
–Mientras la mayoría de las personas expuestas se quejan de eso, también elegís otro camino al expresarte.
–Yo me preparé para estar expuesta porque siempre me encantó el mundo de la comunicación. Pero hoy en día hay mucha gente que desde la vida anónima sufre muchísimo el juicio de los demás, por el por el bullying, por el desprecio, por la incomprensión. Entonces creo que, a veces, uno puede ser ejemplo de esa necesidad de romper con los "dedos acusadores" o con las burlas desde el palco, porque de eso no se vive. Uno vive de su experiencia, de lo que lo atraviesa, de lo que te hace erizar la piel, de lo que te te hace emocionar, de lo que te hace de crecer. Lo demás no importa.
–¿Tiene algo que ver que la mirada de la crueldad parezca estar un poco más habilitada?
–Lo que pasa es que las redes rompieron algunos umbrales que no existen. Entonces, vos no sabés siquiera con quién te estás vinculando o quién te critica, porque se encuentran cubiertos por el anonimato. Eso es cobardía y a veces permite catarsis destructiva.... La realidad es que el que no está acostumbrado a la exposición, lo sufre porque se siente herido. Por eso me parece importante que los que estamos en medio de esta selva podamos dar el ejemplo y quitarle ese poder a quien quiere destruir o socavar. Y yo te reitero, no es una cuestión que sólo la sufre la gente conocida: le puede pasar a un niño de quinto grado, a un adolescente que está en su peor crisis o a una mujer que tiene algún rollo con su cuerpo, y todo eso que le dicen se lo retroalimenta. Ahí es donde las personas más conocidas tenemos que frenar y poner cada cosa en su lugar.

Política sin filtros: su mirada sobre Milei y los desafíos que enfrenta el país
–Claro, pero también se da en un tiempo en el que falta más diálogo y desde las esferas se impregnan un montón de ideas. Has sido un poco crítica, de hecho, ante algunos modos del presidente...
–Sí, por suerte ahora el presidente está más tranquilo, ¿no? Creo que también entendió que en las formas había fondo. Pero a veces Javier Milei es una cosa en su manifestación pública y otra en la realidad. Creo que en la primera parte del mandato tuvo que magnificar su presencia por la estremecedora fragilidad parlamentaria que tenía... Cuando lo tratás es una persona muy tranquila, y creo que hoy él está en ese cauce de ser tranquilo en lo público, siempre dentro de su excentricidad. Porque fue justamente por esa excentricidad que, de alguna manera, se comunicó con los más jóvenes, que son los que más lo eligen. Pero es como una combinación de algunas paradojas: por un lado, la ortodoxia fiscal, y por otro, le mete rock metálico. Fijate cómo siendo un outsider interpretó su tiempo...
–Y en esta parte de su gestión, tras el nuevo crédito que le dio la mayoría de la sociedad en las urnas, ¿cuál es tu análisis?
–Ahora viene con una elección que lo validó, pero se va a jugar todo en la posibilidad de lograr reformas y que la economía despegue. Milei se va a jugar su presidencia en conseguir o no el crecimiento económico.
El amor por Petri, casamiento secreto y códigos que no negocia en su vida privada
–¿Cómo hacen en tu casa con Luis (Petri) al charlar de todo esto? ¿Conversan o no de política entre cuatro paredes?
–La verdad es que yo desde el principio tuve con él el código de que cuando empezó a ser ministro (N.d.R: La entrevista se realizó antes de la designación del militar Carlos Presti en su lugar a cargo de la cartera de Seguridad y Defensa; Petri asumirá su banca en la Cámara de Diputados a partir del 10 de diciembre) sabía que no iba a poder ser mi fuente. Entonces cultivé otras fuentes, vos sabés cómo se hace esto. Además, al tener más de 35 años en esto, con la mayoría de las fuentes me conozco mucho antes de conocer a mi marido. Y es como te pasa a vos, cuando tantas veces una persona te cuenta algo; incluso es más delicado porque por ahí llevás un secreto privado toda la vida. Es my impresionante, la gente a veces no sabe cómo es y que vos sabés que en mantener ese código se juega tu relación con esa persona. A mí me pasa lo mismo, y también con el público.

–¿Cómo lidiás ante lo que, por algún motivo, no se puede decir?
–A mí todos los días me pasa. A veces me pierdo de poner un material al aire porque una fuente te dice: "Mejor no." Y vos por ahí tratás de convencer, pero no y "no es no". Entonces, eso es lo que a uno lo construye como periodista. Y me parece que es lo que lo que cuenta en toda circunstancia. Y bueno, la relación con mi marido es como con la de cualquier otra fuente.
–No sé si lo viviste como una suerte de duelo momentáneo o no, ¿pero cómo fue ese corrimiento del periodismo al decidir elegir y acompañar a Petri?
–¿Viste que yo soy un poco de filosofía oriental? ¿Viste cuando Bruce Lee dice "Be like water" (sé como agua). Si la vida es un vaso, te convertís en el vaso, si la vida es una taza, te convertís en la taza, si la vida es una pileta, te convertís en la pileta. Hay cosas a las que no te podés oponer porque tu vida te está mostrando que cambió el ciclo y algo está pasando ahí. Y, si escuchás el mensaje, aparece la oportunidad. Y este programa, Camino a casa, es hijo de esa oportunidad, la de hacer un giro en mi vida, que también tuvo como consecuencia llegar ahora a mi programa periodístico de autor (Siempre+, por LN+) con algo que tiene mi perspectiva, mi mirada, mi análisis, mi producción y también con consolidar algo que yo ya venía construyendo en la radio.
–Lo que sucedió fue conveniente para tu propósito...
–Te diría que agradezco a la vida el desafío de cada salto que tuve que hacer en el trapecio porque me estaba esperando del otro lado para agarrarme y no dejar que cayera al vacío. Y eso también es la vocación y el amor que uno tiene por el oficio, porque el oficio te permite reinventarte solamente si vos tenés ese fuego sagrado. Y puedo decir que lo pude probar.

–Claro, y pudiste sentir de nuevo otra clase de adrenalina, imagino, porque acá es la aventura de revivir con los protagonistas esos recuerdos que los trajeron hasta la fecha y para eso se necesita atreverse a reencontrarse con los orígenes. ¿Cómo fue el armado del programa?
–A mí al formato de este programa me gusta definirlo como una mezcla de biopic con reality show. Me acuerdo como si fuera hoy cuando lo elegimos con Guillermo Pendino y Fede Levrino, porque teníamos un montón de opciones en la mesa. Yo tengo la suerte de trabajar con los número uno de la TV, como Darío Turovelzky, con quien nos conocemos desde que éramos chicos en Canal 9; con el productor Diego Nuñez, entre otros, y tantos invitados que me entregaron su corazón.
–¿Cuál es la magia que se da en tus invitados y en vos en ese pase a la nostalgia y a los comienzos?
–Es hermoso porque nos entregamos a lo que pase. Si bien buscamos la biografía, la cámara está prendida y no sabemos para dónde dispara. Preparamos sorpresas pero ni nosotros los invitados no saben con qué se van a encontrar. Y eso es algo impagable, incluso te diría que tiene como la magia irrepetible del teatro.
–Esa que conocés también porque te atreviste también a la dramaturgia, interpretando varias obras de Shakespeare (como Macbeth y Ricardo III, por ejemplo).
–Sí, y es precioso. No sigo con el teatro porque no tengo más horas en el día.
–¿Retomarías las tablas?
–Me encantaría, pero mi día empieza temprano en la mañana y termina a cualquier hora. Imaginate tener teatro.

Cocina, rutinas y la intimidad de un hogar donde también se reinventa
–¿Cómo es tu fin de rutina de un día cualquiera? Por ejemplo, el de hoy.
–Me queda la cena para mi marido...
–¿Qué le vas a cocinar?
–Te cuento que aprendí a cocinar un poquito. El año ese que tuve un poco menos de trabajo, aprendí a cocinar increíble. Sí: aprendí a cocinar a los 50.
–Entonces lucite contándonos (para saborear mientras los describís) los cinco mejores platos que le cocinás a Luis.
–Me inicié con el chupín de pescado que me enseñó mi papá, ahí perdí el miedo: es un manjar. Después, una estrella entre los platos que cocino es el brócoli, que aparece en distintas versiones. Uno es un risotto con cebollita y brócoli, que va divino con un vinito blanco. También lo hago con ajo fileteado y aceitito de oliva, que es la combinación ideal para la pasta al dente y se trata de una receta que me dio Donato (de Santis). Si puede ser con penne rigate... si no papardele, que me encantan.
–¿Y te animás a la pasta casera o ya es mucho?
–Luis es el que amasa. Prepara pasta y pizza, pero él está en una. Él ya está para MasterChef. Un día me encontró cuchareando el risotto a las 3 de la mañana después del amor. "El risotto después del amor"; imaginate... Bueno, ahí ya te dije tres platos, me quedan dos. También hago huevos revueltos, que se los copio a Paulina Cocina. Me faltaría un quinto plato. Pondría un flan pero lo hice tres veces y me quemé la mano: nunca más. El caramelo no es para mí. Ehmmm, ya sé, el pollo maravilla que me enseñó Elisa Faena y es una cosa maravillosa.
–¿Aprobás si después armamos una nota de las cinco recetas que le cocinás a Petri?
–No son mías, pero sí, se las preparo a Luis. Me parece una buena idea. O lo llevás a él a cocinar y queda bárbaro.

–Todo el mundo quiere saber más del casamiento secreto. ¿Cómo fue ese momento?
–Fue supernatural, en realidad. Todo empezó cuando fuimos al pueblito donde nacieron sus abuelos a Italia, a Trento, y estábamos en la catedral. Hacía un frío de locos y me dijo entre murmullos: "¿Querés que le pidamos al cura que nos que nos bendiga?". Y en esa catedral hicimos un compromiso con el padre Ludovico. Luego volvimos, él empezaba una campaña de una elección interna por la gobernación de Mendoza y ahí surgió el día después de su cumpleaños, 1º de abril. Estábamos comiendo, se me arrodilló y se propuso. Y lo queríamos hacer superbajo perfil porque estaba en medio de una campaña. Entonces fue muy tranquilo y queríamos que sólo estuviera nuestra familia.
–¿Pero te sorprendió él? ¿Estabas lista?
–Re... ¡me sorprendió! Pero más me sorprendió que yo no tuve dudas. ¿Viste que siempre dije que tenía el "no" fácil?
–El textual en otra nota de archivo fue este: "Me han pedido matrimonio pero yo no quise".
–Y... ahora quise. Pero es cierto que ha pasado... las damas no tenemos memoria. Yo me sentí muy amada en mi vida y también amé. Nunca usaría para pavonearme un "no" o un "sí". A veces no es por divismo: simplemente no coinciden los proyectos de vida y terminás haciéndote daño. Pero a mí me gusta recordar con amor el buen amor.

–No dudaste en bajarte de un proyecto si fervientemente no coincidías con alguien, ni más ni menos.
–Una vez, un psicoanalista con el que solía tomar sesiones me dijo que la relación es "el acuerdo del formato". Que a veces, si no hay acuerdo en el formato, chocás. Si los dos quieren ser novios, son novios... Si los dos se quieren casar, ahí es.
De la maternidad y la fortaleza con la que se inventó, a la exigencia de la "perfección"
–Y con los mandatos, también. Recuerdo que en su momento generaba muchas cosas cuando en las notas decías que no querías ser madre.
–Yo creo que el tema está en si hacés las cosas porque los demás quieren y no porque querés vos. Cambiar de idea, por suerte todos podemos cambiar. Evolucionamos y tenemos distintos momentos en la vida. Pero en ese momento me lo vivían preguntando y fijate que hoy siete de cada diez chicas te dirían que no las interpela la maternidad, y ya no sorprendería a nadie. Cada vez que reflexionaba sobre el tema me escribía un montón de gente diciéndome: "Ay, me pasa lo mismo, siento lo mismo, gracias por decirlo".

–Justamente elegimos maternar muchas cosas. Además de nuevo programa, diste a luz un nuevo libro, Mujer samurái. ¿En qué sentido te sentís una?
–Siempre fui una guerrera, así que eso lo entiendo bien. Ser guerrero es estar listo, saber esperar y actuar en el momento indicado. Me parece que hace falta frialdad y humanidad para lo necesario, porque la humanidad es lo que nos tiene que envolver siempre. De hecho, el samurái tiene su código de honor ante todo. Nunca me traicioné... ni traiciono.
–Y en momentos de hablar de noticias, ¿alguna vez te han pedido "de esto no hablemos"?
–No, en ese sentido tuve la suerte de ser muy respetada. Yo también te reconozco que me hago respetar, pero a veces te hacés respetar con tus actitudes. Afortunadamente trabajé en lugares donde siempre me sentí valorada y respetada como profesional. Porque sé que a veces eso a otros colegas les ha pasado. Gracias a Dios, la gente lo sabe, porque me conoce desde hace mucho, nunca cambié mis posiciones, pero tampoco las guardé. Así que jamás callé. Al contrario.
–¿Y no hubo momentos complicados al estar en los medios siendo tan chica? ¿Nunca?
–Yo nunca me victimicé. No creo en el victimismo ni me tengo lástima. Todos posamos por algún momento difícil, pero a veces la vida es lucha. Hay que luchar por lo que uno quiere. Siempre va a haber una injusticia, una persona que no hace lo que vos esperabas, pero es parte de la vida y de todo se aprende. Lo que no te mata, te fortalece.

–Claro, pero también hay momentos en que uno tiene que ser piadoso consigo mismo. No todo es ser victimista, saber que lo lograste pero te costó...
–Bueno, es que el error tiene que ser evolutivo. Porque si no te castigás al cohete. (Se refiere a que los hechos, como "ventaja" o "desventaja" momentánea, son una oportunidad para el proceso natural de adaptación).
–Y vos que sos tan psicoanalizada y demás, ¿cómo te llevás con la exigencia?
–Soy muy exigente, sí, reexigente. Pero también me moderé, porque antes era insoportable. Es que cuando vos hacés noticias estás en un microscopio, en un eterno plano 4x4. Eso me lo enseñó Pérez Loizeau (Juan Carlos). Me dijo: "Negra, vos podés decir algo increíble, pero si tenés una pelusa en la solapa, te van a mirar la pelusa. Es un microscopio y es un lugar donde estás solo.¿Sabés quién te acompaña? El público. Por eso, cuando conectás con el público no sólo podés darle poder con la información, el público te da poder a vos. Por eso me explicaba: "La cámara son los ojos de una persona que está ahí y te acompaña".
–Por último, ¿cuál fue la noticia más linda que recibiste?
–¿La más linda? Y... tiene que ver con las noticias de los nacimientos familiares. El último fue el de mis sobrinas mellizas. Una es Julia y la otra, Elena. Son re distintas las dos, pero una es igual a mí. Ponés una foto mía de bebé y es ella. No hay nada más lindo que mis sobrinos.
Fotos: Chris Beliera
Retoque: Silvana Solano
Registro audiovisual: Cande Casares
Edición video: Rocío Bustos
Make up: Alejandra Regueiro
Pelo: Anita Ramirez
Styling: Ine Pita
Agradecemos a Laurencio Adott y a Telefe

