De Broadway a la cárcel en la ficción, la increíble historia de Tatu Glikman, la revelación de En el Barro: “Mi prioridad siempre fue la actuación” – GENTE Online
 

De Broadway a la cárcel en la ficción, la increíble historia de Tatu Glikman, la revelación de En el Barro: “Mi prioridad siempre fue la actuación”

La actriz de 30 años, que interpreta a la China en la exitosa serie de Netflix, se confiesa con revista GENTE. Habla de su recorrido, desde sus inicios en comedia musical hasta los nuevos desafíos que la esperan en su multifacética carrera artística.
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Cada cosa que se propone la cumple: encontrar la casa de sus sueños en el barrio de su infancia (Villa Crespo), vivir de lo que ama (la actuación), dar el salto y probar nuevos desafíos (la música), y tantas cosas más que a sus cortos 30 años parecería difícil de conseguir para cualquier otra persona. Pero ella, Tatiana “Tatu” Glikman no es cualquiera.  

Esta joven actriz de sonrisa dulce y mirada penetrante dio el gran salto allá por 2021 con Entrelazados, un exitoso musical de la factoría Disney, y hoy vuelve a ser noticia por su potente personaje en la ficción carcelaria más comentada de los últimos días: En el Barro.  

Es que en la serie de Netflix producida por Underground ella le da vida a la China, una joven condenada por “viuda negra” que adentro de La Quebrada (la prisión donde se desarrolla la serie) se convierte en una estrella porn*.  

Tatu Glikman interpreta a la China en la exitosa serie de Netflix, En el Barro, protagonizada por Valentina Zenere y Ana Garibaldi.

“Mi prioridad siempre fue la actuación”  

“Hice de todo. O sea, trabajé como paseadora de perros, en producción, en una financiera, trabajé con mi mamá, trabajé en fiestas, y en una inmobiliaria hasta el año pasado pero mi prioridad siempre fue la actuación", asegura Tatu mientras su estilista la peina previo a una importante sesión de fotos en el estudio de revista GENTE.  

-¿Siempre tuviste en claro que querías ser actriz? 

-Sí. Mis viejos nada que ver: mi mamá es abogada y mi papá, psicólogo. Pero mi mamá de chica iba a ser bailarina profesional y de ahí sus ganas de que yo me adentrara en este mundo por lo que de muy pequeña me empezó a mandar a distintas disciplinas artísticas. 

-¿Qué hacías? 

-A los 7 años me mandaba a varias actividades: danza árabe, natación (deportes nunca agarré, aclara) y comedia musical... Recuerdo el día que salí de la primera clase de comedia. Le dije “a esto quiero volver”, y ahí me metió.   

-O sea que desde muy temprana edad comenzaste tu formación.... 

-Sí y me di cuenta de que era muy intenso el camino de aprender tres disciplinas (canto, baile y actuación). Entonces dije ‘me voy a abocar a la actuación pero no voy a dejar de hacer canto ni baile' y pasé por la UNA (Universidad Nacional de las Artes), por un montón de cursos y talleres, mientras estudiaba en el Secundario.

Tatiana comenzó a estudiar actuación a los 7 años y desde entonces nunca más se bajó de los escenarios.

-¿Ibas a casting de chiquita?  

-No me dejaban. Sí, me acuerdo de 7° grado. Encontré uno para una obra de vacaciones de invierno, que vaya a saber de dónde lo saqué, y mi mamá me dijo, ‘bueno, pero si no quedás, ya está’ y quedé. Fue como mi primer trabajo ese, a mis 11 años.  

-¿Qué recordás de esa experiencia?  

-Era una obrita en el teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549), no me olvido más, fue increíble. La hicimos como dos meses. Se llamaba Vacaciones de nota en nota y ese fue mi primer trabajo.  

-¿Te marcó?  

-Sí. Me acuerdo de estar en los recreos estudiando el guión, todos mis compañeros jugando y yo diciendo, 'chicos, tengo que trabajar’. No creo que me hayan pagado, no lo recuerdo... pero después de eso hice muchos cortometrajes... Más grande, tipo a los 22, me fui a estudiar comedia musical a Broadway y estuve un mes y medio ahí. Fue un delirio. Eran clases de interpretación vocal, de actuación, de acento y en un momento el plan fue quedarme pero no lo hice.  

-¿Por qué? 

-Era muy caro vivir en Nueva York, simplemente no podía pagarlo y no lo hice.   

A los 22 años, Tatu viajó a Broadway para formarse en actuación e interpretación vocal.

“Tatiana, sos una bomba de tiempo”   

Tatu, tal como la llaman sus amigos, es fresca, envolvente y una fiel negociante. Hasta el año pasado, poco antes de meterse en la piel de la China y pasar dos meses adentro de una fábrica abandonada en San Martín haciendo lo que más ama, ella seguía trabajando en la inmobiliaria donde se desempeñó durante 10 años.  

“Hacía de todo: mostraba departamentos, cerraba contratos, me fui coacheando... Me parecía un embole, aburridísimo, pero fue el trabajo que me salvó”, recuerda.  

-¿Alguna vez dijiste, "bueno che, si esta no me sale, yo dejo de actuar”.  

-No, al contrario, decía ‘bueno, si esta no me sale, vamos con la que viene’. Y las que no me salieron... Eso era una complicación porque yo quedaba muy mal en la inmobiliaria. Me comprometía en algo, tal vez quedaba en una cosita y después no podía. Me acuerdo que mi ex exjefe, Carlos, que es lo más, quedé en muy buenos términos, me dijo una vez: ‘vos sos una bomba de tiempo'.  

-¿Por qué te dijo eso? 

-Un día me llamaron para una audición y me preguntaron si podía hacer un Zoom y yo tenía 5 horas por delante en la oficina así que le dije ‘Carlos, me voy a hacer un Zoom a mi casa porque tengo que maquillarme’. Y me dijo eso: "Tatiana, sos una bomba de tiempo”. Y bueno, finalmente renuncié el año pasado por En el Barro. Él me dijo ‘hacelo y volvé’, quedamos en eso y por suerte surgió otra serie después y ahí sí, fue el primer momento, recién el año pasado después de años y años, en donde dije “¡puedo vivir de la actuación ahora!”. 

-¿Fue shokeante el proceso de dejar atrás esa parte de tu vida quizás más ligada al común de la gente, al estereotipo de “lo traficional”? 

-No, esa transición fue muy tranqui porque con Entrelazados además de cubrir esas ganas que tenía de cantar y bailar, hice dos Gran Rex y grabé un disco y fue una experiencia bárbara, mi primer gran trabajo, y de Entrelazados a Barro pasaron como 4 años. Entonces cuando llegó Barro, por supuesto, lo hice con todo el amor del mundo, pero también con una no necesidad.   

Durante 10 años, la joven actriz trabajó en una inmobiliaria. "Me parecía un embole", asegura.  

En el Barro

-¿Cómo te llegó el casting de En el Barro? 

-Me llegó por Lucho Heredia, que trabajaba en el departamento de casting, y me había visto en otro hacía poquito y le había gustado. Yo no pasado de instancia ahí pero me acuerdo que di un buen casting... Era una peli. Y me acuerdo que ahí Lucho me empieza a seguir, y me llega el casting de Barro que era un proyectazo que me entusiasmaba  

-¿Audicionaste para un personaje en particular?  

-Para el de la China. Me preparé, busqué referencias de todo. Lo practiqué. Yo soy muy de hacer cosas en una toma o dos porque si me pongo muy puntillosa siento que se arruina como una cosa orgánica de la actuación... Esa semana falté al trabajo, bueno, estaba en la inmobiliaria, armé la herida con un tutorial de YouTube y no quedó mal pero tampoco bien... Ahí uno se da cuenta de que lo importante es actuar bien, no hacerse una buena herida (risas).  

-¿Tenías expectativas? 

-Quedé contenta pero nada más... llega un punto en el que no entendés qué es lo que hay que hacer. Entonces soltás y seguís trabajando en otra cosa. Yo estaba en ese momento haciendo música, me había copado mucho. Estaba yendo al estudio, estaba contenta con eso.    

Para En el Barro, Tatu audicionó para el personaje que finalmente le tocó interpretar: el de la China.

El día en que Tatu se enteró que había quedado ella esta merendando con su amiga Mindy y no pudo contener la emoción. “Yo no le cuento a nadie de mis castings. O sea, solo saben Guada (su representante) y mi mamá, (Patricia)... En ese momento yo solo tenía la escena esa que había repasado para la audición, por lo que no sabía qué tan relevante iba a ser mi papel, si era un bolo o tal vez un personaje secundario, pero me lo tomaba con calma. Decía “bueno, cuando lleguen los guiones veré qué relevancia tiene” y cuando llegaron me puse recontenta.  

-¿Te dio miedo cuando descubriste que tu personaje tenía escenas muy fuertes, desnudos...?  

-No, fue adrenalina, no miedo... fue como ‘buenísimo'. Es que era un proyecto para darlo todo. Creo que eso es lo que pasó, por eso le va tan bien.  

 -¿Cómo fue tu preparación?  

-Me puse a ver TikToks de presas que hacían contenido y me anotaba las palabras que usaban. Después en el set le preguntaba a Alejandro "Negro" Ciancio (director de El Marginal y En el Barro): "¿Puedo poner esta palabrita?'. Y también había algo de la impronta que le pone uno y luego te la corrigen o no. Había algo de llegar y decir, "bueno, yo voy a proponer esto y después me van a retocar ciertas cosas’. El personaje también se crea en el set. Además, escuchaba podcast de presas cuando estaba en maquillaje, que es donde más tiempo pasaba, o cuando iba en el bondi al set de la cárcel, que estaba en Villa Lynch y tenía como 40 minutos de viaje...  

Para personificar a la China, Tatiana miró muchos videos de reclusas y apostó a su propia intuición. "El personaje también se crea en el set", resume con inteligencia.

-¿Cuántas horas pasabas en maquillaje? 

-Mucho. Tenía muchísimo tiempo de pelo porque primero estaba así de morocha y me decoloraron como 5 veces para llegar al rubio y después en maquillaje por una herida que tenía en la cara. Entonces con las chicas del equipo de arte nos hicimos amigas a un nivel muy profundo. Eran las únicas personas que veía por horas.   

-¿No era tedioso?  

-No, tedioso para mí era trabajar en otra cosa que no fuera actuar. Estaba chocha de estar 3 horas ahí charlando, tomando mates, pasando escenas, que llegaran las compañeras y comer algo con ellas ahí... Encima pasaba por ese proceso de armar la herida todos los días porque era la única forma de hacerlo y, aparte, porque la herida iba mutando, como que iba cicatrizando por lo que todo el tiempo cambiaba...  

-¿Qué fue lo más duro de las grabaciones? 

-Fue terrible el frío que pasamos pero estuvo bien porque había algo de una sensación de decir ‘me tengo que forzar, esto pasa en la realidad’, como que era un desafío más.    

-En cuanto a las cosas que pasan y no pasan en una cárcel se habló mucho al respecto... ¿Vos fuiste alguna vez a una? 

-No, nunca. 

-¿Te gustaría ir?   

-Sí. De hecho mi mamá me ayudó a tratar de conseguir un permiso pero no se pudo y ahí dije ‘bueno, está bien, intento estudiar por otro lado’. El Marginal me la sabía de memoria. Había una cosa del tema que me convocaba a nivel ficción también.     

Durante gran parte del rodaje, Tatu llevó una máscara en el rostró que le implicaba pasar a diario varias horas en maquillaje.

-¿Qué opinás de lo que si dice respecto a que en la serie se exageró la realidad? 

-Que no es así. A una de mis compañeras le mandó un audio largo una expresa y estuvo bueno porque reafirmó cosas que pasan en la serie. Sé que mucha gente estuvo diciendo que tal vez estábamos decorando el ambiente carcelario. Obviamente es una ficción, pero muchas cosas sí pasan...  

-¿Cómo qué? 

-Alguien por ahí dijo que los guardias no están en contacto con las presas y eso no es verdad, eso sucede. Y yo tengo conocidos que trabajan en juzgados de familia y que me han contado que las violaciones en las cárceles existen.     

-Hablando de violaciones, escenas de sexo y desnudez... ¿cómo fueron las grabaciones? 

-Todo era sumamente cuidado y cuando estaba desnuda buscaba no sentirme incómoda con alguna posición. Eso lo veía con mi coach de intimidad, mis “sí” y mis “no”.   

-¿Cuáles fueron tus "no"?  

-Pedía que me muestren cómo quedaba el plano así yo sabía cómo acomodarme y qué posiciones hacer para sentirme cómoda. Eso me dejaba tranquila. Después en cuanto a mostrar, a mí no me molesta mostrar nada.  

Tatiana asegura que no le dio pudor grabar escenas de alto voltaje. "Era un proyecto para darlo todo", confiesa.

-¿No te daba pudor que tu familia viera esas tomas?  

-Mi familia es muy relajada. A mi mamá le shockeó más ver la escena de la herida, por ejemplo. Mi papá, en cambio, me llamó y analizó todas las actuaciones y mi hermano más chico, Franco, que es un capo y es artista, no me dijo nada... como que no ponen el foco en eso. Y a mí nada, yo no soy muy pudorosa.   

-¿Cómo tomás la enorme popularidad de la serie?  

-Me dedico a esto hace tanto y me costó tanto que no me afecta. Yo sabía que en algún momento esto iba a pasar. Con Entrelazados, cuando hicimos los Gran Rex, eso fue loco. Después estuve 4 años de nuevo trabajando en una oficina y ahora yo sabía que Barro iba a ser grande, no me sorprendió.  

-¿Qué te genera ver tu afiche en todas partes?    

-El afiche individual sí me sorprendió, no me lo esperaba. Me acuerdo cuando lo vi en 9 de Julio y Cerrito dije ‘qué loco que hayan usado este', pero son cosas que uno va normalizando... Te cambia la vida pero yo me sigo tomando subtes, vivo mi vida normal. Además como estoy morocha no me reconocen tanto o me miran y dudan (risas).  

El afiche de Tatu caracterizada como la China que se ve en varios puntos estretégicos de la Ciudad.

-Con Valentina Zenere se generó una amistad y hasta comparten un tatuaje juntas, ¿con qué otra figura del set te pasó?  

-Con Lore Vega me hice muy amiga. Almorzamos la semana pasada. Yo la admiro mucho y Lore tiene una imagen de mujer poderosa y quizás más cerrada y es un osito de peluche. Es lo más y aprendo mucho de ella, le pido muchos consejos laborales. Con Ana Rujas, la española, me pasó algo muy loco porque yo soy fan de pocas personas y de ella lo era por La Mesías y cuando la vi dije ‘Okay, vamos a ser colegas’ y aunque no sé si compartíamos tantas escenas compartíamos mucho bache y muchas salidas. Fuimos a una librería, a tomar un café, salíamos a bailar... La extraño. Ahora el año que viene si voy a España la voy a visitar.  

Lo que viene para el futuro próximo en la vida de Tatu son más desafíos todavía, como los lanzamientos de sus primeras canciones, el estreno de su primer protagónico junto a Franco Massini, Amor Animal (Prime Video), también producido por Sebastián Ortega, y muchas novedades más que aún ella no se anima a revelar.

Fotos: Martina Cretella

Dirección de Arte: Roshi Solano

Vestuarista: Motherussian

Ropa: The Ann Wagners

Zapatos: Toribia Choque

Accesorios: Oculttoo

Pelo: Lucas Obredor (Frumboli Estudio)

Make up: Naza Genovese (Frumboli Estudio)



 
 

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