Reconoce que es el bicho nuevo y que por eso todas las miradas se van a posar sobre él. Santi Maratea debutó esta semana en la conducción de tevé de la mano de Trato Hecho, por la pantalla de América, y marcó un nuevo caso que tiene como protagonista a un personaje de redes que desembarca en un medio tradicional. El desafío es grande, y lo sabe. Llega hasta aquí tras un proceso de transformación personal que incluyó un drástico cambio de vida. Quizás, sin ese giro, nunca estaría hablando de este presente.
Se puede decir que el desafío es doble. En primer lugar, por el debut en este rol. Pero también no hay que perder de vista el hecho de que tiene que separarse de las figuras que lo precedieron en ese mismo puesto (Julián Weich y Lizy Tagliani) y marcar su propia impronta. “A mí lo que me interesa en este formato, que es lo mismo que yo hacía cuando armaba las colectas, es entender por qué para el otro (por los participantes) ese deseo o ese sueño es tan importante y no ponerme en un lugar de juez de si para mí ese sueño tiene valor o no”, afirma a Revista GENTE el flamante conductor.

“Uno de esos deseos puede ser el de una familia que se quiere ir a Disney. Y para mí Disney no sé si es algo que está dentro de una necesidad primaria, pero por ahí para la otra persona compartir ese momento con los hijos sí lo es. Entonces, busco entender el contexto de la persona. Ahí se te mezcla esa persona, con una que quiere la plata para poner una pileta en su casa u otra que lo necesita para ayudar a alguien”, explica.
“Todos tenemos sueños. El sueño es algo que te desvela, que te ilusiona, que lo sentís en el pecho. ¿Qué importa si el de al lado no considera que tu sueño es válido? Vos lo sentís adentro, lo deseás y realmente es más fuerte que vos. Es como estar enamorados. Un sentimiento que te invade. Lo importante es esa chispa que se prende y se transforma en una llama. El motivo no lo vas a entender porque tenés que estar en los pies de la otra persona”, comenta.

Sobre la propuesta, además de la ilusión lógica de un nuevo comienzo, reconoce que se fue “enganchando” con el proyecto a medida de que transcurrían las reuniones, los ensayos y se iba encontrando en esta faceta.
“Lo que hice fue ver cómo los formatos funcionan en otras partes del mundo, conocer a los que crearon el formato que son de Holanda y que me puedan dar algunos tips sobre sobre cómo llevar adelante el programa. Eso me ayudó, como también juntarme con varias personas de Mandarina (la productora a cargo) y de América para que me den sus consejos, en base a la experiencia que tienen en el medio”, suma.
Y remata: “A mí lo que me gusta es darle dinamismo al programa conociendo al que viene a jugar por los veinte millones de pesos. Por ahí es lo que a mí más fácil me sale: conectar con el participante, escucharlo y hacerlo sentir cómodo para que tome buenas decisiones”.

-Te esperabas este momento?
-Sí, lo esperaba, pero cuando era más chico. Como muchas cosas en la vida que dicen que así suceden, cuando lo dejé de esperar sucedió. Cuando tenía algo así como 19 años iba a la puerta de los canales a esperar que alguien me viera, me descubra y me lleve al estrellato. Eso finalmente no sucedió. Pero donde más tiempo pasé fue en la puerta de América porque el canal tenía esto de que era todo en vivo, entonces entraban y salían los conductores a cada rato. Estuve horas, horas, y horas… ¡Días y días en la puerta de América!
-Un verdadero submundo.
-Sí, en la puerta de los canales se juntan muchos locos y yo era íntimo de todos. Era uno más. Llegaba y ya me saludaba con el esquizofrénico, el bipolar. Estábamos todos compartiendo la tarde. Realmente por momentos pensaba "¿Estoy acá esperando doce horas a que salga un productor y me vea?". Eso hablaba de mi lucidez, y mi locura.

-Finalmente las redes fueron las que “te vieron”.
-Y después de 10 años llega esa oportunidad que yo buscaba cuando era chico. Entonces, volviendo a la pregunta que me hiciste hace un rato sobre si me lo esperaba, te puedo decir que sucedió cuando dejé de esperarlo. Es muy loco eso. La vida casi que funciona así, pero uno le cuesta. Hay que soltar y confiar en los tiempos que la vida tiene presente.
-¿Qué sentís frente a este desafío?
-Siento que me corresponde… Como que es mío, ¿entendés? Es algo que está unido a mí. Es un desafío hecho a mi medida. Por eso, en las etapas previas de negociación, antes de que cerremos el contrato con el canal y con la productora, yo tenía incertidumbre de si se iba a dar o no. Al mismo tiempo había una parte de mí que decía: "Es imposible que no se dé porque es obvia la unión que hay entre el proyecto y mi persona".

-¿Pediste algo en especial?
-Sí, pedí.
-¿Qué?
-En realidad fue mi representante, pero yo puntualmente no exigí nada. Tuve que coordinar la agenda como cualquier laburante.

-¿Sos consciente de que hay un cambio de época entre esas épocas en donde ibas a los canales a buscar una oportunidad y el presente en donde las redes acercan a esos mismos referentes que buscabas en persona?
-No te digo que hoy es más fácil acceder, pero al menos hay otra cercanía a través de las redes sociales.
-¿Qué te llevaba a vos estar ahí si, en el fondo, sabías que no eras uno de esos “loquitos”?
-Cuando hablo de los locos y mi locura, obviamente que estoy romantizando. Lo mismo que siento hoy cada vez que quiero conseguir algo: que es algo tengo que hacer. Después no importa cómo. Yo tengo que estar activo ahí. Antes de ir a la puerta de los canales, yo me acuerdo de estar en mi casa hablando con mis viejos, de ver si alguno conocía a alguien cercano a los medios con un contacto en la televisión. Y no, no teníamos a nadie. Lo más cercano era que mi viejo conocía a una persona que conocía a la ex secretaria de Susana Giménez. Imaginate. En ese momento no entendía nada y dije: "Listo, llego por este lado". Hoy que estoy acá me doy cuenta de que ese “contacto” es lo mismo que nada. Ahí fue que hacer algo para que esto se dé y que mi sueño se concrete.

-¿Y cómo era ese contacto primario con la gente del medio?
-Te voy a contar algo que me pasó con Rafa, el cronista de Intrusos, ahí en la puerta del canal. Una vez le pedí un cigarrillo y él me dio. Desde entonces, cada vez que lo veo siento que hay una conexión entre él y yo a raíz de esa vez que me dio un cigarrillo cuando yo estaba esperando en la puerta del canal. No sé cómo definírtelo. Pero sabía que si un día llegaba a los medios iba a tener una persona que ya me conocía. De algún modo me daba más tranquilidad.
-Mira cómo son las cosas, porque quizás en ese momento Rafa te dio un cigarrillo y hoy te hace una nota porque estás debutando como conductor en ese mismo canal.
-Totalmente. Y también tuve otra historia con Pablo Layus, que en una de esas tardes en la puerta del canal le pedí sacarme una foto con el micrófono de América. Para mí era una locura haber accedido a tener una foto con un micrófono de América. O sea, otra vez: la nada misma. Pero, en ese momento, lo vivía como algo importante. Y para mis seguidores también porque ya estaba en redes sociales y en Instagram tenía unos siete mil seguidores y esos siete mil seguidores sabían que yo estaba cada vez más cerca. Pero en términos reales, todavía estaba muy lejos. En este viaje, para mí hay mucho que tiene que ver con avanzar y pensar cómo focalizarse en lo que uno ya avanzó y no tanto en todo lo que falta.

-No podemos negar que en la tevé hay una grieta entre lo tradicional y lo nuevo, ¿cómo te recibe el medio?
-Son cosas que siempre van a ocurrir. Yo fui a siete colegios y cada vez que me mudé a uno nuevo me miraron mal y fui el nuevo. El nuevo va a ser llamativo, va a ser juzgado y demás. Y ahora yo soy el nuevo en la televisión. Me centro mucho más en los que me ven con buenos ojos que en los que me ven con malos ojos. Hay gente que ve algo en mí y que me recibe con los brazos abiertos, y en esos me tengo que enfocar. No me interesan los que me tienen rechazo. O sea, te repito: para mí este lugar me corresponde. Es nuevo, pero me corresponde. No sé si la mirada de rechazo de alguien que cree que no merezco esto me cambia. Yo sé de dónde vengo mi historia y sé también que hay gente que es muy grosa que está confiando en mí. Eso no es un dato menor.
-¿Cuáles fueron esos mensajes que recibiste?
-Vi lo que dijo de mí Ángel de Brito, que es alguien que quiero mucho, un crack. También Mariana Fabbiani, que me tiró toda la buena onda, y me dijo que me re veía para hacer el programa. No más que eso. Lo que pasa es que llego a este lugar después de haber transitado más de diez años en redes sociales y ya no leo comentarios ni veo cuando se me menciona. La primera vez me acuerdo que salí en un diario o algo así, sentí que era el día más importante del año. Bueno, ahora ya no. Uno va creciendo.

-Te veo tan comprometido para salir a competir y lo primero que se me viene a la mente es el contraste con Homero Pettinato que mostró un desinterés total por el programa con el que fracasó en El Trece (Reacción en cadena). Te traigo su nombre porque él era “el otro nuevo de la escuela”, como decís vos.
-Homero me parece un crack. ¿Cómo encaró el proyecto? No lo sé. Hay que entender su contexto. Su papá es de la televisión, ya hay algo que diferencia lo que puede ser mi historia. Él por ahí encontró en las redes sociales un lugar propio y la tele la ve como un lugar que no es de él. Te tiro esta teoría para dejar en claro que los contextos de cada uno son importantes para entender las decisiones que se toman. En lo que a mí respecta, en esto de la rivalidad entre la tele y las redes, yo no tengo ningún problema en asumirme como alguien que quiere venir a este mundo y dar lo mejor que puede para trascender, ofrecer algo nuevo y triunfar.
-A Homero no le importaba el rating, por ejemplo.
-Sabemos que la tele es muy competitiva. Yo quiero competir. No me va a dar lo mismo ganar o perder. No me da lo mismo que levanten el programa a la semana o que dure 2 años. No, no me da lo mismo porque siento que tengo algo para aportar y quiero que eso explote y que trascienda. Deseo que nos vaya bien y no me voy a desentender del resultado. Si fracasa, cosa que no va a pasar, me gustaría hacerme cargo. Voy a poner todo de mí.

-¿A quién le contaste por primera vez la propuesta?
-A los pibes del club porque estaba justo en el club cuando me dieron el OK. Estoy todos los días con ellos y cuando fui a grabar el piloto, yo le había prestado unos zapatos a un amigo y le pedí que me los devuelva. Me preguntó para qué los necesitaba y le dije: "No te puedo contar". Entonces, desde que dije esa frase, hubo como un misterio de qué tenía que hacer con los zapatos. Así que fue lindo después el "¿Te acordás de los zapatos? Era por esto".
La pasión por el fútbol que transformó su vida

Minutos antes de comenzar la charla, Maratea llegó con una pelota a la producción con Revista GENTE. Prácticamente no dio un paso sin perderla de vista. Entre foto y foto metió un jueguito. En la nota también. Entonces, surgió una pregunta: ¿Cómo convive el deportista con el personaje que ahora tiene este nuevo rol?
“Convive muy bien por el tema de horarios, ya que entreno a la mañana y listo. Y después es muy sano. A mí me hace muy bien arrancar el cronograma de actividades del día en el club, entrenando al sol, haciendo deporte, y corriendo con amigos. Es una gran manera de comenzar el día. De hecho hoy mi día fue así porque estuve al aire libre entrenando y jugando a la pelota", contesta rápidamente.

-¿Se puede decir que este nuevo Maratea que tenemos hoy en parte es por esa pelota?
-Sí, seguro. Para mí es muy importante encontrarle el sentido a las cosas. Y hay algo relacionado con la pasión, con el enamoramiento, que es lo que a mí me hace moverme. Y en este caso, es con el fútbol. Soy un chabón más de este país que se enganchó con el fútbol. Hay mil millones.
-Igual fue raro verte anunciar que te sumabas a un club.
-Totalmente. Es parte de mi transformación. No sé si me representa tanto la persona en la que finalmente me convertí en un pasado. Todo esto tiene que ver con volver a las bases a través del deporte y el fútbol. Si te lo llevo otro a otro tema, también hice un cambio físico muy grande. Soy también quien decide qué hábitos incorporar y qué hábitos dejar atrás. Ese soy yo. Soy quien decide. Es como que en dos minutos se hace un click.

-¿Y cómo se hace ese click? Porque vos lo decís así fácil, pero en la vida real no se da en dos minutos.
-Más que click es un balazo en la cabeza. Es un morir, una tragedia total. Imagínate todo lo que yo tuve que desconocerme para transformarme en otra persona. Es horrible porque no sabés qué va a pasar después, y no sabés si esa persona en la que te convertiste realmente puede cambiar o en realidad es la que te representa. Para dejar de serlo tenés que dejar de ser eso. Morir. Con eso se mueven en un montón de cosas: hábitos, vínculos, lugares de refugio. En otro momento de mi vida no podría haber estado así tan expuesto, con cámaras y luces, sin estar drogado. ¡No hubiese podido! Me hubiese fumado un porro antes de arrancar esta nota. Para mí, eso era lo cómodo. Dejar de hacerlo es muy difícil. Por eso no es un click, es morir.
-¿De quiénes te alejaste?
-De mucha gente. Nunca con bronca, pero yo soy un convencido que los contextos modifican conductas y mucho del fútbol tuvo que ver con eso. Estaba todo el día con pibes que ninguno fumaba y tarde o temprano, yo dejé de fumar porque me miraban raro. "Che, estás todo el día fumando", me decían. Al ir cambiando de contexto entendí que me podía transformar. Es muy increíble. Yo se lo recomiendo a todo el mundo

-Y es válido también poder contarlo, ya que hoy el tema de la salud mental y las adicciones dejaron de ser un tabú.
-Yo siempre lo cuento porque soy un comunicador. Perdí muchos seguidores, además de amigos. "Che, yo me re drogaba y me gustaba que vos te drogues porque me sentía menos mal", me llegaron a comentar.
Las confesiones sentimentales de Santi Maratea

-¿Qué otras cosas integran tu día hoy, además del deporte y el trabajo?
-Mis amigos, el amor. Lo que no sé es si lo llamaría amor... Me gustaría, pero no me enamoro. No sé qué pasa. Te juro que estoy, hago todo, pero... Yo no me enamoro.
-¿Por qué te cuesta engancharte con alguien?
-No lo sé, te juro. Hablaba con un amigo de una piba con la que andaba y le decía: "Está todo bien, me encanta, la paso bien, la veo, me río, pero no estoy enamorado". Ya llegará.
-¿Qué le falta a esas personas que estás conociendo?
-Es importante que la admire y que tenga buen gusto.
-¿Buen gusto?
-(Risas) Imagínate estar con alguien que tiene mal gusto. ¡Es terrible!

-¿Cómo es tener una cita siendo una figura pública?
-La verdad es que lo más sano que puedo hacer por mí mismo es no autopercibirme como una figura pública, aunque a veces me trae problemas. Lo que yo sé es que es muy difícil tener intimidad y que la piba con la que salgas no se lo cuente a todo el mundo, mienta, o exagere.
-¿Estás en aplicaciones de citas?
-Es imposible porque te la dan de baja porque te denuncian ya que piensan que sos un impostor. Igual tampoco me gustan. Yo soy muy de la encarada en la calle. Todo lo contrario a esas aplicaciones. Me encanta encarar en la calle de día y sobrio. Es una experiencia única.
-¿Con que feedback te encontraste? ¡Hoy es más fácil escudarse en un fueguito de Instagram y no dar la cara!
-Depende. Me ha salido bien y me ha salido mal. Me han rechazado, o me han dicho que estaban de novia. Nada supera para mí encarar en un contexto donde no estás esperando que te encaren. Me parece buenísimo. Lo hago desde chico. En el tren dejaba un papelito a alguna que me gustaba con mi número de teléfono. Aparte, digamos algo: capaz que la piba te gustó en una app, pero hasta que no la ves en persona no sabés si te gustó o no. En la calle es todo lo contrario.

-¿Lo seguís haciendo?
-En un momento lo dejé de hacer acá porque ya era conocido, pero lo hago cuando voy de viaje a lugares en donde no lo soy. Me acuerdo del primer viaje a España que hice siendo famoso, iba por todos lados encarando. Igual (piensa) yo no me considero famoso.
-Pero lo sos. Si te paras acá en la esquina mucha gente te va a reconocer.
-Mirá, una vez vi una nota que le hacían a un a un enano que él decía: "Yo no me acuerdo todo el día que soy enano. Y cuando veo otro enano, no es que digo, 'Ah, otro enano'. Porque yo no voy toda la vida en todo lugar a donde voy pensando, 'soy enano, soy enano, soy enano'". Bueno, lo mismo pasa con la fama. En mi caso, conozco gente que se autopercibe famosa.
-Te doy vuelta la pregunta, ¿a vos te encaran?
-Sí. A veces como que no se animan a hacerlo así cara a cara, entonces me mandan un mensaje diciendo que me vieron en tal lado y ahí empieza la charla.

Fotos: Chris Beliera
Video: Ramiro Palais
Retoque y armado de tapa: Darío Alvarellos
Maquilló: Daniel Britzi (@daniel_maquillador)
Peinó: Natalí Pomasoncco (@natalipomasonccomkp)
Look: Rochas Argentina
Agradecemos a Gimena Lepere, prensa de Mandarina Contenidos