Lejos del movimiento de los centros turísticos tradicionales, hay un balneario que sorprende por su paz absoluta. Playas anchas, arena clara y un mar que se extiende sin interrupciones son parte del encanto de este rincón al que llegan cada vez más viajeros en busca de descanso real. El paisaje es tan agreste y quieto que, por momentos, parece detenido en el tiempo.
Este lugar es Marisol: un pequeño poblado donde viven menos de 200 personas y donde el ritmo lo imponen el viento, el río Quequén Salado y el sonido del mar. Su acceso por caminos de ripio mantiene su perfil bajo y contribuye a que conserve un ambiente íntimo, perfecto para quienes quieren alejarse del ruido. Las playas, que alcanzan hasta 800 metros de ancho, forman un escenario de arena blanca que no tiene comparación con otras zonas de la provincia.

Marisol ofrece 35 kilómetros de costa virgen acompañados por un cordón de médanos forestados que llega a los 3.000 metros de ancho. Desde lo alto se obtiene una postal única: el encuentro del río con el océano. Este ecosistema mixto es ideal para avistar aves, caminar entre pinos y eucaliptos o simplemente disfrutar del atardecer frente al horizonte. También es uno de los últimos puntos de la costa bonaerense donde se puede pescar directamente desde la playa.
El destino invita a caminar por sus senderos naturales, recorrer los médanos, pescar en la desembocadura del Quequén Salado y disfrutar de los colores del atardecer, uno de los más lindos de la Costa Atlántica. En verano, la pequeña feria artesanal agrega un toque local, mientras que sus restaurantes y confiterías mantienen el espíritu sencillo que caracteriza al pueblo.

En los años ’90, Diego Maradona encontró en este balneario el lugar perfecto para pasar veranos en familia, lejos de las cámaras. Los vecinos recuerdan sus caminatas por la playa, sus partidos de paddle y el histórico encuentro a beneficio que organizó en 1992 para colaborar con la unidad sanitaria de Oriente. Sin flashes ni multitudes, el “10” vivía allí como uno más, una anécdota que sigue circulando cada temporada entre los visitantes.
Cómo llegar a Marisol
El viaje desde Buenos Aires es de 576 kilómetros. Hay que tomar la Ruta Nacional 3 hacia el sur, seguir por la Ruta Provincial 72 hasta Oriente y, desde allí, recorrer 22 kilómetros de ripio que desembocan justo en la entrada del balneario. La ruta puede ser larga, pero la sensación de desconexión al llegar vale cada minuto.
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