Dicen quienes lo han visitado que desde adentro hay que bajar el sonido de todos los plasmas que trasmiten el partido y simplemente escuchar el ruido ambiente. O mejor dicho, "el glorioso sonido que sale de la Bombonera", arriesgan los más fanáticos. Porque, claro, el recientemente abierto Howard Johnson Undici República de la Boca se encuentra en Brandsen 927, frente al mismísimo Estadio Alberto J. Armando, que nace en el 805 de la misma calle.
Y sí, hay lugares que no se explican: se sienten. Y La Boca, con su aire de tango, murales, pasiones y calles que respiran historia, es uno de ellos. Lo cierto es lo dicho: en el corazón de ese barrio que late en azul y oro, a tan solo treinta pasos de la Bombonera, acaba de abrir sus puertas este hotel que promete cambiar el mapa turístico y emocional de la zona, ofreciendo modernidad, confort y, ante todo, una propuesta que la mitad más uno ya empezó a disfrutar.
“Queríamos que el huésped no sólo durmiera en La Boca, sino que viviera La Boca”, explica Alberto Albamonte, presidente del Grupo Hotelero Albamonte. “Éste es un proyecto que integra al barrio, que se nutre de su gente, su arte y su energía. Deseamos que el visitante, sea del país o extranjero, baje al café, camine por Caminito, entre conventillos restaurados, escuche a un pintor contarle la historia de Quinquela o sienta la previa de un partido como un vecino más”, traslada en palabras la intención del proyecto que acaban de consumar.

La ubicación es su mayor lujo. Basta asomarse a una terraza del hotel o salir a caminar para ver cómo los vecinos se saludan, los turistas se sacan fotos frente al estadio y los bares del perímetro hierven de conversación. De día, el sol ilumina los adoquines y los balcones coloridos. De noche, las luces del estadio parecen una constelación que hipnotiza a los futboleros y no tan futboleros... Porque claro, la Bombonera va más allá del fútbol, como más allá del fútbol va el barrio de La Boca. Un suerte de magia que se retroalimenta.
Por ello el flamante hotel es una apuesta urbana y cultural, un símbolo del resurgir justamente de un barrio que combina historia y devoción. Un punto de encuentro para hinchas, viajeros y curiosos que buscan sentir el pulso real de Buenos Aires. Porque hospedarse allí no es solo descansar, sino formar parte de una historia viva, donde la emoción de la cancha se mezcla con la calidez del sur y la promesa de que, de repente, un nuevo grito de gol puede volver a escucharse apenas a treinta pasos.
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Fotos: Cortesía de Oscar Gorosterrazú


