La heladera es uno de los electrodomésticos más importantes de la casa y, sin embargo, pocas veces pensamos en cómo organizarla correctamente. Muchas veces los alimentos se echan a perder antes de tiempo, no porque la heladera no enfríe bien, sino porque no los colocamos en el lugar adecuado. Con una buena organización, no solo vas a prolongar la frescura de tus compras, sino que también vas a reducir el desperdicio y ahorrar dinero.
El primer paso es entender que cada zona de la heladera tiene una temperatura distinta. La parte superior suele ser la más estable y fría, ideal para lácteos, fiambres y alimentos que ya están cocidos. Allí también podés colocar sobras en recipientes herméticos, para evitar que se sequen o absorban olores.
La parte media es perfecta para huevos, yogures y bebidas. En este nivel también podés guardar salsas o productos en frascos que no requieren frío intenso, pero que sí necesitan estar frescos.
Los cajones inferiores son los más húmedos y están pensados específicamente para frutas y verduras. Eso sí: conviene separar las frutas de las verduras, ya que algunas, como las manzanas o los plátanos, desprenden etileno, un gas que acelera la maduración de otros alimentos.
Las puertas de la heladera son el lugar menos frío y, por lo tanto, el peor para guardar leche o huevos, aunque muchas veces se los ubique allí por costumbre. En cambio, este espacio es ideal para condimentos, jugos o bebidas que toleran mejor las variaciones de temperatura.
Un truco que hace la diferencia es usar recipientes transparentes y etiquetar los alimentos. De esta forma, evitás que queden olvidados al fondo y reducís el riesgo de que se echen a perder. También es recomendable aplicar la regla del “primero en entrar, primero en salir”: lo que compraste antes debe consumirse antes que lo nuevo.
Otro hábito útil es revisar y limpiar la heladera una vez por semana. Retirar restos, derrames y empaques innecesarios ayuda a mantenerla higiénica y a liberar espacio. Además, nunca conviene sobrecargarla: el aire frío necesita circular libremente para enfriar todo de manera pareja.
Por último, ajustar la temperatura es clave. La recomendación general es mantener la heladera entre 3 y 5 grados, y el freezer en -18 grados. De este modo, se logra un equilibrio que conserva los alimentos sin congelarlos en exceso.
Organizar la heladera no requiere grandes cambios, solo un poco de método y constancia. Con estas pautas simples, tus alimentos van a durar más, vas a aprovechar mejor tus compras y tu cocina será un espacio mucho más eficiente.
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