Trasplantar una planta es una de esas tareas que parecen complicadas, pero que, con un poco de conocimiento, puede transformarse en un momento ideal para mejorar su crecimiento. Ya sea porque sus raíces quedaron sin espacio en la maceta, porque el sustrato se agotó o simplemente porque querés darle un recipiente más grande y estético, el trasplante es clave para que la planta siga desarrollándose de manera saludable.

Elegí el momento adecuado
La mejor época para trasplantar es la primavera o el comienzo del verano, cuando la planta está en pleno crecimiento. Evitá hacerlo en invierno, ya que en esta época la mayoría entra en reposo y podría estresarse demasiado.
Prepará la maceta y el sustrato
El nuevo recipiente debe ser, idealmente, dos o tres centímetros más grande que el anterior. Un tamaño demasiado grande puede acumular humedad de más y pudrir las raíces. Colocá una capa de drenaje en el fondo (pueden ser piedras, arcilla expandida o trozos de maceta rota) y llená con un sustrato aireado y rico en nutrientes.
Sacá la planta con cuidado
Para retirarla, regá ligeramente unas horas antes. Esto afloja la tierra y facilita el proceso. Sujetá la planta por la base y, si es necesario, incliná la maceta para deslizarla suavemente. Si las raíces están muy compactas, podés masajearlas levemente para soltarlas y estimular el crecimiento en su nuevo hogar.
Ubicación de la planta en su nueva maceta
Colocala en el centro y rellená alrededor con más sustrato, presionando suavemente para evitar bolsas de aire. No entierres el cuello de la planta más de lo que estaba en la maceta anterior, ya que eso puede dañarla.
Riego después del trasplante
Dale un riego abundante para asentar la tierra, pero asegurate de que el exceso de agua pueda drenar correctamente. Durante los primeros días, mantenela en un lugar luminoso pero sin sol directo para reducir el estrés y permitir que se adapte.
Cuidados posteriores
Es normal que la planta muestre algunas hojas decaídas en los días siguientes. No fertilices hasta que pasen al menos tres semanas, ya que el sustrato nuevo ya tiene nutrientes suficientes. Luego podés retomar el abonado regular para fomentar el crecimiento.
Trasplantar no tiene por qué ser un procedimiento complicado ni traumático para tus plantas. Con estos pasos simples vas a lograr que se adapten rápido, crezcan con fuerza y luzcan mucho más saludables.
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