Cuando se trata de café, muchas veces nos dejamos llevar por la costumbre o la marca, sin detenernos a pensar en cómo está elaborado. Sin embargo, hay una diferencia clave que influye en el sabor, el aroma e incluso en la calidad final de la taza: no es lo mismo un café tostado que un café torrado. Aunque ambos parten del mismo grano, el proceso que atraviesan cambia por completo la experiencia.
Qué es el café tostado
El café tostado es el resultado natural del proceso en el que los granos verdes pasan por una tostadora a altas temperaturas. Durante ese proceso, los granos liberan aceites esenciales y compuestos aromáticos que definen el perfil de la bebida. No lleva ningún agregado: solo grano y calor.
Este tipo de café permite apreciar mejor las notas propias de cada origen —puede ser más frutal, más achocolatado o más especiado— y resulta ideal para quienes disfrutan descubrir matices. Además, suele ser menos agresivo para el estómago y es el preferido en los países donde el café tiene tradición gourmet.
Qué es el café torrado
El café torrado, en cambio, es aquel al que durante el tostado se le añade azúcar. A medida que el grano se tuesta, el azúcar se carameliza y forma una capa oscura, brillante y más pesada que enmascara los sabores originales del café.
El resultado es una bebida de gusto intenso y amargo, con más cuerpo y un regusto dulce quemado. Esta práctica nació como una forma de disimular la baja calidad de algunos granos, ya que la capa de azúcar ocultaba defectos, y fue durante mucho tiempo la opción más consumida en la Argentina y en España.
Cuál elegir según tu gusto
La decisión depende en gran medida de tu paladar. Si preferís un café más auténtico, en el que se aprecien las características de cada grano y que sea más liviano al tomar, el tostado es la mejor opción. Si en cambio buscás un sabor potente, fuerte y con ese amargor marcado que contrasta con una nota caramelizada, el torrado puede resultarte más atractivo.
Eso sí: cada vez más especialistas recomiendan el café tostado, no solo porque ofrece un abanico de sabores más ricos y naturales, sino también porque el exceso de azúcar del torrado puede generar malestares gástricos y sumar calorías innecesarias.
En definitiva, la clave está en probar ambos y decidir qué experiencia se adapta mejor a tus momentos de café. Lo importante es saber qué hay en tu taza y disfrutarlo de manera consciente.
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