Las escapadas de fin de semana en Buenos Aires tienen cada vez más adeptos, y en ese mapa aparece Diego Gaynor, un pequeño pueblo de Exaltación de la Cruz que se convirtió en parada obligada para quienes buscan aire de campo y buena gastronomía. Ubicado a unos 99 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, el viaje en auto dura entre una hora y media y dos, lo que lo hace perfecto para una salida corta.
El pueblo nació a la vera del antiguo Ferrocarril Central Argentino, cuya estación sigue siendo uno de los grandes atractivos. Tras el cierre de varios ramales en 1992, Gaynor perdió población, pero logró reinventarse en torno a su historia y su entorno natural. Hoy, la estación funciona como museo comunitario y conserva objetos y relatos que evocan la vida ferroviaria de otras épocas.

Más allá de su encanto histórico, Diego Gaynor es conocido por sus parrillas y bodegones, que atraen a comensales de toda la provincia. Costillares al asador, empanadas fritas y escabeches caseros son parte de la oferta que se completa con pastas caseras como ravioles o sorrentinos, siempre acompañados de carnes como entraña, ojo de bife o vacío. Los postres caseros, desde flan hasta panqueques con dulce de leche, son infaltables en la sobremesa. La clave es reservar con anticipación: la mayoría de los restaurantes solo abren los fines de semana y los feriados.
Pero Gaynor no es solo un destino para comer. Sus calles de tierra bordeadas de arboledas y su entorno rural lo convierten en un lugar ideal para hacer caminatas o andar en bicicleta. También cuenta con un paseo ecológico, que permite recorrer senderos entre lagunas, caminos arbolados y paisajes pampeanos que invitan al descanso y al contacto con la naturaleza. Un plan perfecto para quienes llegan con la idea de estirar las piernas después del almuerzo o armar un picnic en familia.

Con sus dimensiones reducidas, Gaynor conserva la calma de los pueblos bonaerenses pero ofrece planes que lo distinguen: un pasado ferroviario vivo, propuestas gastronómicas que ya son famosas en la zona y la calidez de una comunidad que supo reinventarse. A menos de dos horas de CABA, este rincón se posiciona como uno de los secretos mejor guardados de la provincia para disfrutar de una jornada completa entre historia, aire libre y los mejores sabores del campo argentino.
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