Calles adoquinadas, casas coloniales, silencio serrano y memorias intactas: así es Villa Tulumba, una localidad del norte cordobés que fue distinguida como uno de los pueblos más lindos del mundo por la Organización Mundial del Turismo (OMT). El reconocimiento llegó en 2024, en el marco del certamen Best Tourism Villages, que premia a comunidades rurales que conservan su identidad cultural y promueven el turismo sostenible.
Con apenas un puñado de manzanas y una atmósfera que remite al siglo XIX, Villa Tulumba representa como pocas la esencia del interior argentino. Su fisonomía intacta, sus ruinas históricas y su valor patrimonial la convirtieron en una de las cuatro localidades argentinas destacadas por la ONU, junto con Gaiman y Trevelin, en Chubut, y Caviahue - Copahue, en Neuquén.

El corazón del pueblo late en la plaza Granadero José Márquez, donde se alza la iglesia Nuestra Señora del Rosario, construida en 1882. A pocos metros, comienza la Calle Real, que desemboca en la Casa de los Reynafé, escenario de la historia argentina: fue allí donde se planificó la masacre de Barranca Yaco, que terminó con la muerte del general Facundo Quiroga en 1835.
La localidad fue declarada villa por Carlos IV de España el 3 de octubre de 1803, aunque su historia se remonta aún más atrás. El monte achaparrado que rodea el ingreso desde la capital cordobesa anticipa un paisaje árido pero lleno de relatos. Uno de los rincones más conmovedores del pueblo es el de las Ruinas de la Antigua Capilla, levantada en 1696, cuyas paredes todavía resisten como testigos del paso del tiempo.
Otro punto que vale la pena recorrer es el Paseo de los Inmigrantes, con coloridos murales en honor a las comunidades que poblaron Tulumba a lo largo de su historia. En palabras de la guía local Argentina Ramírez, “Tulumba es un museo a cielo abierto”, y basta con caminar unas cuadras para confirmarlo.

La distinción otorgada por ONU Turismo no solo generó orgullo entre los tulumbanos, sino que también impulsó un crecimiento turístico notable. “Cuando salió la noticia del nombramiento fue un boom”, relató Cristian Bustamante, secretario general del municipio. “Nos dimos cuenta de que debíamos trabajar más que nunca en brindar el mejor servicio posible”.
Hoy, Villa Tulumba recibe a visitantes curiosos por su historia, pero se quedan por su atmósfera detenida en el tiempo, sus relatos de frontera y su tranquilidad incomparable. Un destino que no necesita artificios para enamorar, solo dejar que sus calles hablen por sí solas.
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