En la cocina, un cuchillo bien afilado es sinónimo de precisión, seguridad y placer al cocinar. No hay nada más frustrante que intentar cortar una verdura con una hoja sin filo o un cuchillo mal cuidado. Mantenerlos en buenas condiciones no solo mejora la experiencia, sino que también evita accidentes y prolonga su vida útil.
1. Afilá con frecuencia, no solo cuando se desafilan
Uno de los errores más comunes es esperar a que el cuchillo deje de cortar para afilarlo. Lo ideal es hacerlo de forma preventiva: usar una chaira antes o después de cada uso ayuda a mantener el filo alineado y en condiciones. Si ya perdió corte, recurrir a una piedra de afilar o a un servicio profesional puede devolverle su rendimiento original.
2. Evitá las superficies que dañan el filo
El tipo de tabla que usás influye directamente en la durabilidad del cuchillo. Las tablas de madera o de plástico son las más recomendadas, ya que amortiguan el impacto del corte. En cambio, cortar sobre vidrio, mármol o metal desgasta rápidamente la hoja y puede generar melladuras difíciles de reparar.
3. Lavado y secado correctos: el paso que casi todos olvidan
Nunca laves los cuchillos en el lavavajillas: el calor y los golpes con otros utensilios deterioran el filo y el mango. Lo mejor es lavarlos a mano con agua tibia y secarlos inmediatamente con un paño. Dejar restos de humedad puede provocar oxidación, especialmente en los cuchillos de acero al carbono.
4. Guardalos bien: cada cuchillo en su lugar
El almacenamiento también es clave. Los bloques de madera, los imanes de pared o las fundas protectoras evitan que las hojas choquen entre sí. Guardarlos sueltos en un cajón no solo arruina el filo, sino que aumenta el riesgo de cortes accidentales.
Con un poco de cuidado y constancia, los cuchillos pueden durar toda la vida. Estos cuatro hábitos simples —afilar, proteger, limpiar y guardar correctamente— hacen la diferencia entre un utensilio común y una herramienta que se mantiene como nueva.


