Cada diciembre, la mesa venezolana se transforma en un ritual cargado de memoria, aromas y afecto. El plato navideño típico de Venezuela, esperado con ansias durante todo el año, no es sólo comida: es identidad, encuentro y nostalgia. Para quienes permanecen en el país y, especialmente, para quienes debieron emigrar, esos sabores representan un puente directo a la infancia, a la familia reunida y a las celebraciones que marcaron una vida. En Buenos Aires, ese viaje sensorial es posible gracias a preparaciones como la hallaca, el asado negro, el pan de jamón y la ensalada de gallina.
En ese espíritu, GENTE visitó Boyacá Sazón Latina, el restaurante creado por María Gabriela Arias y Héctor Guerra. El proyecto nació el 5 de enero de 2019, poco después de su llegada a la Argentina, y comenzó de manera humilde: desde un departamento, con servicio de delivery y take away. Con el tiempo y mucho trabajo, lograron abrir su propio local en Mario Bravo 1068, en la Ciudad de Buenos Aires, fácilmente reconocible por sus vivos colores amarillo, azul y rojo, en homenaje a la bandera venezolana.
En cada preparación, esta familia no sólo sirve comida: ofrece un abrazo, una historia y la posibilidad de volver a casa, aunque sea por un rato. Además de los clásicos tequeños y arepas, en esta época del año el gran protagonista es el plato navideño venezolano.
Héctor, a cargo de la cocina, se detuvo especialmente en explicar la estrella indiscutida de la mesa: la hallaca. “Aunque muchos la comparan con un tamal, es distinta, porque tiene un sabor propio, que envuelve y su relleno está constituido de pollo, carne, cerdo, pasas de uvas, aceitunas, morrón, cebolla y un montón de ingredientes más que forman lo que vendría haciendo la hallaca caraqueña, de la capital”, explicó.
La tradición de la hallaca se remonta a la época colonial y atraviesa generaciones. “Es un plato que significa unión familiar. Se reúnen las familias para preparar este plato, aunque parece sencillo tiene muchos pasos, por eso tiene mucha nostalgia prepararlo, porque se unen todas las generaciones… Es como un ritual”, detalló Héctor.
Cada integrante cumple un rol: limpiar las hojas de plátano, preparar el guiso, armar, amarrar. “Lo más lindo es el compartir todas esas horas a pura alegría, escuchando música, bailando y brindando por el cierre del año y lo que está por venir”, aseguró.
En Boyacá, esa experiencia se recrea con dedicación. “Acá tratamos de simular esa experiencia para por un instante sentirnos en casa. Con mucho amor y con muchas ganas, lo hacemos para abrazarnos de cierta manera, pero también es una forma de acercar a los argentinos a nuestra cultura con nuestros sabores”, afirmó.
La hallaca se acompaña con asado negro, otro infaltable. “En Venezuela lo preparamos con un corte que se llama muchacho redondo, que acá sería el peceto. Es una combinación de carne agridulce, muy suave, marinada con vinotinto y especias por un mínimo de 24 horas”, explicó. Se completa con ensalada de gallina, similar a la rusa, con papa, zanahoria, manzana verde y arvejas, y el clásico pan de jamón, una masa dulce rellena con jamón ahumado, uvas pasas y aceitunas.
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