Con 2025 ya en sus últimas semanas, hay consenso en un punto: Amalia de los Países Bajos vivió su gran temporada. Es que la primogénita de los reyes Guillermo y Máxima consolidó una presencia pública inédita, multiplicó sus apariciones en actos institucionales y terminó de posicionarse como una figura central en la agenda real neerlandesa. Su imagen, cada vez más pulida y segura, dejó claro que la heredera ya juega en las grandes ligas de la realeza europea.
Este crecimiento vino acompañado de una evolución estética que no pasó desapercibida. Amalia adoptó un estilo sólido, elegante y maduro, capaz incluso de robar flashes en eventos donde suele reinar Máxima Zorreguieta, una de las mujeres más magnéticas de la monarquía contemporánea. Y, aun así, fue la princesa de 22 años quien se llevó la mayoría de los elogios en su última aparición de gala.
Una cena de Estado en Amsterdam y un look que arrasó en todo Europa
Todo se dio en el Palacio Real de Amsterdam, durante la cena oficial en honor al presidente de Finlandia, Alexander Stubb, y su esposa. Una cita de etiqueta estricta, con los reyes holandeses como anfitriones y la presencia de la heredera como uno de los puntos fuertes de la noche.
La primera dama finlandesa abrió la velada con un vestido de corte asimétrico en un delicado verde pistacho; Máxima recuperó de su archivo un impactante diseño rojo con escote bardot y mangas voluminosas firmadas por Klaes Iversen, acompañado por la tiara Guttenberg y la banda azul de la Orden de la Rosa Blanca de Finlandia. Un combo infalible.
Pero, aun con la potencia visual habitual de la reina, los ojos terminaron en su primogénita, la princesa Amalia.

El look de Amalia de Orange que la coronó como la mejor vestida de la noche
La heredera apostó por uno de los nombres favoritos de Kate Middleton: Jenny Packham. Su elección fue un vestido en tono amarillo manteca, luminoso y delicado, con falda de tul de caída amplia y un cuerpo en V bordado con aplicaciones brillantes. Un diseño etéreo, pensado para moverse con la luz.
Sumó la banda azul —en sintonía con su madre— y un chal del mismo tono que el vestido, un gesto que reforzó ese aire de princesa clásica que viene cultivando desde principios de año.

Las joyas: el detalle que elevó todo
Más allá del vestido, fueron las piezas históricas de la colección real las que completaron el golpe de efecto. Amalia lució por primera vez la tiara bandeau de diamantes, una pieza sobria y elegante que Máxima había llevado apenas una semana antes durante su viaje de Estado a Surinam.
A eso le sumó un collar con historia propia: un imponente diseño que su madre estrenó en la cena previa a la coronación de 2013 y que fue confeccionado a partir de un broche perteneciente a la reina Emma. El brillo de las joyas hizo el resto: añadió sofisticación y aportó una luz que el vestido ya insinuaba por sí solo.



