El Palacio Gran Ducal de Luxemburgo fue escenario de una de las citas más memorables del año para la realeza europea. En el marco de las celebraciones por la abdicación del Gran Duque Enrique en favor de su hijo, el príncipe heredero Guillermo, la familia real luxemburguesa organizó una cena de gala que reunió a algunos de los nombres más destacados de la monarquía continental, en un ambiente de elegancia, simbolismo y continuidad dinástica.
La velada, celebrada en el corazón del pequeño —pero influyente— ducado, contó con la presencia de los reyes de los Países Bajos, Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta, acompañados por su hija mayor, la princesa Catharina-Amalia, heredera al trono. También asistieron los reyes Felipe y Matilde de Bélgica, junto a su hija, la princesa Elisabeth, duquesa de Brabante, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, junto a su esposa, Brigitte Macron. Un encuentro de alto perfil que reafirmó los lazos entre las casas reinantes del Benelux y las instituciones europeas.
Una noche de tiaras, joyas, tradición y nuevos comienzos
La gala marcó el inicio oficial de una nueva era para Luxemburgo, con el Gran Duque Guillermo y la Gran Duquesa Estefanía asumiendo el liderazgo de la Corona tras años de preparación institucional. Ambos se mostraron visiblemente emocionados durante la recepción, que combinó los protocolos más clásicos con gestos de cercanía y modernidad.
En el plano estilístico, la cita fue también un desfile de elegancia regia. La princesa Amalia de los Países Bajos y la princesa Elisabeth de Bélgica acapararon flashes y titulares a su llegada, consolidándose como las nuevas figuras de la realeza europea. Ambas eligieron atuendos de gala que reflejaron la transición generacional que atraviesa el continente: juventud, sofisticación y respeto por la tradición.

Por su parte, Máxima Zorreguieta, fiel a su impronta fashionista, volvió a demostrar por qué es considerada una de las reinas más estilosas de Europa. Con un vestido de gala en tono profundo y joyas de la Casa de Orange, combinó diplomacia y glamour en partes iguales.
Mientras tanto, los discursos oficiales destacaron la estabilidad institucional del Gran Ducado y la visión moderna que el nuevo soberano pretende impulsar. El Gran Duque Guillermo expresó su gratitud hacia su padre por “haber guiado a Luxemburgo con sabiduría y compromiso”, y aseguró que su reinado buscará “construir puentes y reforzar el papel del país en el corazón de Europa”.
Las mejores fotos de la cena de gala por las celebraciones del cambio de trono en el Palacio Gran Ducal de Luxemburgo











Fotos: Fotonoticias
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