Como todo en la realeza, las joyas que engalanan a las royals son mucho más que simples adornos; actúan como poderosos narradores de historias de herencia, poder y afecto. En ese sentido, en un reciente encuentro de alta diplomacia, la Reina Máxima de los Países Bajos demostró una vez más su dominio del lenguaje no verbal de las joyas.
Siendo una de las figuras centrales de la cena de gala que tuvo lugar en el Gran Ducado de Luxemburgo. El motivo del encuentro era de gran trascendencia para la corona: la gala se celebró tras la abdicación del Gran Duque Enrique y la consiguiente proclamación de su hijo Guillermo.
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Para la ocasión, Máxima Zorreguieta optó por un espectacular vestido azul profundo que eligió acompañar con una pieza que capturó todas las miradas: la majestuosa tiara de zafiros, una de las piezas más emblemáticas del joyero real neerlandés.

Los mensajes ocultos en la tiara de zafiro que usó Máxima Zorreguieta: lealtad, homenaje y un recuerdo personal
Según los expertos en la Familia Real de Orange, la elección de este accesorio por parte de la argentina fue deliberada y cargada de simbolismo, reafirmando su impecable sentido del estilo y su rol dentro de la monarquía.
Respecto al significado diplomático, la reina eligió esta pieza por su belleza y por su significado en el ámbito internacional. El color azul de los zafiros evoca la lealtad y la serenidad. Estas cualidades están directamente asociadas con la confianza y el respeto, elementos esenciales en los encuentros entre ambas casas reales. Además, Máxima pudo haber querido hacer un homenaje o alusión a la legendaria visita que la Reina Beatriz de Holanda realizó a Luxemburgo en 1981.

Sin embargo, hay quienes señalan una razón más poderosa. El motivo: el recuerdo de una noche histórica. Es que detrás de estas suposiciones, existe una "poderosa razón" personal que conecta la joya con el Rey Guillermo Alejandro y el trono neerlandés. La tiara de zafiros no es un accesorio cualquiera; esta pieza representa la evolución de la monarquía a lo largo de los siglos y, al lucirla en Luxemburgo, Máxima estaba evocando la noche en la que su propio esposo ascendió al trono.
En abril de 2013, después de 33 años de reinado, la Reina Beatriz abdicó al trono holandés en favor de su hijo Guillermo. Fue precisamente en esa fecha tan importante que Máxima de Holanda portó esta exquisita tiara por primera vez como soberana.
Al usarla durante la abdicación del Gran Duque Enrique, Máxima reavivó la memoria de las reinas que la antecedieron, consolidándose como un ícono de estilo y elegancia real, y brindando un homenaje a la historia de su familia real. La tiara volvió a brillar bajo las luces del palacio como un símbolo del inmutable legado de la realeza neerlandesa.

La historia de la Dutch Sapphire Parure Tiara
La tiara que Máxima Zorreguieta portó es formalmente conocida como la Dutch Sapphire Parure Tiara. Su rica historia se remonta a finales del siglo XIX, cuando fue confeccionada por la prestigiosa joyería francesa Mellerio dits Meller.
La historia cuenta que el Rey Guillermo III de los Países Bajos la adquirió como un regalo para su esposa, la Reina Emma. Tras la muerte de la Reina Emma, la joya fue legada a su única nieta, la Princesa Juliana.

La princesa la portó durante la coronación del Rey Jorge VI en 1937. Desde ese momento, la tiara ha pasado de generación en generación y ha sido usada por varias reinas neerlandesas, como la Reina Beatriz de Holanda.
Esta tiara, que deslumbra con un diseño compuesto por 33 zafiros azules profundos y está complementada con 655 diamantes, a lo largo de su existencia, ha sido testigo de bodas, coronaciones y eventos diplomáticos de alto nivel, reafirmando su estatus como una de las piezas más significativas del joyero real.
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