Si sos fan de las plantas de interior, sabés lo frustrante que puede ser ver que sus hojas amarillean, se llenan de puntitos o parecen pegajosas. La causa más común suele ser la aparición de plagas, y si no se actúa a tiempo, pueden debilitar seriamente a la planta o incluso matarla. La buena noticia es que existen formas de detectarlas rápido y combatirlas sin recurrir a productos químicos agresivos que pueden ser tóxicos para el hogar.

La primera señal de alerta son las hojas amarillas o marchitas. Si además notás pequeños puntitos blancos o marrones en el envés, es probable que se trate de cochinillas o arañuelas. Estas últimas también suelen dejar finas telarañas en los tallos. Los pulgones, en cambio, se ven como pequeños insectos verdes, negros o amarillos agrupados en los brotes tiernos.
Una vez identificada la plaga, lo ideal es aislar la planta para evitar que se contagien las demás. Luego, limpiá las hojas con un paño húmedo o un pincel suave para retirar manualmente la mayor cantidad de insectos posible.
Entre los métodos caseros más efectivos está el jabón potásico diluido en agua, que se pulveriza sobre hojas y tallos. También se puede usar una mezcla de agua con unas gotas de detergente neutro para lavar la planta y enjuagarla después con agua limpia. Otro aliado es el alcohol isopropílico, que ayuda a eliminar cochinillas si se aplica con un hisopo directamente sobre ellas.
Para la prevención, el truco está en mantener la planta saludable: regar lo justo, evitar el exceso de humedad y asegurar buena ventilación. También es recomendable revisar las hojas una vez por semana para detectar cualquier cambio a tiempo.
Si bien los insecticidas químicos pueden parecer una solución rápida, muchas veces dañan el ecosistema de la planta y pueden ser peligrosos si hay niños o mascotas en casa. Por eso, los métodos naturales y el control manual siguen siendo la mejor opción para cuidar tus plantas de interior y mantener tu hogar libre de tóxicos.
Dedicar unos minutos a la observación y limpieza de tus plantas no solo previene plagas, sino que también te conecta con su proceso de crecimiento. Y no hay nada más satisfactorio que verlas recuperarse y volver a florecer después de haberlas salvado.


