Cuando pensamos en protector solar, es común asociarlo con vacaciones, pileta y días de playa. Sin embargo, los dermatólogos insisten en que su uso no debe limitarse al verano: proteger la piel de la radiación UV es fundamental todo el año.
Incluso en días nublados, hasta el 80% de los rayos ultravioleta atraviesan las nubes, causando daño acumulativo que puede derivar en envejecimiento prematuro, manchas y, en los casos más graves, cáncer de piel.

Por qué usar protector solar todos los días
La exposición solar es la principal causa del fotoenvejecimiento, es decir, el envejecimiento prematuro de la piel causado por el sol. Arrugas, pérdida de elasticidad y tono desigual son consecuencias que pueden prevenirse en gran parte con el uso constante de protector. Además, el daño por radiación UV es acumulativo: incluso pequeñas exposiciones diarias —como ir caminando al trabajo o sentarse cerca de una ventana— impactan en la salud de la piel a largo plazo.
Qué tipo de protector elegir según tu piel
No todos los protectores son iguales. Si tenés piel grasa, lo mejor es optar por fórmulas oil-free o en gel, que no dejen sensación pegajosa ni contribuyan a la aparición de granitos.
Para piel seca, las versiones en crema o con componentes hidratantes como ácido hialurónico son ideales. Si tu piel es sensible, buscá protectores con filtros físicos (como óxido de zinc o dióxido de titanio), que suelen ser menos irritantes.
El factor de protección solar (FPS)
Los dermatólogos recomiendan un FPS de al menos 30 para uso diario, ya que bloquea alrededor del 97% de los rayos UVB. Si pasás muchas horas al aire libre, hacés deporte o vivís en zonas de alta radiación, podés optar por un FPS 50 para mayor seguridad. Recordá que ningún protector bloquea el 100% de los rayos, por eso es importante reaplicarlo cada 2 o 3 horas si estás expuesto.
Cómo aplicarlo correctamente
La cantidad es clave: necesitás aproximadamente media cucharadita de producto para rostro y cuello. Aplicalo al menos 15 minutos antes de salir y no olvides áreas como orejas, párpados y dorso de las manos. Si usás maquillaje, podés reaplicar con protectores en bruma o polvo para no arruinar el look.
El protector solar es una inversión en salud y belleza a largo plazo. Convertirlo en un hábito diario es una de las mejores decisiones que podés tomar para mantener tu piel joven, uniforme y protegida.
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