La temporada de celebraciones de fin de año, cargada de reuniones y cenas, trae consigo el estrés de la logística y, sobre todo, la pregunta crucial: ¿qué bebemos?
Tami Tornello, Day Giraldi y Paige Nichols, las expertas de Winexplorers, compartieron una masterclass esencial sobre cómo maridar los clásicos de la mesa festiva, priorizando la frescura necesaria para el verano y la complejidad de las burbujas.

El espumoso es la estrella (pero gustos son gustos)
En un clima cálido y con una mesa llena de sabores diversos, el vino tinto tranquilo y con cuerpo puede resultar demasiado pesado. La sugerencia de las especialistas es inclinarse por los blancos y, especialmente, por los espumosos.
Para asegurar una experiencia de lujo, recomiendan buscar aquellos elaborados bajo el Método Tradicional (también conocido como champenoise o yenois). Esta técnica, que imita la técnica de Champagne, produce un espumoso más delicado y con crianza en toneles o barricas sobre lías. Esto se traduce en un vino más complejo que desarrolla "capas de aromas a pan tostado, frutos secos, brioche y levadura".
El maridaje perfecto: una botella para cada clásico
La clave del éxito en la mesa festiva está en equilibrar la textura y la intensidad de la comida con el tipo de espumoso:
Para el Vitel Toné: Este plato, con su fuerza cárnica y su salsa cremosa, necesita un espumoso que resista la potencia. La recomendación es un espumoso rosado más intenso, ya sea de Pinot Noir o un blend (Un dato color es que Paige mencionó que el Vitel Toné de su cena lo preparó la cocinera Sofie Nilsen).

Para platos cremosos (Ensalada Rusa y Pionono): Las preparaciones con una base más untuosa, como la ensalada rusa, la torre de panqueques o el pionono, van de maravilla con un Blanc de Blancs. Al estar hecho solo con uvas blancas, su acidez complementa y "limpia" la delicadeza de las cremas.
Para ensaladas frescas: Las ensaladas que aportan crunch y combinan notas dulces con cítricas (como una ensalada de durazno, pepino y praliné) son ideales para un espumante fresco o Brut. La acidez de la bebida acompaña perfectamente estas notas.
El crimen de la copa flauta
Un elemento central de la charla fue la polémica copa flauta, declarada "bastardeada" por las expertas. Si bien se inventó en el siglo XIX para que el enólogo pudiera ver el "recorrido de las burbujas", se olvidaron de un aspecto crucial: la nariz.

Según explicaron, la copa flauta arruina la experiencia de cata por tres razones:
- Bloqueo de aromas: Su boca angosta hace que el vino te "choque la nariz" e impide que los aromas exploten.
- Anestesia olfativa: El gas carbónico, al concentrarse y salpicar, "medio que te anestesia la nariz", tapando las capas aromáticas que el vino tiene para mostrar.
- Falta de oxígeno: No permite que ingrese el aire suficiente para que el espumoso se abra completamente.
La solución definitiva
Si no tenés copas específicas para espumosos modernos, usá una copa de vino blanco.
Esta cristalería facilita la entrada de oxígeno, abre el vino y garantiza que el líquido "ocupe todo el espacio en la boca". Además, la recomendación de la experta es práctica: "Tengan una buena copa que sirva para todo, porque tampoco tenemos lugar en la alacena para tanto coperío".
¿Y las otras? Las copas tipo coupé (las bajitas y anchas basadas supuestamente en el pecho de María Antonieta) pierden todo porque la apertura es demasiado grande y el oxígeno entra muy rápido.
Peor aún son los "vasitos" de avión sin tallo, que calientan el espumoso en segundos al contacto con la mano.

Tips para un brindis perfecto
Day Giraldi explicó que la temperatura y la preparación son tan importantes como el maridaje:
Temperatura ideal: El espumoso debe servirse muy frío, idealmente entre 5 y 7 grados. Aunque los manuales sugieran hasta 9, en verano "un poco más frío es mejor".
Enfriamiento rápido: Si necesitás enfriar deprisa, usá una frapera con agua, hielo y sal. La sal ayuda a bajar la temperatura del agua drásticamente en pocos minutos.
Hidratación: El consejo de oro es tomar "una copa de vino, una de agua" y consumir alimentos, ya que si no se come, es mucho más fácil que el alcohol haga estragos.
La conclusión de Tami, Day y Paige es simple: el fin de año es la excusa perfecta para celebrar. Solo es cuestión de elegir la botella correcta y, por favor, dejar la copa flauta guardada para siempre.
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