En el mundo del cuidado facial, no se trata solo de comprar cremas caras o seguir las tendencias de TikTok. El secreto de una piel sana y luminosa está, muchas veces, en algo mucho más básico: el orden en el que aplicamos los productos. Y aunque parezca un detalle menor, colocar un serum antes que la limpieza —o un protector solar después de maquillarte— puede hacer que toda tu rutina pierda efectividad.
“Pensá en la piel como en una esponja: primero necesita estar limpia para absorber los activos, y después sellar la hidratación para protegerla”, resumen especialistas en dermatología. Bajo esta premisa, la rutina básica se divide en tres grandes momentos: limpieza, tratamiento e hidratación/protección.
Paso 1 – Limpieza:
Por la mañana, un limpiador suave es suficiente para retirar el exceso de grasa y sudor acumulados durante la noche. Por la noche, en cambio, conviene aplicar la doble limpieza: un producto oleoso para disolver maquillaje y protector solar, seguido de un limpiador acuoso para eliminar impurezas. Esto prepara la piel para recibir los tratamientos posteriores.
Paso 2 – Tratamientos:
Aquí entran en juego los serums y activos específicos: vitamina C para iluminar y combatir el daño solar, ácido hialurónico para hidratar, niacinamida para mejorar la textura o retinol para estimular la renovación celular (este último solo por la noche). “La regla de oro es aplicar primero las texturas más ligeras, que penetran mejor, y luego las más densas”, aclara López.
Paso 3 – Hidratación y protección:
Independientemente del tipo de piel, la hidratación es fundamental. En pieles grasas, conviene usar fórmulas en gel; en pieles secas, cremas más untuosas. Y, para cerrar, el protector solar: se aplica como último paso de la rutina de día, antes del maquillaje, y debe reaplicarse cada dos o tres horas si hay exposición directa.
Extra tips según tipo de piel:
- Seca: sumar aceites faciales al final de la rutina nocturna para sellar la humedad.
- Grasa: incorporar exfoliantes suaves una o dos veces por semana para evitar obstrucciones.
- Mixta: usar dos tipos de hidratantes, adaptados a cada zona del rostro.
- Sensible: apostar por fórmulas hipoalergénicas y evitar fragancias.
Lo más importante, coinciden las expertas, es la constancia. No se trata de hacer la rutina perfecta un día, sino de repetirla, mañana y noche, como un ritual. Y aunque los resultados no son inmediatos, en pocas semanas la piel comienza a responder: se ve más pareja, luminosa y con menos imperfecciones.
En definitiva, el skincare no es un lujo, sino una inversión en salud y bienestar. Y, como en toda inversión, el orden importa más de lo que creemos.
