Una “loca linda”, “rebelde sin causa”, una “flaca chispita”. Así era –al decir de los que más la conocían– la modelo Jazmín de Grazia, 27 años, fanática del club Los Andes (una tribuna del estadio lleva el nombre de su tío abuelo, socio número 2), hija de Ricardo (arquitecto) y Marta (profesora de Biología en el Colegio Alemán), hermana de Romina (37), Daiana (34) y Ricardo (23), aplicada estudiante de Sociología y lo que más la enorgullecía: periodista. Había nacido un 4 de julio de 1984. Murió en la tarde del domingo 5 de febrero. Demasiado joven, demasiado pronto e inesperadamente.
EL DESENLACE. El domingo, Jazmín llegó a su departamento de Las Heras y Rodríguez Peña a eso de las 14.15 del mediodía en compañía de una amiga, que se retiró al cabo de un rato. A las 15:19 twiteó por última vez: “Este fin de semana fue variadito, variadito. Casi tanto como un tenedor libre con chinos como dueños”. A las 17.40 horas llamó a su novio, el publicista Leandro Cabo Guillot (36), diciéndole que se sentía mal. Veinte minutos después, Leandro llamó a la puerta. Dicen sus amigos que ya tenía un mal presentimiento cuando insistió en vano por teléfono. Entonces llamó a un cerrajero, y acompañado por el encargado del edificio (Ricardo, quien llegó a aparecer en las twitcams que hacía la modelo), tiraron la puerta abajo. Cuando Cabo Guillot ingresó al baño, encontró a la modelo sumergida en la bañera. Intentó reanimarla asistido por el cerrajero, quien también posee conocimientos de primeros auxilios. Pero ya era demasiado tarde...
LA EVIDENCIA. Cuando los peritos ingresaron al 5º “B” de Las Heras 1703, el departamento que la modelo alquilaba desde hacía dos años, encontraron el cuerpo “mitad dentro, y mitad fuera de la bañera”. Aunque según contaron los amigos del novio no había nada extraño a su alrededor, y según el portero “no había desorden”, en el lugar se encontró un plato con una sustancia que, de acuerdo con fuentes policiales, habría dado positivo en los primeros estudios toxicológicos. Según indicaron las mismas fuentes, podría tratarse de cocaína o de anfetaminas. El expediente consigna que también se encontraron a la vista varias pastillas de ansiolíticos de marca Rivotril (clonazepam). Y este verso de una canción de Manu Chao escrito en el espejo con lápiz labial: “Vos no tenés la culpa de que el mundo sea tan feo”. Pero el mensaje, quizá premonitorio, parte de la canción Lágrimas de oro, estaba escrito desde hacía un mes.
LAS PRIMERAS HIPOTESIS. En la noche del domingo, efectivos de la Comisaría 17, situada a una cuadra y media del domicilio de De Grazia, ya presuponían: “Todo indica que fue una muerte por ahogamiento”. En un primer momento se habló de suicidio, pero tampoco descartaban que se hubiese tratado de un accidente. Las hipótesis iniciales de la investigación policial fueron tres: 1) la modelo habría tomado ansiolíticos y se durmió en la bañera; 2) que hubiera tomado las pastillas con la intención de quitarse la vida; 3) que hubiera muerto como consecuencia de una sobredosis. La causa, que está a cargo del fiscal Justo Rovira, de la Fiscalía Nº 7, fue caratulada como “muerte dudosa”.
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Jaz iba contra la corriente: defendía lo que creía justo y peleaba a toda costa para matar el mote de “rubia hueca”. Estudió Periodismo y se esforzó para hacer lo que más le gustaba: ser reconocida por su trabajo.
Jazmín durante su paso por Mar del Plata, donde estuvo en varias fiestas electrónicas. Se la veía mucho más delgada que en otros veranos. “Vivo a dieta”, había reconocido ella misma alguna vez. Sin embargo su tío, Miguel de Grazia, aseguró que “de salud estaba muy bien” y desmintió que la modelo tomara pastillas o consumiera otro tipo de sustancias.
Entre 2007 y 2009 estudió Periodismo en TEA. Aquí, festejando, diploma en mano, con sus papás, Ricardo y Marta.