-¿Se anima?
-¡Yo me animo a todo! ¿Y vos?
-Por supuesto. Usted ya tiene méritos suficientes para hacer una nota donde no le preguntemos sobre su hermano.
-Bueno, gracias.
-Vamos para adelante, entonces.
-Dale, aunque…
-Aunque…
-Aunque vos no me preguntes por el Dibu (33), no sé si yo no te voy a hablar de él, jajajá.

“POR LA ADRENALINA QUE REPRESENTA, SUBIRME A UN AUTO DE CARRERA SIEMPRE FUE UN GRAN SUEÑO PARA MÍ”
Pero no sólo se trata de “hablar” o no sobre quien sabemos: su porte y picardía ya delata al reporteado. Sin embargo, lo dicho, no vinimos al Autódromo Roberto Mouras para conversar de nadie más que de él: Alejandro Fabián Martínez, nacido el 22 de enero de 1990 en Mar del Plata. Hijo de Susana Romero (59), ama de casa, y de Alberto José Martínez (67), comerciante, y hermano de… Evitemos pisar el palito: contemos entonces que estamos ante la historia de uno de los pilotos que anima el ambiente automovilístico de 2025, a partir de su desempeño en el TCPM (TC Pista Mouras), torneo argentino creado en 2008 -a expensas de la divisional TC Mouras-, que constituye el escalafón de ascenso a las grandes ligas de la Asociación Corredores de Turismo Carretera. “Ingresamos a los playoff. Ganamos la primera fecha, quedamos quintos en la segunda y, restando dos, estamos terceros en la etapa definitoria del campeonato -cuenta el protagonista-. Se trata de las divisiones previas al gran sueño de mi vida deportiva, que es llegar al Turismo Carretera. Un proceso de años de aprendizaje y lucha, para lo que hay que estar muy enfocado. Sí, agarré un poco grande, me va a costar, pero lo voy a lograr”, baja y sube la cabeza convencido.

-¿Proceso de "años"?
-Yo empecé a los 18 años en lo que fue Cuarto de milla (carreras de aceleración en una distancia de 402 metros). Aquella idea nació desde el taller marplatense de Martín del Barba, hoy en día mi mejor amigo. Preparamos juntos un auto de picadas y ahí, hace más o menos unas dos décadas, liberé mi pasión por los coches. Estuvimos cerca de una década corriendo en el Cuarto de milla argentino. Además, competimos en Brasil. Y luego Matías Chas, también amigo personal, que corría en la Copa Bora (se utilizan Volkswagen Bora 1.8 turbo preparados para competir), me motivó a saltar a los circuitos automovilísticos, debutando hace unos cinco años, un 9 de febrero, acá mismo, en el Mouras.


-¿Qué le gustaba del automovilismo?
-Siempre me gustaron todos los deportes, pero subirme a un auto de carrera, por la adrenalina que representa, siempre fue un gran sueño para mí. Claro que de chicos y jóvenes entrenábamos al fútbol con mi hermano. Él jugaba en mi categoría: él de arquero, yo de 9 goleador. Andábamos muy bien. Emi llegó y yo no. No tuve la suerte, no tuve la suerte.

-¿Y por qué los autos? ¿De pibe tenían un karting, se prendían en los autitos chocadores?
-Nunca tuvimos. Nos criamos con la pelota. Hermosa infancia en Mar del Plata, junto a mi hermano, jugando en el Barrio Jardín, bicicleta, pelota, bicicleta, pelota, anécdotas cotidianas… Bueno, y a veces estudiando (risas).

-Es decir que usted es el primer piloto de la familia, carece de antecedentes en la cuestión...
-Tal cual. A papá le gustan los fierros, pero yo no vengo de una escuela en la materia.
-¿Hubo una charla familiar antes de salir a correr? Porque no se trata de una actividad livianita, sin riesgos, a 250 kilómetros por hora.
-No. Como arranqué en el Cuarto de milla durante los fines de semana, con amigos, con mi viejo, se fue dando nomás. Y cuando inicié la Copa Bora tenía 32, 33 años, y lo decidíamos más con mi esposa. Pero soy de darme los gustos, así que la fuimos llevando.
“NO SOY EL MÁS ALTO DE LA FAMILIA. MI HERMANO Y MI PRIMO MIDEN AÚN MÁS… PERO SÍ EL MÁS RÁPIDO SOBRE LA PISTA”

Cuenta que hasta 2022 su profesión estuvo ligada al puerto. “Con mi mujer (Ludmila Fernández Alimenti, de 38 años) teníamos una compañía llamada Saori S.A., que comercializaba pescado”. Tras cerrarla, “comencé a relacionarme con la imagen y el marketing de mi hermano. Ahora, por ejemplo, estamos creando una fábrica de agua mineral natural que se llama Dibu 23 y sale de la vertiente del Guaraní, un pozo que se encuentra en Entre Ríos. Con Emi, Mati Chas y Gustavo Tomassi conformamos una sociedad. La fábrica -que aún no inauguramos- se encuentra en Puerto Yeruá, Concordia”, puntualiza mientras ceba unos mates en el motorhome de 90 metros cuadrados que habita cuando debe dejar Mar del Plata rumbo a los circuitos. El ruido a prueba de clasificación que se cuela por las ventanas nos regresa a la cuestión que nos trajo hasta las afueras de la capital de la provincia de Buenos Aires.

-¿Cómo definiría en una palabra su estilo de manejo?
-Agresivo, agresivo.
-¿Repite alguna ceremonia especial antes de salir a correr?
-Ni rezo ni nada. Sólo me pongo los guantes y el casco adentro del auto.
-Usted es bastante grande, como para pasar tanto tiempo en la cabina de un auto, ¿verdad?
-Sí, mido 1,90 y peso 101 kilos, pero ojo que no soy el más grande de la familia. Mi hermano y Mariano Arriaga, uno de mis diez primos, miden más aún. Sí soy el más rápido sobre la pista.

-¿Se prepara físicamente?
-Sí. Desde chico practico boxeo. Y ahora lo hago en la escuela de arte Brother of Life, a cargo del Chino Vallejos, un peleador que tiene contrato en la UFC y alentamos cada vez que se presenta. Entreno toda la semana con ellos.
-¿Usted suele trenzarse a piñas seguido?
-No, acá son chiquitos. Les pego yo a ellos. Te dan lástima.
-¿En la calle?
-Menos. Jamás.

-Unas frases atrás mencionó que no tuvo la suerte de llegar en el fútbol. ¿Por qué no?
-Siempre llegan los menos y hay muchos factores que inclinan la balanza. En mi caso, creo que no hubiese aguantado la constancia de mi hermano de dejar nuestra casa, viajar a Buenos Aires (cuando allá por 2009 llegó a Independiente de Avellaneda) y vivir en una pensión. Tampoco se dio la posibilidad económica de poder bancarlo a nivel familiar. Sí lo pudimos hacer con Emi. Tuve que trabajar de joven. Son momentos de la vida que te va llevando por otro camino. Me hubiese encantado ser futbolista, pero mi actualidad deportiva es sobre un auto de carrera.
-¿Cómo es cuando gana y cómo cuando pierde?
-Cuando gano, festejo y disfruto. Cuando pierdo soy calentón, porque tengo mucha autocrítica. En el equipo Tomas Abdala Racing al que pertenecemos somos entre 15 y 20 personas turnándose entre la semana y los días de carrera. Se trata de un gran grupo de amigos pateando para el mismo lado. Así que si yo cometí algún error o algo así, es peor, porque me enojo bastante conmigo. Lo bueno es que pronto me pongo a trabajar para mejorar y no repetir las equivocaciones.


-¿Qué pilotos de afuera admiró y admira?
-Ayrton Senna: un referente de todas las épocas. Y de los últimos tiempos, seguí mucho a Fernando Alonso.
-Compañero de gremio y figura nacional en la actualidad, ¿qué opina de Franco?
-Por algo nos representa a nivel mundial. Es uno de los veinte mejores del planeta. Sé que de chiquito viene trabajando para sentarse ahí. No es nada fácil. Así que habrá hecho las cosas muy bien para llegar. Lo merece. Y eso que hay varios pilotos en Argentina con muy buenas condiciones, eh. Claro que también ayuda contar con una buena pata económica, lo que quieras, pero para que lo suban debe tener esas virtudes...

-¿En su caso, también es muy caro el automovilismo, Alejandro?
-Sí, pero siempre están los sponsors, el marketing, que colaboran. Cuando arranqué, perdía, ponía de mi trabajo. Hoy andamos equilibrados.
-Perdón, lo interrumpí y no había terminado la frase sobre Colapinto…
–Me parece que el día que lo suban a un auto realmente competitivo va a estar adelante.

-Nombró a sus inspiradores dentro de la Fórmula Uno. ¿Y en Argentina?
-Mi piloto referente -como el de muchos- es Agustín Canapino. Lo admiro y lo aprecio. Creo que varios de nuestro país debemos seguir su camino. Somos compañeros, charlamos, me da consejos, el otro fin de semana probó mi auto.
-Consejos, dijo. ¿Cuál es "el" consejo que le dio?
-Que vaya por lo gris, por el asfalto (risas).
“EN EL BRAZO IZQUIERO LLEVO UN MONTÓN DE TATUAJES. NO SÉ CUÁNTOS, PERO SÍ ILUSTRAN VARIOS ACONTECIMIENTOS IMBORRABLES DE MI VIDA”

Losa dedos de su manaza derecha va recorriendo el otro brazo como quien abre un álbum fotográfico de su existencia, y relata lo que va encontrando en él. Porque, claro, gran parte de los sucesos que emocionaron sus ojos, hoy se encuentran esculpidos en la piel de Alejandro Martínez. “No llevo registrados cuántos tatuajes tengo, pero todos reflejan acontecimientos imborrables a lo largo de mis 35 años -responde cuando le preguntamos la cantidad-. Si querés contalos vos mientras los recorro”, empieza a hacerlo. “Éste, el primero, es de una final memorable que gané en 2016 en Mendoza, cuando corría el Cuarto de milla. ¡Jamás olvidaré la cara de felicidad de cada integrante de ese equipo!... Luego, la entrada de mis hijas (Oriana, hoy de ocho años, y Giovana, de cinco) por primera vez al jardín”.

-Van dos.
-Una frase que compartimos con mi señora: “Nada como ir juntos a la par”.
-Tres.
-El nombre de mis ahijados Santi y Ava, los hijos de mi hermano.
-Cuatro.

-El abrazo de mi hermano con Lionel Messi cuando tapó los penales contra Colombia en la Copa América 2021.
-“Mirá que te como, eh", lo recordamos.
-También tengo tatuado el nombre de mi hermano, “Emiliano”.
-Van seis.
-La primera Copa América de Argentina en el Estadio Maracaná, en ese mismo campeonato.

-Serían siete tatuajes.
-¿Sí, no? Y me queda el brazo derecho para cubrir en un futuro. Hay tanto momentos inolvidables todavía: el nacimiento de mis hijas, cuando ganamos la final del Mundial 2022. Algo icónico para mí, para mi familia, ver que triunfara Emi.
-Dijo “ganamos”…
-Porque lo siento así. Ya de chiquito nos decíamos entre los dos: “Si arrancás a la pelota, no hay mayor sueño que jugar un Mundial y salir campeón”. Así que poder vivirlo en primera persona con él… Sí, yo gané con él, tal cual. La familia lo ganó con él.

-¿Qué hay de esa cruz dorada que le cuelga del cuello?
-Me la regaló mi cuñada (Mandinha), el día del bautismo de mi ahijada Ava. Otro recuerdazo.
-¿Cómo es usted sobre la pista y cómo en la vida?
-Como piloto, bueno los Martínez llevamos la competencia en nuestra sangre, ¿viste? Y después, como persona soy leal, familiero, de buenos amigos, apasionado. Entre los defectos, quizá que creo mucho en la gente.


-¡¿Ése es un defecto?!
-Sí, porque me llevo cada chasco (risas). Cuando me bajo del auto soy un tipo relajado, tranquilo. Me enfoco en el trabajo, en la carrera que se viene, en la vida familiar, en llevar las nenas al colegio, en entrenar. Y en las costumbres normales en el tiempo libre, como escuchar reguetón, cumbia y leer Instagram, jajajá. Además, soy fanático de las series. Me atraparon Suits: La ley de los audaces y Prison Break. Una vez por semana vamos al cine con mi mujer: obvio que nos encantó F1, con Brad Pitt.

-¿Vio que la nota fue usted y solamente usted, y que contaba con los suficientes méritos y -agregamos ahora- una historia dignos de conocerse?
-Es cierto.
-Si bien un par de veces sucumbió ante quien ya sabemos.
-Mi hermano, sí. Es que entre nosotros nos tenemos un amor incondicional.
-A propósito, y sin querer ofender: ¿Quién es el más loco de la familia?
-Sin dudas papá, porque nos crió a nosotros dos.

Fotos. Chris Beliera y @alemartinez_1990 (de la última carrera)
Arte de imágenes: Silvana Solano
Filmación de videos: Leo Ibáñez
Edición: Candela Casares
Agradecemos a Nahuel Báez y a Facu Alimenti






