Categorias: Actualidad

"Gané porque los porteños vieron que no me borré en las malas"

Publicado por
Redacción Gente

¡Ganamos! ¡Ganamos, car…! Aníbal Ibarra dijo eso, varias cosas más, levantó
los brazos y se emocionó justo cuando el reloj marcaba exactamente las 19:53, y
los dos televisores del living del segundo piso del Palacio San Miguel
sintonizados en América y TN, mostraban el rictus serio de su rival en el ballottage, Mauricio Macri, reconociendo su victoria. Se desahogó, con todo
derecho, tras la campaña más dura y pareja en la corta historia de las
elecciones para Jefe de Gobierno porteño. A su lado, saltaron de los dos
silloncitos de un cuerpo y del sofá y estallaron en el mismo grito los más
íntimos del ganador: su hermana Vilma, su hermano Rubén, su padre Aníbal, Raúl
Fernández, su Jefe de Gabinete. Por cuatro años más, el habitante de Villa
Ortúzar ocupará el despacho del primer piso de Avenida de Mayo y Bolívar. Pero
tuvo que remar, y mucho, para lograrlo.

Tres horas después, el lugar, más el amplio salón contiguo, desbordaba de
brindis -sin una gota de alcohol, sólo agua y gaseosas-, sándwiches, canapés, y
abrazos. Por allí, con GENTE como solitario testigo, pasaron desde el jefe de
Gabinete Alberto Fernández -uno de los más contentos-, ministros como Daniel
Filmus -quien estuvo a cargo de la educación porteña hasta que lo convocó
Kirchner-, el vocero presidencial Miguel Nuñez, pegado a su teléfono celular,
artistas como Mario Pasik, Juan Acosta o el Negro Fontova y el presidente de
Velez Sarsfield Raúl Gámez, entre otros. Jorge Telerman, el flamante vicejefe de
Gobierno, estaba eufórico. Ibarra saludaba uno por uno, sonreía y caminaba por
el salón marcando el número siete con sus dedos (la diferencia que le sacó a
Macri, 53,5 a 46,5) como si no pudiera creerlo. Casi cuando la noche
languidecía, llegó Dominga (o Domi, como le dicen), la empleada de la casa de
Ibarra desde hace cinco años, enfundada en una remera que rezaba 100% Ibarra. A
los saltos y llorando, lo abrazó y logró que volviera a emocionarse.

La mañana había comenzado mucho más calma. Y, sobre todo, muy temprano. Si bien
Ibarra asegura que no tiene cábalas, esta vez cambió el lugar del desayuno para
los periodistas -del living al play room-, la hora de votación -las 9:50 en vez
de las 11:28- y hasta el búnker -del Hotel Hilton al Palacio San Miguel-.
Inclusive, el sábado, en vez de jugar al fútbol como acostumbra los fines de
semana, prefirió dos sets de paddle en el Costa Rica, haciendo pareja con su
secretaria, Gosi. Tenía excusa: el partido se había suspendido. En fin, cambió
casi todo, y ganó fácil 6-4, 6-2.

Lo que no modificó de su rutina fue el asado dominguero en compañía de sus
hijos. Y, por supuesto, el lugar de votación, la mesa 4767 de la escuela número
5 Enrique de Vedia, a cinco cuadras de su casa. El hecho curioso lo protagonizó
quien sufragó antes que él. Al salir del cuarto oscuro y ver el enjambre de
cámaras, huyó despavorido, olvidando su documento. Por la tarde, hasta partir
hacia el Centro de Cómputos, se recluyó a ayudar a su hijo mayor, Pablo (14),
que al día siguiente debía rendir un examen de Historia, materia favorita del
Jefe de Gobierno. "Si era Matemáticas, conmigo iba listo", admitió.

Al filo de la medianoche, con el resultado puesto (con 99,9 por ciento de
mesas), tras asomarse al balcón y saludar a los militantes que copaban con
gritos, bombos y petardos la calle Suipacha, habló con GENTE.

-¿Imaginaba así esta revancha?
-Siempre soy optimista. Estaba confiado. Era una elección difícil, era blanco o
negro, pato o gallareta, dos modelos distintos de ciudad y de país, pero ya
está, ahora se viene una nueva etapa, con mucho trabajo, como siempre.

-¿Va a cambiar su estilo de gobierno?
-Lo voy a profundizar. El impulso que me dará esta elección es muy importante.
En diciembre del 2001 cambió la Argentina y la cabeza de muchos argentinos. Fue
una crisis que se llevó puestos a muchos intendentes, gobernadores, hasta al
presidente. Yo, que estuve en los momentos más difíciles, que me tuve que bancar
cosas muy duras, quiero seguir con muchas ganas hacia delante.

-Hace tres años también había triunfado. ¿Qué pensaba en ese momento, qué piensa
ahora, después de la experiencia de gobierno?
-Hay un cambio. Estoy más maduro, conozco más, crecí… ¡Muchas canas me salieron
en estos años! Más arrugas, menos pelo, pero con toda la polenta, ¿eh? En serio,
estar al frente de la ciudad de Buenos Aires fue una experiencia compleja donde
aprendí mucho.

-¿Cómo se maneja con el poder que le da ser el Jefe de Gobierno?
-A mí esas cosas no me cambian. Yo juego al fútbol con los tipos de siempre, voy
al super, voy al teatro, manejo mi auto, no tengo custodia. En ese sentido sigo
siendo el de siempre. Soy conocido, sí, la gente se acerca y me habla. Pero esas
son reglas del juego. Y cuando voy a otro lado, disfruto más del anonimato. Pero
no por eso cambié de lugar de vacaciones. En Semana Santa, por ejemplo, me fui
con mis chicos a Huerta Grande, en Córdoba, donde veraneé toda mi vida.

-¿Por qué ganó?
-Mirá, fundamentalmente porque defiendo lo público y la educación, porque soy
honesto, porque los porteños vieron que no me borré en las malas, estuve
siempre.

-¿Y cuánto tuvo que ver en la arremetida final que el Gobierno nacional, su más
fuerte apoyo, haya logrado un acuerdo tan favorable con el Fondo?
-Nadie lo puede evaluar. Fueron muchas cosas, comunicamos mejor lo que hicimos
en estos tres años de gestión (N. de la R: Para el ballottage, Ibarra cambió de
agencia de publicidad
), tuvimos el apoyo de muchos que están comprometidos con
la Argentina, y la gente quiso votar al futuro, no al pasado. De todos modos, el
apoyo del presidente Kirchner, con quien hablé hace un rato y me felicitó, fue
muy importante. Y no lo hizo por una cuestión personal, sino porque tenemos el
mismo horizonte político para la ciudad y aún más para la Argentina.

-Ahora, la oposición se llamará Mauricio Macri. ¿Cómo cree que será?
-Hay que ver qué hace. No estoy seguro de que siga en la política. Si supiera,
te lo diría.

-Ahora que ganó me lo puede decir: ¿no se introdujo ni por un segundo en el
mundo de la cocina mejicana, ya que ese país iba a ser su destino como embajador
si perdía?
-(Ríe). Nooo… Nunca pasó por mi cabeza ni me lo ofrecieron. Además, a mí me
gusta muchísimo más el asado.

Ibarra y Telerman, la fórmula ganadora, con las manos en alto junto al Jefe de Gabinete del presidente Kirchner, Alberto Fernández y -semitapado- el ministro de Educación nacional, Daniel Filmus.

El sábado por la tarde, Aníbal jugó al paddle en pareja con su secretaria en el Costa Rica Gym & Tennis. Fue un triunfo fácil, por 6-4, 6-2, frente al equipo que integró su jefe de Gabinete, Raúl Fernández. El domingo por la mañana, distendido, leyó los diarios, estuvo conectado vía celular con su gente en las distintas circunscripciones, hizo un asado y ayudó a Pablo, su hijo mayor, a preparar un examen de Historia. Por la noche llegaría la victoria...