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Mariana Genesio recordó "la herida enorme" que significó el camino a su identidad: "Mis padres me hablaban de un futuro oscuro"

Publicado por
Redacción Gente

Invitada a "PH, Podemos Hablar", la actriz relató lo difícil que fue la relación con su familia y los malos tratos que recibió por parte de sus tías al llegar a Buenos Aires.

PH, Podemos Hablar se transformó en un clásico de la televisión. Este sábado, los invitados de Andy Kusnetzoff fueron Mariana Genesio Peña, Graciela Alfano, Sergios Goycochea y Marcelo Polino.

En una de las consignas, Mariana Genesio Peña relató la traumática experiencia que vivió cuando le contó a sus padres que era una chica trans.

"Fui creciendo y aceptando mi identidad de género, pero para mis padres fue bastante difícil a pesar de que son jóvenes. Cuando nací mi mamá tenía 15 años y mi papa, 19", reveló la actriz.

"Es algo paulatino, se manifiesta primero en la infancia, yo lloraba porque quería ser nena y no nene. De más grande mis papás se fueron a vivir a Tucumán y yo me quedé con mi abuela en Villa Carlos Paz, que me apañaba bastante. Cada vez que mis papás me veían me preguntaban 'qué te hiciste', porque por ahí aparecía con las cejas depiladas", detalló.

"Fue una conversación muy incómoda con mis papás a mis 17 años. Me dijeron 'vamos a desayunar', y yo pensé qué raro. Mi papá siempre fue bastante cerrado, le parecía una enfermedad que había que tratar, decía que me iba a ir mal en la vida. Le preocupaba bastante", confesó Mariana.

Y reveló: "Yo lo enfrenté diciendo 'soy así, no voy a cambiar'. Aunque me mostraba rebelde en el fondo fue una herida muy grande. No solo porque no me aceptaban sino porque me hablaban de un futuro oscuro".

Además, la actriz relató cómo fue mudarse de Villa Carlos Paz a Buenos Aires“Yo era una chica trans, primero tuve que pelear por la aceptación de mis padres y amigos, pero siempre tuve la suerte de tener una abuela que me bancaba. Entonces un día armé mi bolso y me vine a Buenos Aires pero la pasé pésimo”.

“Primero fui a la casa de unas tías que eran evangelistas. Vieron mi bolsa con plumas y lentejuelas y me trataban como varón. Era algo muy feo y de repente un día me dijeron que tenía que ir a la Iglesia con ellas. Al otro día agarré mis cosas y me fui a una pensión. Los primeros meses fueron muy duros, yo luchando por ser mujer y parte de mi familia tratándome como varón. Igual no guardo rencor, sé perdonar y está todo bien ahora”, finalizó.